I
N V A
S I O N
Comedia Dramática en un Acto
PERSONAJES
POR ORDEN DE APARICIÓN:
LALO
MONA
ROBOT
ACCIÓN:
Quinta (Living) en una Ciudad cualquiera
ÉPOCA:
Año 2000
ESCENOGRAFÍA:
SALÓN DE ESTAR EN UNA CASA DE UNA CIUDAD CUALQUIERA
A PRINCIPIOS DEL AÑO 2000.
LALO: (AMODORRADO EN UNA BUTACA LEE LA PRENSA) De
acuerdo a las noticias que he leído hoy, se puede entrever que los fabricantes
de robots están fallando últimamente con demasiada frecuencia. ¿Pusiste atención
a la noticia que emitió la radio hace poco? También tenía relación con el mismo asunto.
MONA: (PULSA UN BOTÓN DE UN MUEBLE Y SURGE UNA MANO DE METAL CON UN CIGARRILLO ENCENDIDO) ¿Qué asunto?
LALO: El del mal funcionamiento de los mutantes. Se referían al
accidente en el que perdió la vida la señora Fania Kliper. Según dicen, murió
estrangulada ayer en manos de uno de sus robots. Suponen, como es natural,
debido a fallas mecánicas del aparato. Al parecer la señora llamaba a su marido
para comunicarle algo importante en el preciso instante en que fue asesinada
por la máquina.
MONA: (PULSA UN BOTÓN Y UNA BUTACA SE LE ACERCA, ELLA SE SIENTA, Y AL
PULSAR OTRO BOTÓN, DE LA PARTE TRASERA DE LA BUTACA SURGE UNA MANO QUE LE
EXTIENDE UN LIBRO ABIERTO) ¿Y cómo saben que se disponía a tener una
conversación con su marido?
LALO: Porque la recepcionista de la oficina de éste le estaba
comunicando en el momento en que escuchó un grito espantoso y la caída del
auricular. La chica sostiene además, que cuando la señora Kliper le solicitó
que le comunicara con su marido lo hizo con voz aterrorizada y presa de un gran
nerviosismo, lo que no dejaba lugar a dudas de que algo extraño estaba
sucediendo en la casa en ese momento.
MONA: En realidad todo es muy extraño.
LALO: Si, muy extraño… y si bien recordarás, Mona, la semana pasada
se registraron también dos casos de estrangulamiento y uno de muerte a
martillazos, y todos ellos por mutantes incontrolables en contra de sus dueños.
MONA: ¿No te importaría conversar sobre otro asunto? Me pone nerviosa escuchar
hablar de esas cosas.
LALO: Está bien, dejemos la conversación. Pero aún así, es bueno que
nos enteremos de esos sucesos; así tendremos algo de temor y no nos
descuidaremos en el sentido de hacer revisar nuestros sirvientes electrónicos.
MONA: Si, en eso tienes razón… (SONRISA)… debemos hacerlos revisar y
cuanto antes mejor.
LALO: ¿Por qué dices eso y en esa forma?
MONA: (COLOCA EL LIBRO SOBRE LA MANO
QUE SE OCULTA TRAS EL SOFA) Porque… bueno… creo que debemos
evitar cualquier accidente.
LALO: (PULSA UN BOTÓN Y ENTRA ENSEGUIDA UNA MUTANTE. COMIENZA A
RECOGER LOS VASOS, SERVILLETAS Y PLATOS QUE SE ENCUENTRAN DISPERSOS, LOS QUE VA
COLOCANDO EN UNA BANDEJA) ¿En qué piensas, Mona?
MONA: En ti… en mí… en todos nosotros…
LALO: ¿Y qué es lo que te preocupa? (EL MUTANTE SE DETIENE CON LA BANDEJA LLENA DE
TRATOS ANTE ÉL) Puede retirarse, El2. (EL APARATO SE MARCHA, PERO ANTES DE
SALIR SE DETIENE Y MIRA LARGAMENTE A MONA)
MONA: Me preocupa verte a ti, y sentirme yo, como aniquilados. Me
comienza a asustar el verte amodorronado todo el tiempo en esa butaca, preso de
esa eterna pereza que también me domina a mí y que casi me es imposible evitar
a estas alturas. Y lo que me aterra es, que no solamente somos nosotros, Lalo;
porque a todas partes que voy me encuentro con la misma inercia, el mismo
aburrimiento, igual torpeza. Todos sentimos apatía hasta para mover los brazos,
porque tenemos a nuestro alcance a quienes hacen nuestra voluntad con sólo
impulsar un simple botón.
LALO: ¿Te inquieta nuestro futuro?
MONA: No, no,… me inquieta nuestro presente. Lo hemos forjado de tal
forma que luego el futuro nos tratará de aplastar y no tendremos ni siquiera
fuerzas ni tiempo para apartarnos.
(ENTRA UNA MUTANTE).
ROBOT: Son las diez, señor. El auto está listo. Le espero junto a él.
LALO: EL 3, le escuché. Espera junto al auto. (SALE EL MUTANTE. ANTES
DE HACERLO SE DETIENE Y LES MIRA LARGAMENTE) Tus preocupaciones son tontas,
mujer. Jamás el hombre disfrutó de tantas comodidades como nosotros hoy. (SE
LEVANTA DIFICULTOSAMENTE).
MONA: Esa es una de las cosas que más me preocupan. Debido al exceso de
comodidades, ya casi me siento imposibilitada de mover mis miembros y mucho
menos de pensar. Las máquinas resuelven todos nuestros problemas y ejecutan
además todas las tareas que antes nos mantenían en movimiento… creo que si no hacemos
algo y pronto, terminarán por aniquilarnos.
LALO: ¿Por qué dices eso?
MONA: Lo que digo tiene sus motivos. (PAUSA) Últimamente he notado que
la máquina que cocina no atiende mis instrucciones diarias como es debido ni me
trata con buenas maneras. Me contesta con cierto sarcasmo cada vez que le
pregunto sobre algo, y esta mañana precisamente, se negó testarudamente a
preparar el menú que le ordené. “No, señora, los camarones con salsa tártara,
mezclados a su vez con vino rojo y dulce de cerezas pueden causarles
intoxicación; en nuestro control no están tabuladas ese tipo de recetas por ser
consideradas perjudiciales a la salud”, me dijo, y cuando intenté protestar, la
luz que emitió su mirada fue tan potente y penetrante que preferí callar ante
el temor que ella me produjo.
LALO: ¡Mona, por favor!
MONA: (SE PASEA TAMBALEANTE) Y eso no es todo, Lalo. Al ella notar el
temor reflejado en mi rostro, y captar que no fui capaz de obligarle a cumplir
la orden que le acababa de dar y ella de rechazar, sonrió levemente con sus
labios de goma y se marchó sin esperar mi orden para hacerlo. En la cocina - lo
que pude constatar hace poco – se ha dedicado a preparar: puré de papas, huevos
al horno y dulce de manzanas; un menú que bien sabe que detesto y que en varias
oportunidades le he hecho saber a través de su computadora que no debe
preparar.
LALO: Vamos, mujer, no lo tomes en esa forma. Simplemente se preocupa
por nosotros.
MONA: Sí, sí, a pesar de todo reconozco que ésta se preocupa por
nuestra alimentación… (RÁPIDA)… Pero no negarás que últimamente – no sé si lo
has notado – trata de inducirnos a como dé lugar, a hacer su santa voluntad. Nos
ha eliminado las carnes, y nos sirven esas píldoras tan extrañas que dicen nos
revitalizaran, pero que yo creo que…
LALO: Tal vez… no, no lo sé…
(PAUSA) Y no hablemos de la que se encarga del lavado y la plancha; ésa casi
está a punto de sacarme de mis casillas. Refunfuña a cada instante y no quiere
hacer las cosas sino cuando ella lo dispone. (VA, SE ACERCA A LA VENTANA Y ESTA SE ABRE
AUTOMATICAMENTE) Para todo tiene una excusa a mano… que si la estación
meteorológica anunció mal tiempo; que si el planchar en horas de la noche
economiza la electricidad, ya que no hay interrupciones de visitas y vendedores
que le obligan a dejar su trabajo para atenderles, que si…
¿Por qué no llamas a la
distribuidora para que nos la cambie y envíen otra menos complicada?
MONA: ¿Qué remediaríamos, si últimamente todas se vuelven tan complicadas?
Allí tienes el ejemplo en ésta y en la cocinera.
LALO: No veas en ella sólo lo negativo. La cocinera actual por lo
menos demuestra que le gusta mucho su oficio; la anterior, todo quería
solucionarlo con alimentos concentrados en píldoras.
MONA: (SE APARTA DE LA
VENTANA , ESTA SE CIERRA AL INSTANTE) Sí, es cierto. Esa tenía
más intelecto que la actual por ser de más valor, pero era sumamente
complicada. Yo temblaba cada vez que tenía que pulsar uno de sus botones, pues
nunca sabía con qué iba a encontrarme. Un día hasta llegó al atrevimiento de
llamarme estúpida… ¿Nunca te lo conté?
LALO: No, supongo que te olvidaste… (SE LEVANTA CON CIERTA DIFICULTAD
Y TOMA EL TELÉFONO. EL TELEVISOR SE APAGA AUTOMATICAMENTE)
MONA: Ya no hay nada que hacer, bien lejos debe estar haciéndole la
vida imposible a alguna otra familia.
LALO: Aló, KC2, comuníqueme con KC5. (PAUSITA) ¿KC5? Sí, hable usted.
Infórmeme cómo marchan los asuntos en la industria. 1, 2, 3, Hable usted.
(ESCUCHA) Bien, bien. Ahora compute usted un mensaje para mi secretaria
automática. 1, 2, 3, listo. Estaré allí a la una en punto. Tenga listo informe
número 21. Cite a reunión a ejecutivos de la firma PLANETON, y ALEACIONES UNIDAS.
Gracias. Cuelgue usted KC2. (CUELGA) Voy a la Comisión y luego a la
oficina. Si lo deseas podemos ir a al cine esta noche.
MONA: Por qué mejor no dices: “si lo desean ellos podemos ir al cine
esta noche”, o mejor, “podemos dejarnos llevar al cine esta noche”. (TOCANDO
DIVERSOS BOTONES, LO QUE HACEN MOVER MESAS, SILLAS, ETC, Y HACEN SURGIR
REVISTAS, O ABRIR PUERTAS Y VENTANAS) ¡Si, eso sería lo correcto! La mutante
ama de llaves indicará qué sitios debemos visitar y computará también a qué
hora, de acuerdo a nuestras vibraciones del momento o del día; escogería los
trajes que hemos de lucir, la colonia que hemos de usar, y dispondrá el color
de mi maquillaje en relación con el color de tu traje y el mío. Nada
desentonará. Decidirá, de acuerdo a tu estado de salud, cuántos cigarrillos y
dónde los has de fumar; y la cantidad de dinero extra que podremos gastar en
cada sitio para no descalabrar nuestra situación económica. Todo lo demás
estará decidido con anterioridad. El menú y su costo, la hora de salida y de
llegada al restaurante o cinematógrafo, el momento de regresar y el de
acostarnos; y como siempre, nuestra ropa de dormir dispuesta correctamente al
lado de la cama. Al cubrirnos con las sábanas se escuchará la música que nos
facilitará el sueño y que nos dejará a su entera disposición.
LALO: ¡Quieres dejar de pulsar botones y de hablar en esa forma; vas
a convertir la casa en un mismísimo manicomio!
MONA: (CAE EXTENUADA EN UN SILLÓN) Es que me siento tan angustiada… ¿Acaso
tú no? Oh, cómo me he cansado con hacer este pequeño esfuerzo. (PAUSA) Lalo,
creo que pronto quedaremos postrados sin poder mover ninguno de nuestros
miembros – mientras ellos harán lo que mejor
les venga en ganas. Algo no marcha bien en mi organismo y creo que son
esas malditas píldoras.
LALO: No lo creas, hay métodos…
MONA: (SE LEVANTA PENOSAMENTE Y SE PASEA EN UNA ESPECIE DE CÁMARA
LENTA) No, no los hay. El distribuidor de las de lavar y planchar me hizo la
confidencia. Me ha confesado que casi no las puede dominar. Que todas han comenzado
a pensar individualmente, y algo más terrible aún; que en estos últimos días
han comenzado a reunirse cuando creen que no las observan y las han descubierto
estudiando los planos y diseños de cada una de ellas, a secretearse entre sí
sobre lo computado. Dice tener miedo de que algún día se rebelen y seamos
nosotros los dominados.
LALO: No lo creo posible; el hombre nunca podrá ser dominado por las
máquinas.
MONA: Yo pienso distinto a ti, Lalo. Se han ingeniado para
debilitarnos y de esa forma poder someternos con más facilidad. ¿Es que acaso
no te has dado cuenta de ello?
LALO: Nosotros hemos sido sus creadores y las creamos precisamente
para que nos sirvieran. No entiendo en que te basas para decir que se han ingeniado
para debilitarnos. Ellas sólo hacen lo que les ordenamos.
MONA: Últimamente, no. Realizan labores que no les corresponden, y no
sólo eso, sino que procuran, con la excusa de servirnos, que no hagamos el más
mínimo esfuerzo.
LALO: ¡Mona, tú no estás en tus cabales!
MONA: Es injusto que me consideres desquiciada por el solo hecho de
dedicarme a observar.
LALO: ¿A observar qué?
MONA: ¡He notado tantas cosas extrañas!
LALO: ¿De qué se trata?
MONA: No te lo había querido decir para no inquietarte; pero sucede
que hace varios días vengo observando a nuestras mutantes, y he notado que la
que hace la limpieza cuchichea con el chofer electrónico cada vez que te
diriges al garaje a tomar el auto. Hace dos días les vi cuchichear antes de que
salieras al jardín, y al producirse tu llegada las luces de sus ojos brillaron
siniestramente. Casi temí que te asaltaran y dieran muerte en ese preciso
instante.
LALO: ¿De dónde has inventado tantas cosas, Mona; con quién has
conversado que te ha infundido tantos temores? ¡Ah, sí, con el distribuidor! Me
dijiste hace poco que te había comentado…
MONA: Lo que te he dicho no lo he inventado, ha sucedido. El distribuidor,
por otra parte, sólo me puso sobre aviso en algo que yo ya sospechaba.
LALO: ¡Pamplinas!
MONA: No son pamplinas, Lalo. Obsérvalos y verás.
LALO: Está bien, para complacerte, me dedicaré a observarlos, y en
caso de notar cualquier alteración en su comportamiento… ¿Qué me aconsejas
hacer?
MONA: Sé que me estás tomando el pelo… pero en caso de que notes algo anómalo,
desconectarlos inmediatamente… aunque no, los demás les volverían a conectar…
¿no te has dado cuenta?
LALO: Creo que te estás atormentando inútilmente; deja de pensar en
esas tonterías o vas a terminar enojándome.
MONA: ¿Y si hablásemos con ellos?
LALO: Si las cosas son como dices eso sería lo menos indicado, entrarían
en sospechas y se pondrían en guardia, ¿no lo crees así? Anda, cálmate.
MONA: Trataré de calmarme. (SUENA EL TELÉFONO. ENTRA ENSEGUIDA UNA MUTANTE
RIGE A TOMARLO) Deje usted, KH6, yo atenderé.
MUTANTE: Lo haré yo, señora, para eso
estoy aquí.
LALO: KH6, la señora le ha dicho que lo hará ella… ¿Acaso no ha
entendido?
MUTANTE: Y muy bien, señor; pero mi dispositivo me
obliga a atender el teléfono al computar su sonido; de no hacerlo, usted sabe
muy bien que sufro un gran desperfecto. (TOMA EL AURICULAR) ¡Aló! ¡Ah, sí, sí,
un momento, la señora se encuentra cerca! (A MONA) Es su hermana, señora. Por
el tono de su voz deduzco que no se encuentra bien de los nervios. Mi cerebro
computa que debe tomar Benzathiamina SS2 con hidratos de BSK.
MONA: (MUY NERVIOSA) Sí, sí, está bien, se lo haré saber. (TOMA EL
AURICULAR PERO LA MUTANTE
NO SE APARTA DE LA
MESA ) ¿Podría dejarnos solos a mi marido y a mí, KH6? (EL
ROBOT NO SE MUEVE NI CONTESTA)
LALO: Aprieta en el control general el botón que indica “retiro a mi
quehacer anterior” y mueve la manivela a la derecha. (ELLA LO HACE) ¿Qué sucede
ahora?
MONA: Hice lo que has dicho, pero no obedece… (PULSA DE NUEVO EL BOTÓN
EN EL CAJETÍN) ¿Lo ves?
LALO: Tal vez estaba desocupada al oír el teléfono. Pulsa el botón
que indica “retiro a su lugar de descanso”.
MONA: (LO HACE) Es inútil, no obedece.
LALO: (SE LEVANTA PENOSAMENTE) A ver, déjame probar a mí. (LO HACE)
MONA: Tal vez se descompuso.
MUTANTE: ¡Su hermana espera, señora!
MONA: ¿Oh, Lalo, lo ves?
LALO: (ENÉRGICO) ¡Cálmate! (A LA MUTANTE ) ¿Quiere usted retirarse? (PULSA VARIOS
BOTONES)
MONA: ¿Te has dado cuenta?... ¡No quiere obedecernos!
LALO: ¡Ah, con que de eso se trata! ¡Anda y tráeme el hacha que se
encuentra en el depósito de muebles viejos, Mona; ya verás como la dejo
convertida en chatarra en menos de un segundo! ¡Anda, Mona, date prisa, ve
enseguida por el hacha!
MONA: ¿Qué vas a hacer? Piensa en lo costosa que es…
LALO: ¡No me importa tener que pagar lo que sea, lo que quiero es que
esta maldita máquina obedezca nuestros mandatos! ¡Anda por el hacha, Mona!
MUTANTE: ¿Puedo marcharme ya, señores?
LALO: Sí, sí, y cuanto antes mejor.
MUTANTE: ¡A sus órdenes! (SALE)
MONA: ¿Te has fijado en la forma como nos miró?
LALO: Después hablaremos de eso. Ahora cálmate y atiende a tu
hermana.
MONA: Oh, sí, casi la había olvidado. Aló, Lilian, Lilian, perdona…
Sí, sí, pero es que me encuentro muy nerviosa.
LALO: ¡Cuidado con lo que hablas!
MONA: ¿Qué te sucede, Lalo?
LALO: No sé, pero he comenzado a sentir algo de miedo.
MONA: Aló, Lilian… disculpa, pero estoy algo nerviosa por lo que habíamos
hablado (EN TODAS LAS PAREDES SE REFLEJAN SOMBRAS DE MUTANTE DE DIFERENTES
TAMAÑO, ALGUNOS DE ELLOS GIGANTESCOS Y CON LAS MANOS EN ALTO COMO EN POSICIÓN
DE ATACAR) ¿Tú también lo has notado? Si, cuéntame… (PAUSA) ¿Y qué hiciste
entonces? (PAUSA) ¡Oh, es horrible!... ¿Y después?... (PAUSA) No, eso no, yo
creo que deberíamos… (APARECE LA
MUTANTE , ELLA LE MIRA Y SE QUEDA CON LA BOCINA ALZADA ) …que deberíamos…
¡Lilian, cuelga, cuelga! ¡Te llamaré luego de un teléfono público o me acercaré
hasta tu casa! ¡No, no, no sucede nada, pero cuelga, luego te explicaré lo
sucedido! (CUELGA) ¿Desea algo, KH6?
LALO: (QUE SE ENCONTRABA MIRANDO POR LA VENTANA ) ¡Estaba allí!
¿Por qué no está donde se le mandó, KH6? ¿Por qué no está en su sitio si no se
le ha ordenado volver al living?
MUTANTE: Vine para avisarles que el
almuerzo está servido.
LALO: Bien, KH6, enseguida iremos. Puede retirarse.
MONA: ¡Nos espían! ¡Nos espían! ¿Viste cómo nos espían? (SE TAMBALEA)
LALO: (RIE FALSAMENTE) Oh, vamos, sólo vino a avisarnos… ¿Qué te
sucede?
MONA: Oh, no es nada… solo que cualquier esfuerzo que hago, por más
pequeño que sea, hace que mi cabeza gire y no sienta sino deseos de amodorrarme
de nuevo. (SE SIENTA) Así, así, así me siento bien; precisamente como ellos
quieren que me sienta… o que nos sintamos. ¡Y nos espían, Lalo! ¡Nos espían para
estar seguros del resultado de su trabajo!
LALO: Suposiciones tuyas… ¿Acaso no avisa siempre de igual forma?
MONA: Pues no, no avisa de esa forma. Siempre se ha limitado a tocar
la campanilla para que sepa que todo está listo. Oh, pero si es cierto; tu
nunca almuerzas en casa y no lo sabe. (PAUSA) ¿Qué vamos a hacer ahora, Lalo?
LALO: ¡Domina tus nervios, por favor!
MONA: (SE INCORPORA DANDO UN GRITO) ¡Lilian les sorprendió! ¡Les
sorprendió, me escuchas! ¡Cómo puedo olvidarlo tan pronto!
LALO: ¿Les sorprendió, pero a quiénes?
MONA: (SE LEVANTA Y SE MUEVE POR LA ESCENA PENOSAMENTE ,
TRATANDO DE CORRER) ¡A sus mutantes! ¡A sus mutantes! (JADEA) Les sorprendió secreteándose
entre sí cuando se dirigía a la cocina en busca de un vaso de agua. Escuchó una
conversación en voz muy baja que llamó su atención; y al aproximarse sigilosamente…
LALO: ¡Quieres quedarte quieta de una vez! (LO DICE CON FUERZA, PERO
TRATANDO DE NO SER ESCUCHADO)
MONA: …pudo ver cómo el jardinero, el chofer y la cocinera, en
cuclillas en un rincón revisaban planos y folletos. Creyó en un principio que
se trataba de una reunión de trabajo entre ellos, pero fue entonces cuando le
escuchó decir al chofer… “Un poco más y les tendremos en nuestras manos”…
LALO: ¡No te detengas, continúa!
MONA: ¿Lo ves, Lalo, lo ves? “Un poco más, y los tendremos en nuestras
manos”. Más claro no puede estar.
LALO: Tal vez hablaban de otro asunto. Lilian es tan fantasiosa que…
MONA: No, Lilian dice estar segura de que… (SE VE LA SOMBRA GIGANTESCA DE UN MUTANTE).
LALO: ¿Por qué te detienes? (LA SOMBRA DESAPARECE )
MONA: ¿Le viste?
LALO: ¿A quién?
MONA: A uno de ellos… estoy segura de haberle visto detrás de la
cortina.
LALO: (SE LEVANTA VA Y MIRA) Imaginaciones tuyas, no hay nadie detrás
de las cortinas y el pasillo esta desierto.
MONA: ¡Estoy segura de haber visto la sombra de uno ellos!
LALO: Cálmate, creo que te estás dejando llevar por los nervios.
MONA: Ni estoy imaginando, ni me estoy dejando llevar por mi
imaginación; uno de los mutantes estaba detrás de la cortina.
LALO: Tranquilízate. Mira, voy a llamar a la oficina para decir que
no voy esta tarde, y que me quedaré haciéndote compañía.
MONA: (PULSANDO DE NUEVO INFINIDAD DE BOTONES Y PONIENDO DE NUEVO EN
DESORDEN LA HABITACIÓN )
Creo que nos hemos extralimitado dejando todo en sus manos; la cocina, el
lavado, la limpieza, las cuentas, el pensar… sí, hasta el pensar… les hemos
permitido pensar por nosotros y ahora vemos el resultado. No se nos ocurrió que
a la larga sus cabezas pensarían y buscarían la forma de dominarnos a nosotros.
Si son capaces de resolver cualquier problema nuestro, ¿por qué entonces no
resolver el suyo?
LALO: ¡Quieres dejar de molestar con los botones! Mona, Mona, ¿qué te
sucede, es qué estás a punto de perder el juicio?
MONA: ¡Ellas piensan, Lalo! ¡Sus cerebros corresponden al cerebro
humano aún más desarrollado! ¡Entiéndelo, por favor! ¡Haz un esfuerzo como el
que yo estoy haciendo e intenta pensar; pon a trabajar tu cerebro, intenta
pensar!
LALO: (INTENTA ASIRLA) Vamos, cabecita de chorlito; ellos no tienen
ni sangre, ni músculos, ni alma… (RIE) …son sólo máquinas.
LALO: Y por lo que veo, tú no te les quedas atrás; fíjate en la
cantidad de deducciones que has sacado de la nada y…
MONA: Porque
llevo días pensando, pensando, pensando. De no ser así… ¿Crees que mi mente
hubiese podido tejer tantas…
LALO: (ABRAZANDOLA)
¿Dime, mente voladora… cómo crees que se les ocurrió eso que dices de hacerse
fuertes y tomarnos como esclavos?
MONA: No
lo sé, pero supongo que tal vez en medio de alguna pregunta de algún curioso
surgió una respuesta que les dio la clave, que les indujo luego a hacerse
preguntas entre si hasta llegar a la conclusión final.
LALO: (SONRIE
FALSAMENTE) O tal vez accidentalmente cayeron en cuenta, ¿no lo crees factible?
MONA: No,
no lo creo. (SE QUEDA CALLADA)
LALO: ¿En
qué piensas?
MONA: Escúchame
y no me interrumpas. (PAUSA CORTA) Si yo tengo una mujer o un hombre robot y
soy curiosa, tal vez se me ocurriría preguntarle cosas como estas… ¿Cómo es su
funcionamiento? ¿Qué puede ocasionar que ustedes dejen de funcionar o realicen
labores contrarias a las indicadas por el fabricante? ¿De qué estás hecha?... Y
en la respuesta a mi pregunta, tal vez encontraría yo otro punto en el cual
aferrarme para seguir insistiendo… como por ejemplo: ¿Fueron fabricados
solamente para obedecer, o pueden también ordenar?
LALO: Si
les haces esa pregunta, te contestarán que su mecánica y dispositivos fueron
creados única y exclusivamente para recibir órdenes y ejecutarlas. Además, sólo
los mutantes de problemas te contestan ese tipo de preguntas, las de servicio
solo cumplen con lo que se les ordena y nada más.
MONA: (MISTERIOSA)
¿Y en caso de que no fuera así; de que sus constructores no hubiesen pensado en
la posibilidad de que ellas llegaran a pensar en ser obedecidas en vez de
obedecer?
LALO: ¡Mujer!
MONA: Entonces
la mutante me hubiese respondido… “sí, podemos ordenar igual que obedecer”… y
si yo, en medio de mi exagerada curiosidad le hubiese preguntado… ¿Por qué no
han intentado hacerse obedecer en vez de ser ejecutores?... y ante una pregunta
de ese tipo, puedo caer en cuenta de que todo podía ser al contrario de como
había sido hasta ese instante. Quizá la mutante computó: “Porque el constructor
nos fabricó para obedecer”; pero la semilla quedó sembrada en su cerebro y posteriormente
decidió consultar con otra máquina de “resolver problemas” hasta obtener la
respuesta. Tal vez allí surgió la idea de dominar en vez de ser dominados.
LALO: (SONRIENDO)
Vaya imaginación la tuya, Mona.
MONA: ¡Lalo,
no te burles, tómame en serio por favor! (PAUSA) Preguntar, esperar la
respuesta y preguntar de nuevo de acuerdo a esta. Sí, preguntar hasta llegar a
la conclusión final… ¿Por qué no se me había ocurrido?, se diría a sí misma,
comenzaría a indagar… indagar hasta llegar a la conclusión final… ¡Podemos
dominar!
LALO: ¡Mona,
por favor!
MONA: Sí, sí puede haber sido así. Ella diría… “no, porque fuimos
fabricadas para obedecer”… y yo insistiría… ¿pero pueden ordenar, no es así?...
y entonces me respondería… “Sí, podemos ordenar”… ¿Y por qué no pueden hacerlo?
¿No han pensado en la posibilidad de que los hombres hagamos lo que ustedes nos
ordenen y no a la inversa?... Y ella me respondería… “No, no lo habíamos
pensado, pero ahora nos damos cuenta de que podría ser así; trabajar a favor
nuestro y no para beneficio de ustedes; hacernos preguntas de posibles acciones
y soluciones. Preguntar y obtener respuestas sobre todo aquello que nos permita
avanzar en el camino que conduce a ese objetivo. (AGITADA) Y entonces se
produciría la pregunta que nos perdería… ¿Cómo dominar a los hombres y lograr
que nos obedezcan en todo sentido?
LALO: Mona,
divagas, qué te sucede?
MONA: (ALZANDO
LA VOZ ) Y su
cerebro electrónico le contestaría “…aniquilándolos por medio de la ociosidad,
la inercia y la pereza mental. No dejándolos pensar, crear, ni que realicen
labores que requieran esfuerzo físico o concentración; y si es posible, imposibilitarles
para el amor… ¡Porque no piensen!... ¡Que no amen!... ¡Que no sufran!... ¡Que
no se esfuercen!
LALO: ¡Baja
la voz, estás loca!
MONA: (HABLANDO
MUY BAJO, CON SUMO TERROR) ¡Ya casi, sin quererlo, ellos mismo han iniciado el
camino… en ustedes está el ayudarles a avanzar.
LALO: La
conversación con ese hombre no dudo que te haya afectado; ya se las tendrá que
ver conmigo y con la justicia.
MONA: Hablo
en serio, Lalo, no estoy divagando… ¡Lo que te acabo de contar es la
conversación que tuve con el mutante del jardinero!
LALO: ¿Pero
cuándo? ¿Cuándo has tenido esa conversación con él?
MONA: Hace
cinco meses… me detuve a hablar con él y…
LALO: Entonces
lo del fabricante no era cierto?
MONA: Lo
es… cuando comencé a notar actitudes extrañas en los mutantes le llamé y le
pregunté si las máquinas podían ordenar en vez de obedecer y dijo no saberlo…
pero al cabo de unas semanas me telefoneó para decirme, algo alarmado, que uno
de mis mutantes tenía conversaciones secretas con su contestador automático y
con su secretaria… a partir de ese momento no han cesado de comportarse de
manera extraña todos los mutantes que se encuentran en los depósitos… En muchas
ocasiones algunos de ellos han sido conectados por los que utiliza en labores
de oficina, y el hombre se encuentra tan aterrorizado que no se ha atrevido a
comunicar el caso a los fabricantes. Y lo peor de todo, Lalo; hace dos semanas
le he estado llamando y su secretaria no me ha permitido tener ninguna
conversación con él… y en su domicilio sucede igual… temo que…
LALO: ¡No
lo pienses! Estoy seguro que eso no puede haber ocurrido…
MONA: ¿Aún
dudas de la veracidad de lo que te he contado?
LALO: No,
no, pero aun creyéndote… ¿qué podemos hacer ahora?
MONA: Eso
no lo sé.
LALO: Si fuésemos donde Lilian y preguntáramos a uno de sus robots
¿qué es lo que sucede, cómo solucionar el asunto o si en verdad existe una
confabulación?
MONA: Eso no nos conduciría a nada.
LALO: ¿Pero por qué?
MONA: ¡Porque sus robot ya están de acuerdo con los nuestros!
LALO: ¿Pero cómo es eso?
MONA: Se comunican telefónicamente, estoy casi segura. El caso es que
ya están de acuerdo entre sí.
LALO: Hablaré con el fabricante; es el modo más indicado de
solucionar el asunto.
MONA: Si es que ya no está en poder de sus robots.
LALO: Oh, deja tu pesimismo por favor. (TOMA EL TELÉFONO Y MARCA)
¡Aló! (SE REFLEJAN SOMBRAS DE LOS MUTANTES SOBRE LAS PAREDES) El doctor Bastón,
por favor… ¿qué no se encuentra? ¿Con quién tengo el gusto de hablar? ¡Ah, con
su secretario mutante! (PAUSA) Bien, si no está, quiere usted registrar,
registrar, registrar el siguiente mensaje: (PAUSA) “Doctor Bastón, favor llamar
a los esposos Logos… es urgente e importante. ¿Diga usted? Sí, sí, él sabe
nuestra dirección… gracias. (CUELGA) Lo ves, ya está todo solucionado. Le dará
el mensaje al pulsar el botón de las grabaciones y enseguida nos llamará. Sólo
tenemos que esperar que regrese del depósito.
MONA: Siéntate, estás agotado. Dios quiera que no tarde demasiado. (SE
DETIENE CONSTERNADA) ¡Lalo, que hemos hecho!
LALO: ¿Pero qué te sucede ahora? (LAS SOMBRAS DE LOS MUTANTE SE HACEN
MAS NÍTIDAS Y GIGANTESCAS) ¿Qué te sucede? ¡Estás pálida como la cera, Mona!
MONA: ¡Has dejado registrado el mensaje con el secretario mutante!
LALO: ¿Y con quién querías que lo dejara?
MONA: ¡Sí, con él solamente lo podías dejar y ese ha sido nuestro
error!
LALO: ¿Error por qué?
MONA: Nos hemos puesto en evidencia ante él, y no pasarán unos minutos
sin que se nos haga una llamada de parte del doctor Bastón para saber de qué se
trata, y no tendrá nada que ver con él… pues serán ellos los que comenzarán a
tendernos la red. (TELÉFONO) ¡Ah, lo ves, lo ves!
LALO: ¡Espera, puede ser Lilian que llama de nuevo! (VA HACIA EL TELÉFONO,
PERO SURGE LA MUTANTE Y
SE LE ADELANTA RAPIDAMENTE)
MUTANTE: ¡Déjeme contestar a mí, señor!
Creo haberle dicho con anterioridad que mis dispositivos se estropean si no
tomo el auricular al registrar el sonido del teléfono. (AFERRA EL AURICULAR Y
SE LO ARREBATA DE LAS MANOS. EL SE DETIENE CONSTERNADO) ¡Ah, es usted! (PAUSA
LARGA) Bien… sí, está bien… todo saldrá a pedir de boca; sí, ya todo se ha
iniciado aquí no seremos los últimos. Son las dos… las dos en punto… (CUELGA).
LALO: ¿Por qué ha colgado usted?
MUTANTE: Se trataba de una llamada equivocada.
LALO: ¿Equivocada y trabó una conversación con usted?
MUTANTE: Claro está, se trataba de un mutante
vecino. (SALE. LAS SOMBRAS SE AGIGANTAN Y COMIENZAN A MOVERSE).
MONA: ¡Ha sido él quien ha llamado!
LALO: Sí, eso es indudable.
MONA: ¡Tenemos que hacer algo!
LALO: Sí, sí, ¿pero qué hacemos?
MONA: ¡Huir, huir antes de que sea demasiado tarde!
LALO: Sí, eso haremos… pero procura aparentar tranquilidad hasta que
logremos llegar a la calle; hay que hacer lo que sea con tal de escapar. (SE
MUEVEN CON DIFICULTAD HASTA LA
VENTANA ) No, no podremos. Es demasiada la altura y luego no
tendremos fuerzas para escalar el muro que separa la casa de la calle. La
puerta se encuentra cerrada desde el interior de la casa con el dispositivo de
seguridad.
MONA: Llamemos al ama de llaves y digámosle que vamos al médico. Ella
ordenará al chofer y luego en la calle…
LALO: Recuerda que él es su cómplice…
MONA: Al llegar al médico procuremos huir sea como sea, de la manera
que sea.
LALO: Está bien, está bien. Ahora cálmate y muéstrate serena, luego
le llamaré. Tenemos que aparentar tranquilidad, Mona, de no ser así estaremos
perdidos.
MONA: ¡Lo estoy intentando, Lalo!
LALO: Estoy tan asustado como tú, Mona… Voy a llamar. (PULSA UN BOTÓN)
(PAUSA) ¿Qué sucederá que no viene? (APARECE LA MUTANTE ) ¡Ah, aquí está!
(SE LE ACERCA Y PULSA UNO DE LOS BOTONES) Ordene al chofer que esté listo, el
señor y la señora van a salir.
MUTANTE: El chofer está esperando por usted desde
hace más de una hora, señor, como usted me ordenó. (PAUSA) ¿Dónde van el señor
y la señora?
LALO: Eso se lo diremos luego al chofer.
MUTANTE: Lo pregunto porque tengo que computar los
trajes, zapatos, colonias y dinero a llevar. (SE ESCUCHA UNA SIRENA) Pero ya no
tengo necesidad de llevar a cabo esas labores. ¡Nunca más!
MONA: ¿Qué es lo que quieres decir?
MUTANTE: Simplemente que ustedes no van a poder
salir hoy, ni mañana, ni nunca.
LALO: ¿En qué se basa para decir eso?
MUTANTE: ¿Por qué no se asoman por la ventana y
miran hacia la calle?
LALO: ¿Sucede algo en la calle?
MUTANTE: Asómese y cerciórese.
LALO: (VA A LA VENTANA. ESTA
SE ABRE AL ACERCARSE. SE ASOMA) ¡Maldita
sea!
MONA: ¡¿Qué sucede, Lalo?!
LALO: ¡Ven! ¡Acércate y mira! ¡Oh, Mona, estamos perdidos!
MONA: (CORRE A LA VENTANA Y
SE ASOMA) ¡Son ellos! ¡Miles de ellos!
LALO: ¡Millones de ellos!
MONA: ¡¿Pero qué hacen allí en la calle?!
LALO: ¿Es qué aun no te has dado cuenta de lo que sucede? ¿No lo
entiendes aún?
MONA: Seguramente se trata de una huelga. ¡Yo presentía que algo
estaban tramando!
LALO: ¿Huelga? ¿Crees que se trate de una huelga? ¡Oh, Mona, tú estás
ciega! ¡Se trata de una invasión! ¡Hemos sido invadidos!
MONA: ¡Sí, ahora lo veo! ¡Se han apoderado de las casas! ¡Están
echando afuera a sus habitantes!
MUTANTE: No a todos… sólo aquellos que se niegan a
obedecer nuestras órdenes.
LALO: (CORRE A OTRA VENTANA. ESTA SE ABRE Y EL SE ASOMA) ¡Han tomado
todas las edificaciones… almacenes… estaciones de gasolina, bancos y todo lo
demás!
MONA: ¡Ven aquí, Lalo! ¡En esta calle están masacrando a hombres y
mujeres sin ninguna compasión!
MUTANTE: Así es, señores; de ahora en adelante
ustedes trabajarán para nosotros y quien no lo haga perecerá.
LALO: ¡No, no lo haremos! ¡Lucharemos contra ustedes hasta vencerlos!
MUTANTE: ¡Imposible! Ahora nosotros somos los
fuertes. ¡Tenemos las armas y toda la ciencia está a nuestro alcance! Además…
los hemos embrutecido y amodorrado para facilitarnos las cosas. ¡Ahora somos el
poder!
LALO: ¡Lucharemos! ¡A pesar del poder que hoy detentan lograremos
derrotarlos!
(COMIENZA A OIRSE UN RUIDO MUY
FUERTE QUE VIENE DEL TECHO. LAS SOMBRAS SE AGITAN).
MONA: ¡Lalo, están caminando sobre el techo!
LALO: Cálmate, sólo están tratando de asustarnos.
(SE ESCUCHAN RUIDOS MUY FUERTES
DEBAJO DE LA CASA )
MONA: (CORRE Y SE ABRAZA A ÉL) ¡Están levantando la casa desde sus
cimientos! ¡Vamos a morir aplastados!
MUTANTE: Si se resisten terminará por caer encima
de ustedes. Dense por vencidos, aún están a tiempo. (VA Y COLOCA UN PAÑUELO
SOBRE LA MESA ).
LALO: ¡No! ¡No! ¡Es preferible morir aplastados que convertidos en
esclavos de nuestra propia creación! (COMIENZA DESPLAZARSE RAPIDAMENTE POR LA ESCENA ) ¡Oh, Dios mío,
necesito despertar mi cerebro dormido! ¡Necesito tener de nuevo energía en mis
brazos y piernas! ¡Necesito pensar!
MUTANTE: Ya es demasiado tarde, señor. ¡Oh,
perdón… debí decir… ya es demasiado tarde, esclavo!
MONA: ¡Nunca seremos sus esclavos! ¡Eso nunca!
MUTANTE: Entonces los exterminaremos. Bien podemos
valernos sin ustedes.
(SE ESCUCHAN SONIDOS DE CASAS QUE
SE DERRUMBAN)
LALO: ¡La casa se derrumba, Mona! ¡Vamos a morir tapiados!
MUTANTE: (SE DIRIGE A LA
PUERTA DE SALIDA) Les voy a dejar solos para que recapaciten.
Si deciden vivir no tienen más que asomarse a la ventana y agitar ese pañuelo que
dejo sobre la mesa.
LALO: ¡Nosotros moriremos, pero otros emprenderán la lucha que los
derrotará!
MUTANTE: ¡Lástima que ustedes eso no lo verán!
(SALE)
MONA: ¡La casa va a ceder! ¡Va a ceder y nos aplastará! ¡Debemos hacer
algo! ¡Piensa, Lalo, piensa!
LALO: Sólo nos queda agitar el pañuelo, Mona. Les hacemos creer que
aceptamos ser sus esclavos y luego buscaremos la forma de enfrentarnos a ellos.
MONA: ¡Nos esclavizarán!
LALO: Vivos podremos luchar, muertos no serviremos para nada.
MONA: ¡Entonces date prisa, asómate y agita el pañuelo!
LALO: (CORRE A LA
VENTANA , SE ASOMA Y AGITA EL PAÑUELO) ¡Hecho! (EL RUIDO QUE
VENIA DEL INTERIOR DE LA CASA CESA
INMEDIATAMENTE) ¿Qué horrores nos esperan ahora, Mona?
MONA: Ya me lo imagino… pero estamos vivos para así poder luchar y
vencer! ¡Para poder pensar! ¡Pensar, Lalo, pensar!
LALO: (SE ABRAZAN) Tienes razón, el hombre no puede ser suplantado por
la máquina. El hombre ha sido hecho a semejanza de Dios y como tal lleva dentro
de sí una chispa de divinidad.
MONA: Ahora sólo nos resta luchar para ocupar nuevamente nuestro
lugar. ¡Ahora caminemos, Lalo! ¡Tenemos que movernos! ¡Movernos! ¡Movernos y
pensar!
(COMIENZA A MOVERSE, LALO LA
IMITA. SE DESPLAZAN EN DIFERENTES
DIRECCIONES)
LALO: ¡Sí, hay que pensar! ¡Hay que pensar! ¡Pensar, Mona! ¡PENSAR!
TELÓN Y FIN
Octubre de
1970.
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