Datos personales

Especialista en Teatro Venezolano

jueves, 7 de junio de 2012

Ángela Marina López C.



Nace en Barquisimeto. Estado Lara. Estudió Educación Física IUPC. Bailarina en la Academia de Ballet “Taormina”, Escuela de Danza Contemporánea, dirigida por José Salas, agrupación de Danzas Folkloricas, dirigida por José Largodia y en la Compañía de Danzas de Yolanda Moreno. Baila para varios programas de televisión en Caracas. Cursa en la Escuela de Teatro que dirige Carlos Denis. Como actriz se desempeña en varios montajes teatrales junto a Tomás Henriquez, Elio Rubens, Eva Blanco, Eva Moreno, Umberto Buonocore, entre otros. En la comunidad de Guarenas-Guatire-Araira promueve su dramaturgia participando en talleres de la mano de Rodolfo Santana y Néstor Caballero; otros dos de carácter internacional y como promotora cultural es miembro fundador del Centro de Dramaturgia “Armando Urbina”; así como de la Fundación “Rosendo Castillo” y el grupo teatral “Guachirongo”. Obtiene el primer lugar en Dramaturgia del concurso Monte Ávila Editores con la obra “Soñar no cuesta nada”.



MIRANDO
TU CUERPO, DESCUBRÍ
EL MÍO
De: AGUASANTA

ESCENA I   
      
(Un pequeño salón, en el centro una mesa, a los lados un par de butacas, jarrones con flores adornan la estancia. Allí, se encuentra Tulio Anzola, y Joel Noguera, ambos ríen. Tulio sirve dos tragos,  Joel se quita el flux y procede a sacudirlo. Tulio regresa y le entrega un trago a Joel, ambos brindan).

TULIO:    ¿Qué le pasó a tu traje?
JOEL:              (Ríe) ¡En ese tumulto de gente, alguien lo quería!
TULIO:    ¡Uf, figúrate no esperaba tanto público!
JOEL:              ¡A mí me jamonearon sin ser el artista! 
TULIO:    (Ríe) ¡Yo aproveché el momento!
JOEL:              ¡Ajá picarón! O sea que, ¿Tú también jamoneaste?
TULIO:    No me digas que tú, no…
JOEL:              ¡Bueno, no recuerdo…!
TULIO:    Pero. ¿Ni un jamoncito?
JOEL:      No Tulio. Dime. ¿Cómo llegaste a la publicidad?
TULIO:     ¡Ay Joel!  Prometo que te contaré todo, por ahora déjame  atenderte,                   
JOEL:              (Ríe) ¿A mí?
TULIO:     ¡Sí, a ti!
JOEL:              ¡El anfitrión eres tú, amigo!
TULIO:     No te preocupes, que hoy eres mi invitado.

                (Ambos ríen).

JOEL:              (Lo observa) ¡Que, de años sin verte!
TULIO:     (Con emoción) ¿Y tú? ¡Estás muy guapo!
JOEL:      ¿Quieres que te diga algo?
TULIO:     ¿Si?
JOEL:              ¡Que los dos estamos guapísimos! Ríen.
TULIO:     ¿Cuánto tiempo teníamos…
JOEL:              ¿Sin vernos?
TULIO:    Sí.
JOEL:      (Alegre) ¿Quince? No. ¡Veinte!
TULIO:     ¡Exactamente, amigo! Veinte años. Yo tenía 10 cuando te vi por   primera  vez en aquel barrio.
 JOEL:     Yo venía de 12 años. Cómo disfrutábamos jugando metras. ¿Te acuerdas?          
TULIO:     ¡Conti tumba!  Le hacíamos una barrida a todos los que estaban  Jugando.
JOEL:      (Risas) ¡Y corríamos hasta que dejaban de perseguirnos!
TULIO:     Si, y al siguiente día, Tulio era el paga platos como decimos  aquí.
JOEL:      (Con pena) ¡Perdona mi imprudencia amigo. Olvidemos esos años.
TULIO:     (Toma un sorbo. Sonríe) ¡Todo lo contrario Joel, no me afecta recordarlo, fue tanto lo que compartí contigo.

JOEL:      (Interrumpe) ¡Como si fuera ayer. Recuerdo que fui tu primer  amiguito!
TULIO:     (Ríe) ¡Aunque siempre te burlabas de mí!
 JOEL:     (Risas) ¡Claro, por nada llorabas!
TULIO:     ¡Pero aun así, me consentías!
 JOEL:    (Risas) ¡Es, que tu delgadez me impresionaba!
TULIO:     (Ríe) Bueno ¡Era signo del amor que nos teníamos!
JOEL:      (Nervioso) ¡Siempre fuimos amigos!
TULIO:     ¿Te acuerdas del pedazo de  espejo?
JOEL:      ¡Lo teníamos escondido!
TULIO:     ¡Desnudos, frente a él, contemplando nuestros cuerpos!
JOEL:      (Ríe) ¡Queríamos ser un Charles Atlas!
TULIO:     Yo no.
JOEL:      (Lo mira) Algo querías ser. ¿No?
TULIO:     ¡Mirando tu cuerpo, descubrí el mío!
             
(Joel, se levanta y camina hacia un lateral del escenario).

JOEL:      Nuestras vidas tomaron rumbos diferentes ¡Eres un famoso  Publicista!
TULIO:     ¡Éramos felices! Con mis 18 años, empezaba una vida nueva a tu  lado!
JOEL:      (Serio) ¿Qué pasa Tulio? ¡Yo tenía que ir a la universidad!
TULIO:     Ingeniero, dueño de ganado y caballos. Eres rico.
JOEL:      ¡También tú! Cuando te llamé creí por tu fama, no ibas a atenderme.
TULIO:     ¡Jamás pude olvidarte!
JOEL:              (Molesto) ¡Quisiera pasar la hoja!
TULIO:     ¡Yo completé un libro pasando hojas!
JOEL:              (Risa nerviosa) ¡Bueno, todo libro tiene su final!
TULIO:     Joel, ¿Eres curioso?
JOEL:              ¿Por qué lo preguntas?
TULIO:     Yo sé cómo saliste del barrio. ¿Te enteraste cómo lo hice yo?
JOEL:      (Duda) No.
TULIO:     (Toma un sorbo. Pausa) ¡A pesar de mis 18 años me sentía como  un  carajito de  15, que pierde por primera vez un amor!
JOEL:      (Nervioso) ¡Es tarde. Vine a saludarte, y no quisiera molestarte!
TULIO:     ¡Seré breve…! ¿Me permites continuar?
JOEL:              Sí.
TULIO:     ¡Lloré muchas horas, meses, frente al espejo!
 JOEL:     (Con pena) ¿Tú?             
 TULIO:    Sí. Me fortalecí al descubrir el valor que tenía mi escuálida figura.                
 JOEL:             ¡Para mí siempre tuviste un gran valor!
TULIO:     Gracias, amigo. ¿Sabes una cosa?  
JOEL:              (Duda) ¿Qué?    
TULIO:      Allí  exploré la belleza física de una mujer que renacía como  Florangel  Fontaine.
JOEL:     (Ríe) ¿Y ese nombre?
TULIO:     La conocí en Sabana Grande.
JOEL:     ¿Alguna novia?
TULIO:     No. ¡Ángel Fuentes era un travesti, bellísimo!
JOEL:      ¡Sigo sin entender!

 (Tulio se dirige hacia la mesita, toma pasapalos y entrega a Joel).
               
TULIO:    Trabajaba como maniquí viviente.
JOEL:              ¿Ángel?
TULIO:    Sí, tomó el nombre de su madre, Flor y lo unió con el suyo.
JOEL:     ¡Florangel! Y el ¿Fontaine?  
TULIO:    De una artista ya olvidada, pero no es todo.
JOEL:     Es que ¿Hay más de Florangel Fontaine?
TULIO:    Sí, quiso probar como modelo, y empezó a trabajar su cuerpo.
JOEL:     (Hace gestos con sus pectorales) O sea que…
TULIO:     ¡Uf! Pompi, lolas, cintura, y murió en el cambio de sexo!
JOEL:              ¿Murió? ¡Qué arrecho!
TULIO:     Un abogado de la familia me entregó una carta que él dejó.
JOEL:     ¿No me digas que te dejó una herencia?
TULIO:     Sí, su nombre artístico.
JOEL:     ¡Qué impresionante! 
TULIO:     No quería, pero su familia me convenció.
JOEL:     Y llegaste a ser la primera modelo de Italia.
TULIO:     Sí.
JOEL:      ¡Bueno, siempre te gustó vestirte de mujer! ¿Cómo sucedió?
TULIO:     Con mis 18 años, y mi cara espectacular salí a trabajar.
JOEL:      ¿Con ese nombre?
TULIO:    Sí. Era una forma de matar mis tigritos.
JOEL:      ¿Y los estudios?
TULIO:    ¿Estudios? No, como maniquí tuve un gran aprendizaje.
JOEL:      (Duda) Sí, pero…  
TULIO:     Un día llegaron al barrio unos artistas de cine, Filmando unas   escenas,
JOEL:     (Ríe) ¿Te contrataron como artista?
TULIO:    No, Joel, fue algo así como una novela.
JOEL:              ¿Y?
 TULIO:   Me fui a Italia con el director de la película.
JOEL:      (Con pena) ¡Qué te puedo decir!
TULIO:     ¡Nada, me convertí en la mujer del italiano!
JOEL:      (Con asombro) ¿Y todavía eres… Florangel Fontaine?
TULIO:    ¡No, La modelo quedó atrás.
JOEL:      ¿Sigues con el Italiano?
TULIO:    Murió, y me dejó una herencia. 
JOEL:      ¿Y por qué  regresas, como Tulio Anzola?
TULIO:     ¡Nunca he dejado de llamarme así!
JOEL:      ¡Los periódicos hablaron del retiro de esa modelo!
TULIO:     ¡A esta edad, ya no podía mantener una dieta y decidí descansar!
JOEL:      (Tímido) ¿Y el amor?
                           
(Tulio se acerca a Joel y le toma las manos. Joel se suelta, con disimulo y camina hacia la puerta que da a la calle).

TULIO:     ¡Este hotel es mío! Puedes quedarte.
JOEL:      (Mira el reloj) ¡Es tarde, tengo muchas mujeres que atender!
TULIO:     ¡Caramba! Ya veo que tienes un harén.
JOEL:      (Risas) Sí, de ganado y yeguas, nos vemos más tarde.

(Tulio se adelanta hasta ubicarse frente a Joel).

TULIO:     Espera, no tan de prisa. ¿No hemos hablado de tu boda?
JOEL:     Falta días para el civil, por ahora descansa.
TULIO:     ¿Me acompañas al salón principal?
JOEL:      Aquí el famoso eres tú, soy tímido.
TULIO:     ¡Ha sido tan agradable verte!
JOEL:     Sí, estuvo agradable pero…
TULIO:     ¿Cómo me localizaste?

(Joel lo observa, se rasca la cabeza y regresa a la mesa).

JOEL:     Internet, amigo, allí te encontré.  
TULIO:    (Risas) ¡Bien! Tengo una página de modelaje.
JOEL:     ¡Exacto, abrí esa página! No sabes cuánta alegría…
TULIO:    (Emoción) ¡Continúa!
JOEL:      (Turbado) ¡Nada! Te escribí para invitarte a mi boda.
TULIO:    ¡Y acepté! (Lo mira) ¡No me la podía perder!
JOEL:     ¡Te lo agradezco!  
TULIO:    ¡Te noto preocupado!
JOEL:      (Risas) No, todo lo contrario, estoy feliz.
TULIO:    ¿Estás obligado a casarte?         
JOEL:     ¡Para nada! ¿Sabes que jamás me había casado?
TULIO:     (Risas) ¿Estás seguro que no necesitas viagra?
JOEL:      ¡Eso no va conmigo!

 (Tulio toma la copa de Joel, sirve, se la entrega, y ambos toman)

TULIO:     (Voz baja) ¡Si lo sabré yo!
 JOEL:             (Serio) ¿Qué dices?
TULIO:     ¡Que me contenta!
JOEL:      ¡Igual yo, Tulio!
TULIO:     (Ríe) ¡Lástima que no sea una de tus yeguas!

(Ambos ríen, Tulio, sirve unas truchas, y comen…)

JOEL:      ¡Estoy enamorado!
TULIO:     ¡Ya lo sé, me dices que tienes un harén!
JOEL:      Por favor, Tulio, amo a una mujer.
TULIO:     (Sonríe) ¿Y te ama tanto, como yo?

(Joel, pone el vaso en la mesita y se dirige a la puerta).
               
JOEL:      ¡No has cambiado, Tulio!

                (Tulio, alcanza a Joel y lo hace regresar).

TULIO:    (Sonrisa) ¡No puedo cambiar contigo, amigo!
 JOEL:             Tulio, me gustaría conocer a Florangel Fontaine.
TULIO:    (Sonríe) ¡Espera, me desnudaré!
JOEL:      ¿Estás loco?
TULIO:    ¡No, cuando veas mi cuerpo, verás que soy Florangel Fontaine!
JOEL:       Moriría al nacer, porque   no recuerdo nada…
TULIO:     ¡Para mí fue como el renacer de un crepúsculo!
JOEL:      ¡Caramba, el hombre sigue siendo músico, poeta y loco!
TULIO:     ¡Fui un ocaso en tu vida!
JOEL:      ¡Recuerdo, como cantabas y declamabas vainas locas!
TULIO:    A mi edad, te llevaba serenatas. ¿Recuerdas?
JOEL:      Todo en broma, es que éramos unos pelaos.
  
(Tulio, camina hacia Joel, trata de abrazarlo, éste disimula, pica   un pasapalo y se lo entrega. Se lo lleva a la boca).

TULIO:     ¡Es verdad, éramos unos chamos! (Lo mira) ¿De veras quieres  conocer a Florangel Fontaine?
JOEL:      ¡Sí, tengo curiosidad, figúrate, mi gran amigo, convertido en una famosa modelo!
TULIO:     Porqué no me hablas mejor de tu madre, Rubí, ¿Vive?
JOEL:      Sí.
TULIO:    ¡Ay qué seco! Dichoso que está contigo, la mía no la conocí.
JOEL:     ¿Y, la señora con quien vivías?
TULIO:     ¡Gracias a ella tengo un apellido! Ella me adoptó, pero ya murió.
JOEL:     Perdona, sé que la amabas.
TULIO:     ¡Como tú, a Rubí!
JOEL:              Tengo problemas con mi madre.
TULIO:    ¿Está enferma?
JOEL:     No, Sigue con su trabajo de toda la vida.
TULIO:    (Ríe) ¡Qué bueno, que siga teniendo esa vitalidad!
JOEL:      (Va hacia Tulio) ¡Cuidado Tulio  serás muy famoso…
TULIO:    ¡Siempre la respeté, y conocía lo que hacía!
JOEL:      Gracias por guardar ese secreto.
TULIO:     ¡Por favor Joel, ese es su trabajo!
JOEL:     (Rabia) ¿Trabajo?
TULIO:     Sí, amigo, gracias a ella estudiaste.
JOEL:      ¿Pero lo que no sabes, cuál fue mi casa cuando salí de aquel barrio?
TULIO:     ¡Pero, estás vivo!
JOEL:      ¡Odié aquel lugar!
TULIO:     ¡Pues perdiste tu tiempo!
JOEL:      ¿Qué estás diciendo, carajo?

(Tulio, se levanta de la silla y camina hacia el lateral. Hace gestos con los brazos).

TULIO:   ¡Una nena diaria! (Dobla el brazo) ¡Del budare a la boca! (Risas) Como se dice aquí.
JOEL:      ¡Siempre con tus ocurrencias!
TULIO:   (Sorbe un trago) Bueno, ¿Y ahora qué pasa con tu madre?
JOEL:      ¡No quiero que asista a mi boda!
TULIO:     ¡Qué bravo! ¿Por qué? ¿Quién te lo prohíbe?
JOEL:      (Apura un trago) ¡Bueno! Mi entorno, mi novia es de clase, mis  amistades…No sé cómo decirte.
TULIO:     ¡Ella nunca te abandonó!
JOEL:     ¡Pero, por años viví como rata en ese bar!
TULIO:     ¿Por qué? ¡Siempre te vi escoltado por chicas!
JOEL:      ¡Figúrate, un carajito en un bar! Permanecía escondido.
TULIO:     ¿Y nunca te desviaste del camino?
JOEL:      Sí, ya sé por dónde vienes. ¿Puedes servirme un trago?
TULIO:     ¡Está bien, olvidemos ese pasado! 
JOEL:      (Duda) ¡Quisiera decirte algo!
TULIO:     ¿Qué, me vas a hablar… de amor?
JOEL:      (Serio) ¡Tulio!
TULIO:     ¡Ay, perdona… continúa, Joel!
JOEL:      (Pausa larga) ¡Será posible, que tú!
TULIO:     (Lo mira) ¡Yo! ¿Qué, Joel?
JOEL:      (Pausa larga) ¡Representes a mi madre!  ¿En mi boda?
TULIO:     ¿Qué? ¿Tú sabes lo que me estás pidiendo?
JOEL:      (Aturdido) Perdona, que loco soy… olvídalo.

          (Tulio, toma por el brazo a Joel y lo invita a sentarse).

TULIO:     ¡O sea, que no asistirá! ¿Lo sabe tu novia?
JOEL:     No la conoce.
TULIO:     Joel. ¿Me estás vacilando?
JOEL:      Te digo la verdad, yo conozco la familia de Clarissa, mi novia.
TULIO:     Clarissa… y. ¿Por qué no dejas que ellas se conozcan?
JOEL:     ¡Qué te pasa! Son dos mundos diferentes.
TULIO:     ¡Por favor Joel, no seas niño! Rubí es una gran mujer.
JOEL:      (Duda) ¡Ey! ¿Por qué lo dices?
TULIO:     ¡Óyeme! Y coge palco como decían en mi barrio, yo no tuve   madre, pero conocí a Rubí.
JOEL:      (Duda) O sea, que mi madre y tú…
TULIO:     ¡Ella me enseñó las primeras letras!
JOEL:      ¡Perdona, Tulio!
TULIO:     Estoy agradecido, me trató como un hijo.
JOEL:      (Lo mira) ¿Te enseñó muchas cosas?
TULIO:     ¡Y guardó tantos secretos! ¿No recuerdas?
JOEL:      ¿Y le creías? Una mentira la convertía en un volcán.
TULIO:     (Observa su vaso) Sí, como el día que nos sorprendió debajo  de la cama
JOEL:      (Indiferente. Sonríe) Ustedes son unos artistas…
TULIO:     Rubí, siempre nos apoyó, aceptó la situación que vivíamos.
JOEL:      (Camina hacia la salida) ¡Ay no sigas, no quiero seguir oyendo…!

 (Tulio, avanza hacia Joel y lo abraza de espalda, Joel, queda  quieto, no se mueve. Ambos no pronuncian palabras).

TULIO:     ¡Es tan difícil decirte… amigo! Ha pasado tanto tiempo. Me  llamaste y aquí estoy, a tu lado.


(Joel, se voltea y lo abraza normal, lo toma por los hombros y Sonriente, lo hace que camine a su lado, y llegan al centro del escenario).

JOEL:      ¡Tulio! ¿No recuerdas la promesa que hicimos cuando salí del barrio?
TULIO:    (Hace una mímica) Sí. ¡Nada de lloriqueos Tulio, que ya somos  unos hombres!
JOEL:     ¿Entonces! Apenas me fui y la rompiste.                   
TULIO:     ¡La rompiste tú, que llevabas unos pendejos lagrimones!
JOEL:     ¡Claro, sabía para donde iba!
TULIO:     ¡Ese día, recorrí el barrio como político buscando votos!
JOEL:      (Risa) ¡Como cualquier iguanita de cerro! ¡Flaquito!
TULIO:     ¡No podía resistir una burla, un chalequeo, pero sucedió!
JOEL:      Perdona Tulio, no quisiera continuar. Creo que te hice daño…

(Tulio, se levanta del asiento y camina hacia un sonido y pone música suave).

TULIO:     (Seca lágrimas, sonríe) ¡Ves! El tiempo nos dio la razón. Rubí fue mi fiel consejera.
JOEL:      (Sorprendido) No me explico en qué momento acudías a ella.
TULIO:     Cuando ibas a la escuela, yo trabajaba en tu casa.
JOEL:      ¡Qué pena amigo, tú…!
TULIO:     Sí, yo hacía los mandados, limpiaba el patio, le entregaba las tareas a Rubí y me  daba una exquisita comida.
JOEL:      (Triste) Ayer fui al bar y hablé con ella.                           

                     
ESCENA I

(La luz del lateral derecho se apaga. En el lateral izquierdo     se enciende una luz. Dos figuras y algunos objetos simulando el bar. Sentado se encuentra Joel  dándole vuelta entre sus manos a un vaso que contiene licor. Rubí, su madre, camina de una esquina a otra del local. En una mano sostiene un vaso lleno de  licor, y en la otra fuma con gran elegancia).
                  
JOEL:      ¡Para de caminar mujer, pareces una miss!
RUBI:       (Lo mira) ¿Tú sabes lo que me estás diciendo Joel?
JOEL:      Sí, pronto me caso.
RUBÍ:       (Rubí, fuma, y lanza una bocanada de humo, apaga el cigarro) ¿O sea, que no asistiré a esa boda?
JOEL:     ¡Entiéndeme, Rubí!
RUBI:       ¿Conozco a tu futura esposa?

                                 (Joel  toma un trago)

JOEL:      (Contrariado) ¡No, no creo, es hija de un congresante!

                     (Rubí  se sirve un trago, y lo toma  de prisa).
                   
RUBÍ:       ¡Ah, de la sociedad! ¿Tú sabes cuántos congresantes han pasado  Por aquí? ¿Cuantas hijas de mami y papi han llegado a este  bar como damas de compañía?
JOEL:      ¡Madre conozco la vida de este burdel!
RUBÍ:       Qué bueno Joel, y ojalá no se te olvide que este burdel como lo  llamas, te dio el título que posees.
JOEL:      (Con violencia, Interrumpe) ¡Un momento Rubí, ese título me  lo gané  soportando a una cabaretera.
                     
        (Rubí, camina donde está Joel, y le suelta una bofetada).
                  
RUBÍ:       ¡Este, ha sido siempre mi trabajo, aquí hacías las tareas, te   formaste como hombre!
JOEL:      (Con cinismo)  ¿Quieres que diga, que en este burdel de putas pasé mis mejores años? ¿Eso es lo que quieres oír, no?
RUBÍ:       ¡Trabajadoras! Este es un oficio de rutina que se realiza en este  lugar.
JOEL:      ¡Eso era lo que me asqueaba!
RUBÍ:       ¿Qué?
JOEL:      ¡Ese oficio de rutina! (Se desplaza, a un lateral)  ¡Mujeres sentadas en las piernas de cualquier tipo, licor, música!

              (Joel, pone con fuerza el vaso sobre la mesa. Gime).

RUBÍ:      (Serena. Fuma) Tu vida no ha cambiado, Joel.
 JOEL:     (Lágrimas. Mira a Rubí) ¿Qué dices, madre?
RUBÍ:      ¡Conozco mucha gente de tu mundo!
JOEL:      ¡Nunca has salido de estas cuatro podridas paredes!

 (Rubí, camina hacia un lateral. Aún conserva una buena figura).

RUBÍ:       Tuve un compañero rico, que me trató como una dama.
JOEL:       (Curioso) ¡Jamás te vi  hombre alguno!
RUBÍ:       ¡Tú, no naciste por obra y gracia del Espíritu Santo!
JOEL:      (Cínico) ¿Qué pretendes, madre? ¿Buscarme un padre, a estas  alturas de mi vida?
RUBI:      ¡No, pero existe, si no lo quieres conocer allá tú. Pero yo fui  feliz a su lado.
JOEL:              ¡Definitivamente eres una cajita de sorpresas!
RUBI:       ¡De repente es un invitado tuyo! ¿Por qué no?
JOEL:     ¡No tengo ningún invitado que lleve mi apellido!

 (Rubí, camina al bar sirve dos tragos, entrega uno a su hijo, saca    una caja de cigarros, un yesquero y prende uno).

RUBÍ:        Acuérdate que tienes mi apellido.
JOEL:      ¡Qué vergüenza, en los sitios donde voy no conocen tu  apellido, y eso, es un aliciente!
RUBI:       ¡Será que no quieren herirte, porque a Rubí Noguera la  conoce hasta el perro! 
JOEL:      ¡No digas nada de mi padre, ni siquiera quiero conocerlo!  
RUBI:       ¡Y tan cerca que está de ti! Vete Joel, la vida nos ha llevado por  caminos diferentes.
JOEL:      ¡Porque tú lo quisiste!
RUBI:       Rubí Noguera, no ha cambiado.
JOEL:      No. Dime, si llegaras a mi boda, como te presentaría.
RUBI:       ¡Como lo que soy!
JOEL:      No creo que pasarías inadvertida para los hombres.
RUBÍ:       ¡Olvídalo hijo! Así te cases con una reina, yo seguiré siendo tu madre, y dueña de este bar.
JOEL:      Eso es cierto.
RUBI:       Y tú el hombre rico, casado  y una sociedad que siempre   juzgará tu pasado.
JOEL:     ¡Siempre estuviste allí, hostigándome!
RUBI:       ¡Jamás te maltraté!
JOEL:     ¡Tu presencia, era un maltrato, Rubí!
RUBÍ:       (Triste) ¡Es una lástima, hijo!
JOEL:     (Angustia) Pudiste llevar otro tipo de vida.
RUBÍ:       (Fría, lo mira) ¿Qué quieres que haga a mis 68 años, ah? ¿Borrón y cuenta nueva?
JOEL:      No creo… ¿Mi padre, también fue borrón y cuenta nueva?
RUBI:      ¿Te ha hecho falta?
JOEL:     ¡Por favor, madre; ni siquiera por curiosidad!
RUBI:       Entonces. ¿Viniste a reclamar tu paternidad?
JOE:        ¡No! ¿No crees que daría pena ajena?
RUBI:       Me dio igual tener un hijo soltera, y que llevara mi apellido.
JOEL:      (Toma el último sorbo) ¡Noguera! Lo oiré como un eco!
RUBI:       No esperes que repita lo mismo, no cambiaré.
JOEL:      ¿Te importa algo?
RUBI:       ¡Para nada, soy libre! ¡Y no te preocupes que a tu boda, no iré!
                    (Rubí, con gran elegancia le indica la salida).
JOEL:      ¡Me corres, porque sabes que tengo la razón!
RUBÍ:     ¡No, simplemente te despido! Pero convénceme ¿Cuál es tu razón?
       
(Joel, se levanta de la silla y camina a la salida, su madre nerviosa, fuma. Su mirada recorre el bar).
                    
JOEL:      (Antes de salir) ¡Sería bueno que me dieras la  oportunidad de  ser libre! No quiero seguir siendo tu sombra. No. Adiós.
                
                 (Joel, sale. Rubí suelta una lágrima).

                                                       
ESCENA III

 (Tulio, tiene en sus manos una fina cigarrera y un yesquero, procede a prender un cigarro).

JOEL:      No sabía que fumabas.
TULIO:     ¡Tu partida me indujo a fumar!
JOEL:     Estás inventando.
TULIO:     ¿Estás celoso?
JOEL:      (Ríe) ¡Qué ocurrente eres!  
TULIO:     (Sonríe) ¡Hablemos de tu madre!
JOEL:      ¡Gracias Tulio por escucharme, estoy mal!
TULIO:     ¡Pero, igual te vas a casar!
JOEL:      Sí, y perdona que te meta en este problema. Pero. ¿Qué hago?
TULIO:     ¡Ya Florangel Fontaine, es un remanso!

                     (Joel, camina hacia Tulio y lo abraza).

JOEL:      ¡No digas eso, te has presentado como siempre has sido, un torbellino!
TULIO:     (Risas) ¿Verdad? Creí que me veías como un río seco.

(Tulio, entre risas y coqueteos abraza a Joel, éste sorprendido  Trata de esquivarlo. Tulio, domina la situación, lo lleva a la silla, lo hace sentarse y se sienta sobre  sus piernas, Joel, lo empuja y caen al piso. Ríen).           
    
JOEL:      (Sonríe, manos en la frente) ¿Otra vez? ¡Tú, no cambias, loco!
TULIO:     (Hace un gesto de mujer) ¡Qué va mijito! (Serio) ¿Rubí, está igual?
JOEL:      Sí. ¡No ha cambiado mucho!
TULIO:     ¿Entonces, cuál es el miedo?  ¿Perdió su donaire?
JOEL:     ¡Entiende, Tulio; ella no dejará de ser, eso!
TULIO:     ¿Prostituta?
JOEL:       Yo no lo digo, me pareces que estás ofendiéndola. 
TULIO:     ¿Qué te pasa Joel? Le has dicho de todo a tu madre y ahora,  ¿Yo soy el que ofende?
JOEL:      ¡Lo siento, Tulio!
  
(Tulio, da una palmada para llamar a Mario, el mesonero. Éste   aparece de inmediato).

TULIO:     Mario, te presento a Joel, amigo de infancia.
                 
(Mario, deja lo que carga en las manos, va hacia Joel y le hace  una  reverencia antes de darle la mano).

JOEL:      Mucho gusto Mario, (A Tulio) Veo que es de tu confianza.
TULIO:    ¡Como un hermano!
MARIO:   Cumplí 18 años al lado del señor Tulio.
JOEL:      O sea que. ¿Le conoces su temperamento?
MARIO:    (Sonríe) Sí, a veces me sale regañarlo, pero, es maravilloso jefe.

(Con una sonrisa Mario se despide y procede a recoger algunas cosas de la mesita)

TULIO:     ¡Ay no me consientas tanto. Tráeme una cajita de primeros auxilios. Por favor   
MARIO:   (Sorprendido) ¿Ah? ¿Señor Tulio, se siente mal?
TULIO:     No, el doctor Joel.
MARIO:    (Confundido, mira a Joel) ¿Usted?
JOEL:              No le haga caso, amigo; el enfermo es él.
MARIO:    (Nervioso) Señor Tulio. Yo…
TULIO:     (Voz alta) ¡Tráela! Este carizo está mal de la cabeza.
JOEL:      ¡Déjate de niñadas! No empieces…

              (Tulio, camina hacia Joel y lo toma por la solapa).

TULIO:     Un niño malcriado, eso es lo que pareces con tu madre.
JOEL:      (Violento) ¡Le estoy pidiendo mi libertad! ¿Eso, es ser un niño  malcriado?
TULIO:     (Se separa. Voz alta) ¡Ella te dio una buena formación!
JOEL:     ¡No sé qué tiene que ver la libertad con la formación!
TULIO:     ¡Por favor, Joel, eres un profesional, eres autónomo, por lo tanto eres libre!
JOEL:      ¡No me entiendes, Tulio! Soy un preso sentimental de mi madre.
TULIO:    (Sorprendido) ¿Qué estás diciendo?
MARIO:    (Se le cae la bandeja) ¿Ah?

(Joel, sacude por los hombros a Tulio, caen al piso. Mario trate  de separarlos. Joel insiste)

MARIO:   (A Joel) ¡Contrólese, señor! (Grita) ¡Locos del carajo!

       (Tulio y Joel se separan, voltean la mirada hacia Mario).

TULIO:    (Se arregla el cabello) ¡Disculpa Mario!
MARIO:   (Lo mira) ¿Ah?
JOEL:      ¡Igual te pido disculpas! Pero (Voz alta) ¿No tienes otra palabra que no sea. Ah? 
MARIO:    ¡Perdón señores, no quise ofenderlos! ¡Era la única manera de separarlos!
TULIO:    ¡Está bien, te puedes retirar!
MARIO:    ¿Seguro que no quieren nada?
TULIO:     (A Joel) ¿Quieres algo, hermano?
JOEL:      Sí, retirarme.

(Joel avanza hacia la puerta de salida, escoltado por Mario).

TULIO:     Un placer haberte visto, hermano, mañana regreso a mi  hogar.

(Mira a Joel, y regresa hacia Tulio, Joel, detiene la marcha. Mario que va detrás casi lo atropella. Lo Mario lo sigue).

JOEL:      (Abraza a Tulio) ¡Perdóname, me siento feliz de que hayas venido  a mi boda!
(Mario, sacude su cabeza, sin entender qué pasa).
MARIO:    Señor Tulio. ¿Ahora sí le traigo la cajita de los primeros auxilios?
TULIO:     No, Mario, ahora me traerás, licor y comida porque vamos a  celebrar.
MARIO:    ¡Bien! Con su permiso.
JOEL:     ¿Algo más que celebrar?
TULIO:     Sí, he decidido acompañarte
JOEL:      (Emoción) ¿Qué, o sea que serás mi madre?
TULIO:     No.
JOEL:              (Asombro) ¡No te entiendo!
TULIO:     ¿Por qué no Carola? También es tu familia.
JOEL:      (Grita) ¿Mi hermana?
TULIO:     Te gustaría asistir con tu familia. ¿Cierto?
JOEL:      ¡Sí, Pero no con esa loca de mierda! Ésa, se fue con un hombre cuando tenía 15 años
TULIO:     Carola asistirá a la boda. ¿Qué dices?
JOEL:     ¿Qué sabes tú donde se encuentra?
TULIO:     ¿Y para qué la quiero?      
JOEL:      ¡Ah! Quería que representaras a mi madre.
TULIO:    ¡Entonces no se hable más, no quiero ofender a Rubí!
JOEL:     Es que, esa ni siquiera tendrá el donaire de mi madre.
TULIO:    No te preocupes. (Altiva) ¡Yo soy Florangel Fontaine!
JOEL:      (Atónito) ¿Qué? ¿Harías eso por mí?
TULIO:     (Serio) ¡Eso y más, Joel!
JOEL:      (Sofoco) ¡Se te agradece, amigo!
TULIO:     (Ojos cerrados) ¡Bésame!
JOEL:      ¡Qué loco! Venga un abrazo, hermano.

(Joel, toma a Tulio por la cintura, le da vuelta alrededor                                  del  escenario).

TULIO:     (Se desprende) ¡Un momento, que todavía soy un macho!
JOEL:      ¡Es que me siento el hombre más feliz del mundo!
TULIO:     (Cambia la voz. Ríe) ¡Ay, qué apretón. Pobres lolas!
JOEL:      (Risas) ¡Tú no tienes compón!
           
          (Tulio sirve un último trago.  Ambos brindan, y toman).
 
TULIO:    (A Joel) Joel, tengo algo que decirte.
JOEL:       ¡Ay no! ¿Vamos a empezar otra vez?
TULIO:    No, es otra cosa, aunque no dejo de pensar en Rubí.
JOEL:      ¿Qué me tienes que decir?
TULIO:     ¡Que no sé bailar! Así de fácil.

(Joel, que tenía un sorbo del líquido en la boca, lo  expulsa. Tose, la risa no lo deja hablar. Tulio, lo observa. Contiene la risa).

JOEL:      ¡Carajo! Creo que entendí lo que dijiste. ¿Cierto?
TULIO:    ¡Ajá!
JOEL:      ¡Una modelo debe bailar hasta reguetón!
TULIO:    ¡Era una modelo nata, mucho ejercicio, pero cero vida social!
JOEL:      No te preocupes. Te mandaré una amiga que me enseñó a bailar.
TULIO:    ¡Nada de amiga! Tú, serás mi maestro de baile.
JOEL:      ¡Apenas conozco algunos pasos!  No puedo, soy fatal en eso.

(Tulio, da unas palmadas y aparece Mario el mesonero. Está  nervioso).

MARIO:   Señor Tulio, ya está casi listo, enseguida le traigo lo que ordenó.
TULIO:     No te preocupes Mario, ve a mi habitación, me traes un porta   saco y  un neceser que está sobre la cama.
MARIO:    ¡Enseguida, señor Tulio!  
JOEL:      ¡Ay Tulio! Yo no puedo salir de aquí pasado de tragos.
TULIO:    No te preocupes, tú me enseñas algunos pasos de baile, y te   dejaré marchar.
                    
(Mario aparece con el pedido, pone todo en su sitio y sale. Tulio procede a desempacar, y comienza a vestirse de mujer. Se maquilla).

JOEL:      (Sorprendido) ¿por qué esas ropas?
TULIO:     (Deja el maquillaje)  ¡Joel! ¿No pensarás bailar con un hombre?
JOEL:      No, pero…
                        
 (Tulio, camina hacia el  pequeño equipo, lo prende y se deja oír una música alegre).   

TULIO:     ¡Listo, Tulio! Ven tómame! ¿Te gusta esa música?
JOEL:      ¡Qué vaina amigo, estoy nervioso!
TULIO:     Nervioso estoy yo, que no sé bailar.
JOEL:      ¡Esos zapatos  son tan altos, que te puedo tumbar!                
TULIO:     ¡Deja el cotorreo! ¿Quieres? Caminaré, ya es costumbre.
                   
(Tulio, se desplaza por el escenario, que sirve de pasarela y  regresa al centro donde se encuentra Joel).

JOEL:      (Tímido) Perdona. ¡Te tomaré por la cintura!
TULIO:     (Abraza a Joel. Insinúa) ¡sin pena mi ángel, date!
JOEL:      (Se separa) ¡Así no, pareces una mosca. Tienes que seguir el movimiento de mis pies.
TULIO:     ¡Por ahora!
JOEL:      (Lo toma por la cintura) ¡Sígueme! Uno, dos, adelante. Uno, dos, hacia atrás. Uno, dos adelante. Uno, dos hacia atrás…
TULIO:     ¿Rubí, sabe bailar?
JOEL:     ¡Sabrá Pepe!
TULIO:     ¿Quién es Pepe?
JOEL:      ¡Es un decir! Concéntrate.
TULIO:     ¿Tu madre sabe que bailas muy bien?
JOEL:     ¡Por favor Tulio, soy un extraño para mi madre!
TULIO:     Por lo menos permite que hagas lo que te venga en ganas. 
JOEL:      ¡Continua! Otro paso da la vuelta. (Jadea) ¡Sigo atado a ella!
TULIO:     Me gustaría bailar con Rubí, en tu matrimonio.
JOEL:      ¡Por enésima vez, te digo que no es su mundo!
TULIO:    Yo lo conozco, y es peor que el de ella!
JOEL:      No quisiera que fuera el hazmerreír de mis amigos. ¡Por   favor!
TULIO:      ¡Joel!  Allí, uno se codea con todo tipo de alimañas.
JOEL:      ¡Ese es mi mundo Tulio! Adefesios o como los quieras llamar, me han aceptado.
TULIO:     ¡Eres un buen maestro, sigamos bailando!
JOEL:      (Jadea) ¡Creo que no puedo seguir!

(Tulio, continúa bailando como un profesional, sin hacer caso   a los quejidos de Joel. Entra Mario el mesonero con un pedido).

MARIO:    (Asombro) ¡No!
JOEL:      (Se separa con violencia) ¡Ya, basta!
TULIO:     (Jadea) ¡Joel, lo nuestro está vivo!
MARIO:    ¿Qué dice, señor?
JOEL:      ¿Qué dices, carajo?
TULIO:     ¿Qué dije? (A Mario) Lo siento, no sé bailar!
MARIO:    (A Joel) Le está enseñando a bailar. ¿Bolero?
JOEL:      (Serio) ¡Espere amigo, no soy escandaloso bailando!
Mario:      (Simula un gesto con el brazo) ¡Sí, eso lo percibo!
TULIO:     ¡Bueno Mario! Ya trajiste el pedido, ahora vete, te llamaré.
MARIO:    ¿Señor, le traigo la botella?
TULIO:     ¡Ah, sí! Y cuando se vaya mi amigo, nos quedaremos tú y yo bailando. ¿Te parece?   
MARIO:    (Nervioso) ¡Mire señor Tulio, yo… bueno, a mí me gustaría!
TULIO:     (Interrumpe) ¡Sí, claro que te va a gustar! Hoy no te sale Permiso. ¡Prepárate!

 (Mario, recoge algunas cosas, está nervioso. Mira a Joel, trata de expresarle algo. Joel camina hacia la puerta de salida sin   mirar).

MARIO:    ¡Señor Joel, le hice una exquisitez de Languedoc. Ya está  Servida!
JOEL:      (Caso omiso) ¡Te dejo, Tulio! Recuerda que mañana iremos a La boutique  Joel, sale de escena.
MARIO:    (A Tulio) ¿Ah? 
TULIO:     (Pone un merengue) ¡Prepárate papito, que viene lo tuyo!
                     
(Mario, nervioso, oye la música y su cabeza se mueve rápido negándose en salir a bailar. Tulio, lo mira y con el dedo índice  lo invita al centro del escenario).

MARIO:   (Gime) ¡Señor Tulio, recuerde que la última vez que bailé con usted, sufrí un infarto!   
TULIO:     ¡Ay Mario! ¿A quién engañas? Te echaste unos  cuantos y te dio un soponcio.
MARIO:    (Saltando) ¡Me quedé en la clínica por un infarto!
TULIO:     ¡Aplácate viejo loco, que pareces un caballo desbocado!
MARIO:    ¡Téngame paciencia señor Tulio, que ya no tengo quince!
TULIO:     ¡Déjate llevar, ven apriétame, meniaíto, anda, dale!   

(Tulio, baila y ríe locamente, Mario, está pegado al cuerpo de  Tulio, que no permite pasos sueltos…)


ESCENA IV

(Salón Principal un sofá, una mesita de centro, sobre ella un ramo   de flores. Tulio se encuentra revisando una cantidad de carpetas a  su lado un pequeño archivador manuable. Entra Mario, lleva un vaso con líquido y un papel que entrega a Tulio. Tulio lee, señala  la puerta. Mario regresa a ella. Una señora elegante se presenta, Mario, sale. La mujer avanza hacia Tulio, se abrazan)

Tulio:       (Lágrimas) ¡Qué de tiempo, amada Rubí!
RUBÍ:       (Gime) ¡Sin lloriqueos, Tulio del alma!
TULIO:     (La contempla) ¡Qué elegancia, ya decía que Rubí no cambiaría!

        (Rubí, camina por el escenario  y regresa hacia Tulio).

TULIO:     ¡Espero que me aceptes aunque sea una copa!
RUBÍ:       ¡Lo mismo!
TULIO:     ¡Ese licor, es tan exquisito como tú!
                 
(Tulio y Rubí, ríen. Tulio la invita a tomar asiento. Llama a Mario  que llega rápido, hace una reverencia a Rubí y mira a Tulio).

TULIO:     ¡Mario, trae un servicio de coñac, y caviar!

(Mario, nervioso mira a Rubí y a Tulio. Tulio, sostiene la mirada Y le indica la salida. Mario hace una reverencia y sale).

RUBÍ:       ¿Quién es él?
TULIO:     Mario, es de mi confianza.
RUBÍ:       (Ríe) ¡Parece que vio un fantasma!
TULIO:     ¡Lo conozco, le cautivó tu presencia!

(Ambos ríen. Tulio le toma la mano a Rubí, le da una vuelta y le da un fuerte abrazo. Aparece Mario, ojos desorbitados).

MARIO:    ¡Señor!
TULIO:     (Observa a Mario) Ah, ¿Llegaste? Ponlo en la mesita. Te  Puedes retirar, Mario, yo sirvo.
MARIO:    ¡De ninguna manera mi señor, estoy para atenderlo!
TULIO:     No, Mario, hoy seré el anfitrión de esta bella dama.
MARIO:    ¡Yo!

(Tulio, con elegancia le señala la puerta. Mario, lo mira y sale. Camina hacia la mesita, sirve dos copas y entrega una a Rubí).
                        
TULIO:     (Ríe) ¡Le fascina mis locuras, por eso sigue conmigo!
RUBÍ:       (Ríe) Hablando de locuras, te vi en una revista italiana.
TULIO:     ¿De modelaje?
RUBI:       Sí. ¡En esa revista te consideran el icono de la publicidad!
TULIO:     Sí. (La mira) ¡Por ahora me siento feliz, Rubí!
RUBÍ:       (Lo abraza) ¡Ay, no me pongas esa cara, igual me siento al  verte!
TULIO:     Y. ¿Tú crees que yo no? Estoy bravo conmigo mismo.
RUBÍ:       ¿Por qué? Esa rabia. ¿Viene del alma?
TULIO:     (Ríe) No. ¡Del corazón!
RUBÍ:       Tulio, han pasado muchos años…
TULIO:     ¿Y tú crees que olvidar es fácil?
RUBÍ:       Perdóname, cariño, me siento tan culpable.
TULIO:     (La abraza) No, Rubí, el amor no tiene sexo, no tiene edad.
RUBÍ:       (Interrumpe) Allí no pasó nada, Tulio, eso quedó como  simple juego de niños.
TULIO:     Te equivocas, Rubí, nadie puede cubrir esos surcos, sino el  amor.
RUBÍ:       Joel cambió cuando me lo llevé de aquel barrio.
TULIO:     (Sonríe) ¡Acuérdate que los pantalones cortos quedaron atrás!
RUBI:       (Risa) ¡Como también la adolescencia!
                                    
(Entre risas Tulio, sirve una copa de licor, y le ofrece caviar  a Rubí).

TULIO:     ¡Siempre te admiré, Rubí! Aun  viviendo en un barrio, jamás  perdiste ese  encanto como mujer y madre.
RUBÍ:       (Sonríe) El hábito no hace al monje. Siempre seré Rubí.      
TULIO:     (La mira) ¿Sabes que voy a la boda de tu hijo?
RUBÍ:       Sí, y no me digas los pormenores. Quiero verte feliz.
TULIO:     Llevo cuarenta y ocho horas aquí, y ya me tengo que ir.
RUBÍ:       (Asombro) Cariño, acabas de llegar. ¿Por qué te vas tan  rápido?
TULIO:     Por decir algo. Falta poco para la boda. ¡Quedaré solo!

                          (Rubí, abraza a Tulio).

RUBÍ:       ¡Mi niño! Nunca dejé de consentirte. ¿Lo recuerdas?
TULIO:     Si, tú fuiste esa madre que siempre soñé.
RUBÍ:       Quise llevarte conmigo, y no aceptaste.
TULIO:     Jamás miré a Joel como un hermano.
RUBÍ:       Anoche me sorprendió su visita…


ESCENA VI

(Interior de la casa de Rubí, un sofá, una mesita de centro, adornos, y una  lámpara  en una esquina. Rubí, revisa algunos papeles. Aparece Joel).

RUBÍ:       ¡Hola hijo! ¿Pasa algo?
JOEL:      ¿Te extraña mi visita?
RUBÍ:       ¡Claro, creí que no volverías!
              
                    (Joel, se desplaza por el escenario).

JOEL:      Todavía puedo decir que es mi casa. ¿No?
RUBÍ:       Espero que la conserves. ¡Ha sido parte de mi vida!
JOEL:      ¿Qué puede pasar si llego a venderla?
RUBÍ:       ¡No dejaré de halarte los pies todas las noches! 

                     (Joel sonríe, Rubí lo  imita).

JOEL:      (La mira) ¿Lo viste?
RUBÍ:       ¿Qué?
JOEL:      ¡Madre, sabes de quién te hablo!
RUBÍ:       ¡Ah! ¿Te refieres a Tulio Anzola?
JOEL:      Sí, ¿Lo visitaste?
RUBÍ:       No, Joel, ¿Quieres hablar de él?
JOEL:      (Nervioso) ¿Para qué?  ¡Ya conversamos!
RUBÍ:       ¿Cómo lo encontraste?
JOEL:      Bien. (Ríe) ¡Un loco del carajo! Tulio no cambia.
RUBÍ:       (Lo mira) ¿Te emociona verlo, verdad?
JOEL:      (Irritado) ¿Qué insinúas, Rubí? 
RUBÍ:       ¡Perdona! Es que han pasado tantos años…
JOEL:      Puede pasar mil años, y siempre será el amigo de infancia.
RUBÍ:       ¡Está bien, No tienes porqué irritarte!
JOEL:      ¡No, no estoy irritado, pero tus palabras tienen doble intención!
RUBÍ:       ¿Y tu visita… no trae algún propósito?
JOEL:      Me marcho, mi visita ya no te agrada.

(Rubí, camina hacia Joel. Lo abraza. Joel, queda quieto, sus brazos no se mueven, y deja caer la cabeza sobre el hombro             de Rubí).

RUBÍ:       (Emoción) ¡Amor nunca serás mi visita, esa puerta siempre  estará abierta para ti!
JOEL:      (Gime) ¡Me trae tantos recuerdos!
RUBÍ:       La presencia de Tulio…

(Joel, se separa de Rubí, camina hacia un lateral del escenario, cruza los brazos, acaricia su barbilla).

JOEL:      ¡Rubí! ¿Necesito repetirlo…?
RUBÍ:       ¡Entonces, déjalo hasta ahí! ¿Qué te inquieta ahora?   
JOEL:      No debimos dejarlo abandonado en aquel barrio.
RUBÍ:       Luché hasta el final para que nos acompañara, pero no quiso.
JOEL:      ¡Me siento mal, no quiero que se vaya!
RUBÍ:       ¡Por favor, Joel, Tulio debe tener planes de boda, como tú!
JOEL:      (La mira) ¿Lo viste verdad, te comentó algo?
RUBÍ:       (Inquietud) Joel. ¿Te molesta que Tulio, llegue a casarse?
JOEL:      ¿Qué dices, Rubí? ¡Soy un hombre y me importa un carajo que  tangas esos planes!
RUBÍ:       ¡Entonces deja de preocuparte por él!
JOEL:      (Nervioso) ¡No se casará, estás loca, Rubí… Me voy!

                   (Joel, cruza la puerta de salida y desaparece).

ESCENA VII

RUBÍ:       Tulio. ¿No tienes planes de casarte?
TULIO:     (Toca el cuello de Rubí) ¡No veo que tengas fiebre!
RUBÍ:       (Risas) ¡Ay loco!
TULIO:     ¡Sí, Rubí, me gustaría formar un hogar!
RUBÍ:       ¡Maravilloso, dime ¿Cuándo la conoceré? Espero que sea pronto.
TULIO:     (La mira) ¡Tú, sabes de quién te hablo!
RUBÍ:       (Confundida) ¡No te he conocido mujer alguna!
TULIO:     ¡No existe tal mujer!
RUBÍ:       No entiendo…                    
TULIO:      Esa mujer.  ¡Seré yo!
RUBÍ:       (Ríe) Tú no cambias, Tulio.
TULIO:     ¡Espero una operación!
RUBÍ:       (Estupefacta)  No sé qué decirte…
TULIO:     ¡No hay nada que decir. No hay vuelta atrás!
RUBÍ:       Tulio. ¿Pasó algo en tu infancia? Eras muy tímido.
TULIO:     ¡Pasaron muchas cosas, mi padrastro… mamachala!
RUBÍ:       (Lo abraza) ¡Era una buena mujer!
TULIO:     ¡Creí que era mi madre. Con mi padrastro conocí el otro lado   de la vida.
RUBÍ:       ¡Canalla! Ella murió por ese hombre…
TULIO:     (Interrumpe. Triste) ¡No más Rubí. Lo bueno dura poco! (Ríe)  ¿Brindamos?

(Tulio, pasa las manos por la cara, las lleva hacia el cabello,  sirve y entrega una copa a Rubí. Brindan).


ESCENA VIII.

(Una pequeña sala, decoración sencilla. Joel y Clarissa esperan al Jefe Civil, que los casará. Cerca, Víctor San Román, viudo y padre de la novia. Tulio Anzola, vestido de mujer, se hace pasar como  hermana de Joel. El padre de la novia coquetea con Tulio. Éste, nervioso se acerca a los novios).

TULIO:    (Besa a Clarissa) ¡Mi querida  cuñadita, espero que sigamos  platicando!            
CLARISSA:      ¡Será un placer, bella Carola, estuvo tan agradable!
TULIO:     ¡Cuando lleve gusto, aunque insisto que te conozco de algún lugar!  
CLARISSA:   (Risa nerviosa) ¡Tengo primas que se parecen a mí!

(Joel observa a Tulio, éste, lo invita a conversar. Joel se separa de su esposa y camina detrás de Tulio).

JOEL:      (A Tulio) ¿Conoces a mi novia?
TULIO:     Para nada, simplemente quería conversar contigo.
JOEL:      ¡Dice que eres muy bella! Perdón!
TULIO:     (Serio) No te preocupes. Mil veces me lo repetía la cacatúa  de tu suegro         
 JOEL:     (Sonríe) ¡No quería interrumpirlos, se veían tan tiernos!
TULIO:     Es, un viejo peludo, baboso. (Ríe) Le bailaba la plancha   cuando cotorreaba.
JOEL:      (Risas) ¿Y su viudez?
TULIO:     Me repitió como quinientas veces que era viudo. También le dije que había enviudado.
JOEL:      ¡Qué loco!
TULIO:     Preguntó el nombre de mi esposo, y le dije que se llamaba  ¡Mambrú!

(Joel y Tulio se desternillan de la risa. Pasa el mesonero y  alcanzan unas copas con licor, brindan y toman).

JOEL:      ¿Y dónde está el Mambrú?
TULIO:     (Tararea una canción) ¡Mambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor qué pena, Mandrun se fue a la guerra y no  sé cuándo vendrá…!

(Tulio Y Joel no dejan de reír. Tulio, mira a su alrededor. Gime).

JOEL:      ¿Qué pasa, Tulio?
TULIO:     ¡Tengo los nervios de punta!
JOEL:      (Lo abraza) ¡Me siento muy feliz de tenerte conmigo!
TULIO:     ¡Repítelo, amor!
JOEL:      ¡Mi amigo de infancia! (Ríe) ¡Te ves preciosa!
TULIO:     ¡Qué buen actor eres! (Cambia la voz) ¡Ay, estoy excitada!
JOEL:      (Risa nerviosa) Tú no tienes…
TULIO:     ¿Compón?
JOEL:      ¡No tomes tanto, Tulio! ¿Te sientes bien?
TULIO:     ¡Me siento triste!
JOEL:      ¿Qué pasa, te hice daño?
TULIO:     No, mi amor, pienso en tu madre!
JOEL:      ¡Vive el momento! Estás conmigo.
TULIO:     ¡Para toda la vida!                               
JOEL:      (Indiferente) ¡Aquí, estuviera con una cara de perro!
TULIO:     (Su voz) No creas que sea fácil compartir este medio. 
                (Observa a una mujer) ¿Ves aquella señora?
JOEL:      (La divisa) Sí.                          
TULIO:     Está con su marido, pero se está devorando con la Mirada a tu suegro. 
JOEL:      (Toma un sorbo) ¡Ya hemos tocado ese punto! Lo cierto es que, pertenezco a una clase social igual que ellos…      
TULIO:     ¡Si yo me llamara Joel Noguera, tendrían que aceptar a mi madre!

(Víctor San Román, padre de la novia se acerca donde se  encuentra Tulio y Joel).

VÍCTOR:  ¡Mi querido yerno, usted tiene una hermana muy bella!

(Tulio, sonríe, y levanta la copa hacia Víctor en señal de  brindis).

JOEL:      (Abraza a Tulio. Tose) ¡Gracias suegro! Perdona, Carola ya   regreso
TULIO:     (Baja el brazo y pellizca la pierna de Joel) ¡Joel, que olvidadizo eres.
JOEL:      (Joe, gime) ¡Uhhh!
VÍCTOR:  (Preocupado) ¿Le sucede algo, yerno, aquí hay médicos…? 
JOEL:      No, es que se me olvidó buscar sus medicinas.
VÍCTOR:  Bella dama, si está ingiriendo licor, no debe tomar ningún tipo de medicina…
TULIO:     (Interrumpe) ¡Ay, Víctor! Le digo que las medicinas no  me hacen efecto, si no estoy bien prendida.

(Joel y Victor cruzan miradas. Tulio ríe a carcajadas, y le da una palmada en el pecho a Víctor, que casi lo derriba). 

JOEL:      (Con asombro) ¡Hermana! ¿Te encuentras bien?
TULIO:     (Risa Fuerte) ¡Ay, cariño, me siento divina, deja que  yo  busco la medicina, y de paso echo una  orinadita!
JOEL:      (Se excusa) ¡Qué pena, suegro! No le haga caso. Ella no  toma, y dos tragos ya le hacen daño.
VÍCTOR:  No se preocupe,  yerno, nosotros hemos conversado, es  una mujer muy inteligente, es elegante y muy actual. ¿Sabe una cosa, Joel?
JOEL:      ¿Sí?
VÍCTOR:  ¡Tu hermana me gusta! Y, bueno le propuse matrimonio.
                             
  (Joel, que estaba sorbiendo un trago se ahoga y tose.
  Víctor, le da golpes suaves en la espalda).

JOEL:      Perdone, suegro, es que  el whisky está puro, y…
VÍCTOR:  ¡Yerno! Yo sé que usted  la cela, pero…
JOEL:      (Serio) ¡Ella no puede casarse!
VÍCTOR:  ¿Por qué no?  Ella es viuda, igual que yo.
JOEL:      No.
VICTOR:  ¿Cómo?
JOEL:      (Nervioso) ¡Bueno, sí. Es que  su esposo dejó un testamento!
 VICTOR: Muy importante, pero. ¿Hay algún impedimento?
JOEL:      ¡Por ahora, sí!
VICTOR:  ¡Ay yerno, me tiene nervioso, ¿Qué dice ese testamento?
JOEL:      (Serio, mira alrededor) ¡Mi hermana, debe curarse, para   poder recibir la herencia.
VICTOR:  ¿Curarse?
JOEL:      ¡Sí, su enfermedad  se llama  Stinoqueta del stanchoral .
VICTOR:  (Asombro) ¿Qué?
JOEL:      ¡Sí, es algo así como una filibridí!
VICTOR:  ¡Bestia, yerno, sigo sin entender!
JOEL:      ¡Bueno, suegro, yo tampoco entendía nadita!
VICTOR:  (Curioso) ¿Pero ahora entiende algo?
JOEL:      ¡Algo no, mucho! He tenido que soportarla, vive en mi casa.
VICTOR:  ¡Está bien, ya le entendí que está enferma! (Voz alta) ¡Pero,  dígame de una vez! ¿Qué quiere decir eso?

(Algunos invitados voltean hacia ellos. Víctor sonríe y hace saludo).

JOEL:      ¡Ella está loca!
VÍCTOR:  ¿Ah?
JOEL:      (Para sí. Gestos) ¡Este viejo pende...! ¿Ah? 
VÍCTOR:  ¿Qué dice, yerno, pero está en tratamiento, es peligrosa?
JOEL:      ¡No, sólo cuando toma! ¡Disimule suegro, que ahí llega!

 (Tulio, aparece con un vaso en la mano, su caminar es torpe,
 toca con disimulo  sus partes íntimas. Víctor, lo observa y  
suelta un gemido. Joel, camina rápido hacia Tulio).
                          
JOEL:      ¡Que vaina amigo! Acuérdate, que aquí eres una dama. 
TULIO:     ¿Qué estoy haciendo?
JOEL:      ¡Disimula cuando te rasques las partes!
TULIO:     (Lo abraza) ¡Anda ráscamelas tú!
JOEL:      (Se separa) ¡Estás ebrio, carajo, ni siquiera mi madre! 

 (Tulio, camina alrededor de Joel. Suelta unas carcajadas y       
  aplaude).

TULIO:     ¡Por fin dices algo bello de Rubí, cariño!

   (Víctor, camina donde se encuentra Joel y Tulio).

VICTOR:  ¿Quién es Rubí, mi bella Carola?
TULIO:     ¿No la conoces? ¡Rubí es mi madre!
JOEL:      (Tapa la boca a Tulio) ¡Ella es una cajita de sorpresas, no le   haga caso, yerno!
TULIO:     (Se separa) ¿Qué pasaría, Joel? ¡Si de repente, Zúas! ¿Se aparece?
JOEL:      ¿Ah? (Tose) ¿Qué dices, tú crees que pudiera aparecer?
VICTOR:  ¡Qué importa que venga, (A Carola) ¡Déjame contemplarte,   bella!
TULIO:     (Toma la mano de Víctor) ¡Niño, adelante, soy toda tuya!

(Joel, va hacia Tulio, lo separa de Víctor, lo abraza y le hace                   cariño).

JOEL:      ¡Hermanita te adoro, te amo, sé que eres feliz a mi lado!
TULIO:     (Lo abraza, murmullos) ¡Sí, mamacita sabrosita, soy toda tuya.

(Joel, se separa con disimulo de Tulio. Éste, le propina  una palmada por el trasero).

VÍCTOR:  (Ríe) ¡Qué tiernos se ven los hermanos Noguera! (A Joel) ¡Se  ve muy sana!
JOEL:      (Para sí) ¡Sí, pero no te le pegues mucho que no es bolero!

 (Tulio, se abalanza hacia Joel y queda abrazado. Tulio,  besa
  a Joel, que  hace lo posible por separarse).

TULIO:     Mi cielo, quiero otro trago. ¿Qué dice ese viejo, cachetes  de nalgas de burro?
JOEL:      ¡Tranquila, Carola, me voy, debo atender a mi novia!
TULIO:     No te preocupes, hermanito, mi futuro esposo me acompañará.
JOEL:      (Lo mira) ¿Qué pasa Tu… perdón Carola?
VÍCTOR:  ¡Váyase, yerno, yo atiendo a su bella hermana!
JOEL:      ¡Se equivoca, suegro, ella sabe cuidarse!
TULIO:     ¡Ya es hora de que acabe todo, Joel!               
 VICTOR: (Extrañado) Y. ¿Qué es todo, mi carola?

 (Joel, camina hacia Tulio, lo abraza y se lo lleva hacia un                                lateral del escenario).                                    

JOEL:      ¡Qué vaina hermano, tan bien que íbamos!
TULIO:     ¿No te das cuenta? ¡Quiero estar a tu lado!
                      
(Joel, toma a Tulio por un brazo, éste lo abraza y trata de besarlo en la boca).

JOEL:      ¡Estás ebrio, Compórtate!

(Se interrumpe la conversación, aparece  Rubí Noguera, la  madre de Joel).

RUBÍ:       (Emoción) ¡Qué bello estás, hijo!
JOEL:      (Nervioso) ¡Madre!
VÍCTOR:  (Asombro) ¡Doña!

(Rubí, avanza hacia su hijo, lo abraza. Joel, mira con disimulo a su alrededor, su esposa Clarissa se acerca, igual Víctor y un Tulio que  sonríe y aplaude).

JOEL:      (Se separa de Rubí) ¡Les presento a Rubí, mi madre!
CLARISSA:      (Asombro) ¡Doña Rubí!

 (Rubí y Clarissa se abrazan. Víctor, se acerca a Rubí y le da la   mano). 
JOEL:      (Aturdido) ¡No puede ser!
CLARISSA:      (A Joel) ¡Desde pequeña, la he visto en mi casa!
RUBÍ:       Llegué al club con Víctor y Mimi, su esposa.
JOEL:      (A Rubí) ¡Madre, cada día te conozco menos! ¿Y Clarissa?
RUBÍ:       (Abraza a Clarissa) ¡Clarissa, era mi niña consentida!
CLARISSA:      ¡Ella, me enseñó a montarme en el columpio! ¿Recuerdas?
RUBÍ:       (Ríe) le tenías miedo, Mimi tu madre, agradecía que jugara  contigo.
Clarissa:  ¡Figúrate, mi madre en silla de rueda! Y gracias a ti aprendí a montarme en todos los aparatos.  
TULIO:     Joel, creo que estás a tiempo de conocer a Rubí.
JOEL:      (Triste) No sé qué decir…

   (Se anuncia la llegada del Juez que casará a Joel y Clarissa).

VÍCTOR:  (Voz alta) ¡Esperen, por favor!
CLARISSA:      ¡Padre, llegó el juez que me va a casar!
               
   (Víctor, se acerca a Tulio)

VÍCTOR:  (Emoción) Rubí. ¡Quiero pedir la mano de tu hija!
RUBÍ:       (Ahogada) ¿Qué dices, Víctor?
VÍCTOR:  ¡Me quiero casar con tu hija Carola!   
RUBÍ:       (A Tulio) ¡Tulio!
VÍCTOR:  ¿Tulio?
TULIO:     ¡Sí, Tulio Anzola, amigo de Rubí y Joel! 
VÍCTOR:  (Gime) Joel. ¿Por qué me engañó?
JOEL:      Perdone, soy culpable…
TULIO:     No, Joel, este show lo monté yo…
JOEL:      ¿Qué dices Tulio? Acudí a ti porque no quería que mi madre…
TULIO:     ¡Ya, amigo, lo que importa es que Rubí está contigo, que  tu matrimonio es un hecho..!
VÍCTOR:  (A Clarissa) ¡Hija, creo que te equivocaste! Éste señor no  merece ser tu marido.
JOEL:      (Voz alta) Tiene razón, el equivocado soy yo. (A Clarissa)
VICTOR:  Clarissa, perdóname, no me puedo casar contigo.
CLARISSA:      ¿Qué dices, amor? Podemos esperar, no hay prisa.
RUBÍ:       (A Joel) Cariño, no hagas más difícil ese camino, ella te hará  feliz.
TULIO:     (Triste) Tu madre tiene razón Joel, ese camino es bello vuelve a empezar… adiós amigo.

(Tulio, camina hacia la  salida, Joel, le da  alcance, lo abraza,            Tulio le corresponde).

JOEL:      (Voz alta) ¡Quiero que me escuchen, Tulio y yo  vivimos una  Infancia hermosa, nos separamos por muchas razones, pero  nos volvimos a encontrar.
RUBÍ:       (Llora) ¡No saben cómo los amo, pero déjalo ir, Joel! 
JOEL:      (Gime) No madre, alguien dijo: “Quien encuentra a un amigo,  encuentra un tesoro” El tiempo ha sido un gran maestro para nosotros… Sí, lloré cuando me llevaste de aquel  barrio, no quería dejar a Tulio solo.
RUBÍ:       ¡Hijo, no sigas!
TULIO:     (Emoción) ¡Agradezco este bello reencuentro amigo, pero  tengo que irme!
JOEL:      (Lo abraza) ¡Espera Florangel Fontaine! Las despedidas son  tristes. Madre, no se  va solo! ¡El amor es como una tormenta, juntos lucharemos,  ya no puedo estar sin él… lo amo!

(Tomados de la mano, Joel y Tulio salen de escena. Un efecto de sonido adecuado acompaña los gestos, posiciones de asombro, y tristeza de  Rubí, Víctor, Clarissa, y los invitados).



FIN



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