Datos personales

Especialista en Teatro Venezolano

martes, 20 de marzo de 2012

Levy Rossell

VIMAZOLULEKA
(Teatro con Canciones)


Personajes:
SARA E ISAAC
EL CONSERJE ETANISLAO
IOCASTA
ASDRÚBAL
DUKESA (Soprano)
Sr. NADA-NADA
Mr. PIPÍ
CAMA
EL HOMBRE DEL RÁBANO
LA COMPARSA
BANDA DE MÚSICOS



HABLEMOS DE VIMAZOLULEKA

Esta pieza intenta ser una especie de caja de trucos donde se oculta una idea total y universalista; más está llena de innumerables “pequeños momentos” que transcurren vertiginosamente y son los que le dan propia personalidad. El libro debe ser entendido como un marco de referencias que permita una seria improvisación y rica interpretación en la medida que ambos se conjuguen con agudeza.
Los personajes líderes de la acción son máscaras grotescas que esconden el dolor de ser ellos en una existencia alienada y solitaria, tratando de interceptar a los otros en su incomunicación. Son uno y mil burlándose, con quienes viven tan situación. Mentiras fabulosas en gran caricatura que escapan de la realidad para evitar confrontación.
Las limitaciones de la pieza serán únicamente las limitaciones que usted le imponga.
No se preocupe por la lógica de los acontecimientos, use la suya propia. U olvídela del todo. Le será mejor.
La obra puede ser caótica célula de la vida donde lo viviente se burla inconsciente de sí mismo por el estado al que se le ha llevado.
La comparsa es otra cosa.

Levy




I ACTO


INICIO
Grupo de actores desarrollando una acción diferente. Es espacio del escenario es cruzado por todo tipo de gentes dando la impresión de una calle muy agitada. Todos se mueven y se comportan como personajes de una película de Chaplin. Muy gracioso y pintoresco. El conjunto interpreta una música torpe y muy acelerada que gradualmente, al igual que la conducta de los actores, adquiere cierta normalidad y se convierte en la “Canción para comenzar”. Es de la absoluta discreción e imaginación del director estructurar esta secuencia.


CANCIÓN PARA COMENZAR

Vivimos en un mundo muy pobre
en apariencia abrillantado.
Vivimos en un mundo soez
con sutileza barnizado,

que ignora lo que es la proporción
y desconoce la precisa dimensión
de las gentes y las cosas que lo integran.

Y así de una manera inconsciente,
pasamos la existencia solitarios,
solitarios… solitarios,

domesticados bajo una obsesión
que recibe el nombre de liberación.

Y así, cautivos, fustigados, explotados,
pasamos la existencia solitarios,
solitarios… solitarios…

(Despejan la escena cantando. El Conserje Etanislao comienza a barrer. Todos lo espían)



ESCENA I


ETANISLAO.-
(Barre a tiempo que gruñe en voz alta) Ya estoy obstinado de la misma historia. Si me dicen que no están dispuestos a pagarme el sueldo que merezco voy a derrumbar todo esto a escobazos y me quedo para ver cómo lo recogen después… Etanislao no soporta este suplicio por tan poco dinero (Eco general) …ahm… dinero… No hago más que barrer y barrer lo que otros ensucian, ¿y después qué? Nada, absolutamente nada (Barre nerviosamente) Después dicen que el diablo es malo. Nada de eso. Es que sabe arreglárselas mejor que el mismo Dios… (Indignación general, barre) La vieja del tercer piso cree que le voy a soportar los berridos de su feto durante todas las noches, pero se equivoca si está segura de ello. ¿Quién la manda a parir si no es capaz de taparle la boca con estopa en cuanto ese monstruo comienza a llorar? ¡Ah! ¡Qué va!... yo no me quedo con esa… Y además… (Alguien le ordena silencio. El Conserje Etanislao suspende su labor y mira furibundo hacia las plataformas)

SARA.-
(Haciendo señales hacia donde se encuentra la comparsa escondida, muy afectada) Señog… ¿puede infogmagme… cuag eg eg apagtamento…  eg apagtamento de la señoga Inocencia Olag eg egte egifigcio?

ETANISLAO.-
Lo siento. Ignogo go que digce pogque desgraciadgmente no oigo nada pog egte oiggo. (Señala el oído y barre nuevamente)

SARA.-
¡Oh señog… señog, pog favog… no sea crueg!

ETANISLAO.-
¡Váyase, váyase, no quiero saber nada de usted!
(Sara se une a la comparsa)

MISTER PIPÍ.-
¿Etanislao, ya fuiste al baño?

ETANISLAO.-
No, estoy esperando que tus progenitores  me den la autorización.

(Toda la compañía exige al conserje deberes absurdos por realizar)

COMPARSA.-
(Chillona y continuamente)
Conseeeerje…       Conserjeeeee.
Conserjeeeuuu.

ETANISLAO.-
(Furioso) ¡Mierdas!

(Indignación general)



ESCENA II


IOCASTA.- ¡Santo cielo!... ¡muchacho cuándo vas a comprender que después de comer debes darle gracias a Dios por los beneficios que nos brinda aquí en la tierra! ¿Cuándo Asdrúbal? ¿Cuándo?

ASDRÚBAL.- Sí, tía, sí.

IOCASTA.- No está bien. Comprende de una vez por todas que la vida terrenal es sólo tránsito que nos sirve como preparación para la vida eterna. No me gusta que sea así. Es mi cariño de tía que me obliga a decírtelo. Debes saber que gracias a la escasa fe que todavía queda, es la razón por la cual aún no nos ha llegado el día del juicio… Además, hay algo que hace tiempo quiero decirte… No sé… No tengo absoluta certeza de ello… pero me han dicho que estás de novio con…

SANTANA.- No sólo que está de novio de ella, sus compañeros me han dicho que de noche, por muchas partes, los han visto juntos.

IOCASTA.- ¿Es verdad eso?

SANTANA.- ¡Ciertamente!... Asdr… Asdrúbal…

ASDRÚBAL.- ¿Qué te pasa?

SANTANA.- Es algo acerca… es algo… es algo acerca de lo que dice mi tía.

ASDRÚBAL.- No te metas en mis asuntos.

SANTANA.- Sólo me preocupo por tu bien.

ASDRÚBAL.- Bueno. Muchas gracias. Pero ¡Cállate ya!

IOCASTA.- No le hables así a tu hermana, te expresas igual que tu padre – que si Dios ha tenido compasión de él, es seguro que no…


SANTANA.- Señor, ten misericordia de él.

IOCASTA.- Ten misericordia de él.

(Iocasta Y Santana rezan desaforadamente hasta el final de la escena)

ASDRÚBAL.- Mira tía… Dios no es algo que existe de la misma forma que nosotros, o un objeto; Dios, tía…, no es algo… no es alguien, y menos…

SANTANA.- ¡Cállate Asdrúbal!

(Caras curiosas comienzan a asomarse por las ventanas, las puertas y el piso)

ASDRÚBAL.- Tú no grites, Santana. Tía, si en realidad es algo sublime, que siéndolo, se identifica con las cosas terrenales, reflexionemos, y tomémoslo como una fuerza… sí tía… algo sublime, una fuerza del cosmos que vibra dentro de cada uno, y se da a conocer de muy diversas formas según y como sea el humano en quien se manifiesta.

IOCASTA.- ¡Basta Asdrúbal! ¡Por favor!

SANTANA.- No sigas diciend…

ASDRÚBAL.- Tú no puedes entender, Santana. Créeme, ustedes no lo pueden comprender.

IOCASTA.- ¡Asdrúbal!

ASDRÚBAL.- En todo caso, Dios sería nuestra integridad, y el diablo esta sociedad en la cual nosotros nos podrimos.

(Ruidosos cometarios sobre el particular. Indignación de Iocasta y Santana y aparición teatral de la Duquesa. Todos la siguen. Algunos la imitan divertidos o molestos)

DUKESA.- TACATACATACATACATACA. /// Poinggggggg. Les diré que soy una dama fina y distinguida por la gente elegante querida. Como es de suponer, me sé rodear muy bien. Ayer me visitó tanta gente, que al dar las 5 de la tarde busqué las sales y aspiré muy lentamente. (Suspicacia general) ¿Mi nombre? Dukesa Zaida Olaf, de Dinamarca.

MISTER PIPÍ.- Sí, ya sabemos, Zaida. Zaida a secas.

(El conserje cruza ruidosamente llevando un gigantesco pipote de basura. Dukesa al borde del colapso)

DUKESA.- ¿Profesión? Ama de llaves de una rica mansión donde se pasa el verano. Mentira, lo que soy es burdelera, pero guardo la apariencia para no pasar por ramera (Ríe chillosamente) ¿Saben ustedes lo que sucedió? Ayyyyyyyy… ¡Qué desgracia! La pobre está muriendo de la vergüenza, ya le veo en la frente la marca, que por mal tino, le ha deparado el destino. (Toma pose para narrar) Una tarde fría, de invierno, saqué a pasear a Fifí (alguna joven representa a Fifí) y, como es natural, ella quiso hacer pipí. (Voz oscura y melodramática) De pronto, sin idiosincrasia, vino la desgracia y entonces sucedió la inevitable. (Lanza un lamento agudo y tararea el sonido de las trompetas. Un perro. Un joven representa al perro) Uno de eso perros asquerosos, vulgares, proletarios, etc., etc., clavó sus ojos eróticos en los de ella… se le avalanzó como una centella… (Rapidísimo)

TACATACATACATACATACATACA. // (Trágica) y allí la poseyó, fue su dueño durante minutos y… (Sofisticada)… desapareció. (Agresiva)
¡No es justo!
No es correcto.
La culpa es del prefecto
y si tratan de llevarme presa
Como es de imaginar…
Me desplomo como copa de cristal
POINNNNNNNNGGGGGGGGGGG



ESCENA III

(Violento cambio de atmósfera. Sonidos provocados por la compañía. Es una inmensa pesadilla en la cual todos participan. Simultáneamente vacía y solamente desolada. Al mismo tiempo muy barroca. Nadanada parece ahogarse dentro de este sádico juego)

Sr. NADANADA.- (Desequilibrado y estrábico) En la pared hay una mujer con las manos aletargadas en el regazo. Ella nada me dice, es fría… podría manifestar que su presencia es tan húmeda como el calor que precede a la lluvia…  …uhmmmm… ¿Calor?... Sí, creo que hace algún calor. Yo podía decir… (Mirando hacia la pared) ¡no levantes el rostro! ¡…No lo hagas! (Malicioso) no me mires con esos ojos estúpidos llenos de falsa ingenuidad… (Levantándose del lecho) Soy un imbécil, jamás pasarás de ser un poco de pintura regada sobre el cartón. (Acercándosele) ¿Sabes una cosa, mujer cromática? Yo no sé qué diablos haces tú en este dormitorio… yo no te he traído… debe ser otra persona quien te ha colgado allí (crescendo) y es una lástima que no te cercó el cuello con una soga, dejándote suspendida en el aire… (Desciende el tono exasperado –Todos gatean a su alrededor) Para demostrarte mi más abominable indiferencia, voy a tomar un lápiz y un papel y me dedico a escribir al mismo tiempo que tomo grandes y agradables tragos de vino. Entonces me emborracho… Y cuando tenga la sangre encendida en alcohol me sentiré con valor y, enardecido, te oprimiré violentamente con mi siniestra hasta convertirte en un andrajo. ¿Has oído mujer maldita? (In crescendo)

… (Terribles carcajadas de todos).
(Se queda como estático viendo hacia la pared. Tumba el rostro y los hombros y vuelve a acostarse)

¡Perdón!... no es eso lo que yo he querido hacer… soy algo impetuoso… espero sepas comprenderme… (Titubeando), no es nada valiente emborracharse para luego realizar una acción… (Todos lo agobian. Con la vista fija en la pared) ¿Sabes?... la luz que se filtra por la ventana deja ver tu rostro claramente. (Las mujeres lo acarician desesperadamente) Me he fijado en tus cabellos. Son como hebras de cristal, largas y lisas. (Feliz) Tus mejillas y tus manos se ven rosadas y suaves… sí, deben ser muy suaves… es casi seguro que acaricias bien… anda… ven… ven aquí a mi lecho, ¡acuéstate! (Gesto de desconcierto) ¿No quieres? ¡MALDITA, MALDITA! Sigues con esa expresión estúpida en el rostro… ¿crees que soy incapaz de abordarte?... lo más probable es que… bueno, allá tú, mujeres sobran… (Perverso) y con mejores dones y atributos que los tuyos… ¡¡¡FRIGIDA!!!

(Grandes carcajadas, violento cambio de atmósfera regresando al ambiente anterior a esta escena.
Del fondo sale el Conserje Etanislao con un vaso en la mano).

ETANISLAO.- ¿Rezaba usted?

SR. NADANADA.- ¿Decía? (Se asusta y trata de huir)

 ETANISLAO.- Le pregunté que si re-za-ba.

SR. NADANADA.- ¿Rezar? ¿Yo? ¿Por qué?

ETANISLAO.- (Haciendo hincapié en las palabras) Por nada, sólo que como usted es el OBISPO y lo encuentro hablándole a un cuadro de la virgen… supuse que RE-ZA-BA.

SR. NADANADA.- No, no rezaba.

ETANISLAO.- Tome este calmante y duerma (Se lo da) el Dr. Dijo que mañana por la mañana lo va a examinar… ¿Bueno, y a mi qué me importa? ¡Hasta luego!

SR. NADANADA.- (Desconcertado) Hasta… luego… ¡Señor! ¡Señor!

ETANISLAO.- ¿Pero no me va a dejar marchar?

SR. NADANADA.- Sí… sí… pero… pero… pero.

ETANISLAO.- ¿Y ahora qué le pasa?

SR. NADANADA.- (Se tira al suelo llorando) Nada… nada.

ISAAC.- (Viendo hacia esta plataforma) No, él no rezaba.

IBRAHIM.- Entonces, ¿qué hacía?

SARA.- Nada… nada…



ESCENA IV


(Todos comentan – Sra. Pipí camina empujando a Mr. Pipí)

SRA. PIPÍ.- (A tiempo que come) Debo decirte que cada ser humano, en base a los derechos que la naturaleza le concede desde el momento de su nacimiento tiene la oportunidad de comer.

MR. PIPÍ.- Así es…

SRA. PIPÍ.- Escucha y luego hablas. Continúo: comer es una necesidad biológica que, administrada sin frenos ni desenfrenos, se convierte en un exquisito placer.

MR. PIPÍ.- Igual al coito… ¡lo mismo que el coito! (Risitas generales)

SRA. PIPÍ.- ¡Silencio, Mr. Pipí!

MR. PIPÍ.- (Se oye a Etanislao fuera de escena maldiciendo. Todos atienden – Sra. Pipí se desespera)

SRA. PIPÍ.- ¡Vuelvan a sus puestos! Continúo: después que el alimento ha llegado al paladar se sumerge en una cueva oscura, triste y tenebrosa, donde es bañado por sutiles aguas. Esta relación precisa de dos elementos que…

MR. PIPÍ.- Casi igual al coito… lo mismo que el coito… sólo que una dife… una diferen… sólo que… (risitas)

SRA. PIPÍ.- (Le clava una mirada cortante y aprieta los puños)

MR. PIPÍ.- (Infantil) Sí, ya sé: “Silencio, Mr. Pipí”… sea, Sra. Bólida de Pipí (Desencanto general)

SRA. PIPÍ.- ¿Por qué te empeñas en morir ignorante? (Reflexión) La experiencia me ha hecho concluir en que en la vida del hombre hay… tres funciones fundamentales que están predestinadas! (A partir de este momento la Sra. Pipí se va enajenando progresivamente) Mangeare… espagueti, macarroni, raviolis, polenta: toe at. Hamburgués, marshmello, hot dogs, roast beef… y … y … y … y … ¡comer! ¡! (Fuera de todo control) hallacas, tacos mejicanos y pabe… pabe… y pabellón!!! (Se desploma sin ápice de energía) sin ellas los hombres jamás llegarían a la normalidad ni vivirían en Homeóstasis.

MR. PIPÍ.- También existe otra que… que…

SRA. PIPÍ.- ¡Ya basta!

MR. PIPÍ.- (Alterado) Existe otra cosa que se llama coito y es ¡indispensable! (Cae sobre ella)

DUKESA.- Me desplomo como copa de cristal…
POINGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG

SRA. PIPÍ.- (Incorporándose altiva) Me da la impresión de que se inmiscuye en los asuntos ajenos.

MR. PIPÍ.- Sí. Tal parece. Así es.

DUKESA.- Devorado, transformado, aniquilado… ¡Desflorado y Papiado!

MR. PIPÍ.- Pero nunca… óigase bien… nunca…

SRA. PIPÍ.- Calle no. Mr. Pipí. No permita que yo me rebaje.

DUKESA.- ¿El tejido adiposo que te cubre?

SRA. PIPÍ.- Soy muy fina para seguir hablando con esa mujer. Por favor Mr. Pipí cierre la ventana, ¡quikly!

MR. PIPÍ.- (Se levanta y se dirige hacia Dukesa, sobándola. Todos en un tono indignado, divertido y burlón) A cerrar la persiana… debo cerrar la persiana, debo abrir la ventana… debo cerrar la puerta… hay que abr…

SRA. PIPÍ.- (Furibunda) ¡Quikly! (Se lo lleva)

DUKESA.- (Triste pero acostumbrada) ¿Y ahora?

(Se apaga su luz y se enciende el centro del escenario)

ASDRÚBAL.- Y ahora lo de siempre. ¿Están listos?

TODOS.- ¡Sí!



ESCENA V


(El espacio del centro del escenario lo llena la comparsa. Todos juegan. Entran Sara e Isaac)

ISAAC.-
A ustedes les vamos a contar
un asunto bastante especial
que sucede día a día
mientras existan los sistemas
que precisan
de las actuales policías.

TODOS.-
No existe la seguridad social, como tampoco el derecho individual la gente está insegura, vive llena de dudas, pierde el tiempo cuidando lo que es suyo y es así como estructura su existencia.

SARA.- En todas partes hay apretujamiento.
             En todas partes se encuentra obstinación.       

ASDRÚBAL.- ¿Dónde está lo hermoso de la vida, si ser hombre jamás es liberación?

SARA E ISAAC.- No se tiene ya seguridad social y se carece del derecho individual.

ISAAC.-
Es por eso que aquí estamos
dispuestos a la lucha
                        (el coro repite)
es por eso que aquí estamos dispuestos
y no con las babuchas
                        (el coro repite)

ASDRÚBAL.- Sin corbatas.

ISAAC.-
Ni finos cuellos duros
aquí estamos
sin ser hombres maduros.

TODOS.- (Repiten  comienzan a bailar)

ETANISLAO.- (Sale con la escoba en la mano) ¿Saben cómo es la cosa? Esto no es un teatro para que estén cantando tantas cosas sin sentido, desalojen pronto o les llamo a la policía.

IOCASTA Y SANTANA.- Llame a la policía… llame a la policía.

MR. PIPÍ.- La policía, la policía… llame a la policía.

SRA. PIPÍ.- …………………………

CAMA.- A mí que me traigan un batallón…

TODOS ESOS.- Llame a la policía… llame a la policía…

ETANISLAO.- (Furibundo) ¡Silencio! ¡Silencio! A mí nadie me indica lo que tengo que hacer.
¡Caramba! ¡Silencio! (A los muchachos) Con el escándalos me hicieron olvidar un mensaje que les dejó el dueño del edificio… ese mensaje es muy corto… cortísimo. Tal vez; ese mensaje es… ¡mierditas!

(Se escucha la risa de Dukesa de Olaf y se enciende su luz. Está en ropa íntima. De los años 20. Recostada en el suelo –descalza- come uvas).

DUKESA.- Oigan frutos de vientres: ¿Por qué no suben? Hoy es uno de esos días que me siento así, toda “asexual”. (El Conserje obstinado se va) ¡Oh! ¡ah! ¡Oh!... allí viene Cama y les garantizo que con ella se van a divertir muchísimo (Llama): ¡Cama! ¡Caaaama!!!
¡Caaaaaaaaaama!

CAMA.- (Arrastrando el paso) Acabo de rendirme el ímpetu amoroso. Mi cuerpo fragmentado en mil pedazos ha comprendido que al fin carece de nombre. No soy CAMA. No soy CLEOPATRA. No soy JOSEFINA, porque me he dado cuenta que mi sexo vale tanto como mi vida y sólo me siento… ¡mujer!

(Los muchachos aplauden y le gritan el nombre a medida que le abren paso)

CAMA.- Las ondas sonoras han penetrado mi tímpano y he escuchado mi nomenclatura…
¿Quién osa llenar su boca con mi nombre? ¿Quién me ha pronunciado?

TODOS.-
¡Cama, catona! ¡cama, pianona!
¡Cama, bombona! ¡cama, gozona!

CAMA.- ¡Cama, sabrosona! (Se va frenética)

DUKESA.- No seas necia… espera… espera… espera… ¿Bueno, se fue, y qué? (Reflexiona) Creo que tengo tiempo de contarles la última noticia… Sí, yo creo que me alcanza el tiempo. ¿Saben cuál es la última?

COMPARSA.- ¡No!

DUKESA.- ¿Quieren saberlo?

COMPARSA.- Bueno…

DUKESA.- (Da dos palmadas) ¡Música! Pues bien…
Al señor Mr. Pipí
el señor que viene allí
lo botaron del banco donde era
cajero
porque descubrieron
que se llevaba con descuido
el dinero.

TODOS.-
Al señor Mr. Pipí, al señor que
viene allí
lo botaron del banco donde era
cajero
porque descubrieron que golpeó
a un mendigo
con el mazo de un mortero.

ALGUIEN.-
Es usted Mr. Pipí el señor que
viene allí,
a quien botaron del banco donde
era cajero
porque descubrieron que una
noche asesinó al portero…

(Todos repiten la canción señalando a Mr. Pipí que está en su plataforma furioso)

MR. PIPÍ.- ¿Qué locura es ésta? Señores… compatriotas y demás personas que me escuchaban en este momento: en mi vida yo me he robado ningún dinero. En mi vida he asesinado a portero alguno. En mi vida he golpeado a ningún mendigo con un mortero… porque señores (Simple) jamás he trabajado en un banco ni cosa que se le parezca.

(Gran agitación y apagón)



ESCENA VI
(Iocasta, Asdrúbal y Santana)


IOCASTA.- ¡Ay… Santana… Santana! ¡Qué cosa tan horrible!...

SANTANA.- ¿Qué sucede tía? ¿Qué pasa?

ASDRÚBAL.- ¿Y ahora qué sucede?

IOCASTA.- ¿No saben que el Obispo ha perdido la razón? ¿No lo saben?

SANTANA.- ¿Pero quién te lo dijo?

IOCASTA.- Lo tienen allá arriba…

SANTANA.- …en el cielo.

ASDRÚBAL.- No Santana. Allá arriba es aquí mismo, en el segundo piso.

IOCASTA.- ¿Y a ti quién te lo dijo?

ASDRÚBAL.- Lo sé porque muy temprano el Conserje estaba en la calle, hablando conmigo y entonces uno de los médicos le entregó una medicina para que se la hiciera tomar a alguien. Sara que vio esto, le preguntó de quién se trataba y él contó la historia de este Obispo.

SANTANA.- ¡Quién sabe qué de cosas no habrán dicho!

IOCASTA.- ¡Ay Santana!... Oremos. (Asdrúbal se va)



ESCENA VII


(Centro del escenario muy iluminado. Impresión de calle. Toda la comparsa. Murmullo de voces y risas. El murmullo se convierte en la canción para comenzar)


CANCIÓN PARA COMENZAR

Vivimos en un mundo muy pobre
en apariencia. Abrillantado.
Vivimos en un mundo soez
con sutileza barnizado,
que ignora lo que es la proporción
y desconoce la precisa dimensión
de las gentes y las cosas que lo integran.

Y así, de una manera inconsciente,
pasamos la existencia solitarios,
solitarios… solitarios,
domesticados bajo una obsesión
que recibe el nombre de liberación.
Y así, cautivos, fustigados, explotados,
pasamos la existencia solitarios,
solitarios… solitarios…

(Sobre este murmullo salen voces)

Señores, la luz se reduce…
la voz disminuye…
El silencio se hace presente.

(Oscuridad y angustia progresivas.
Climax y desesperada huida final.
Sensación de muerte)




II ACTO


ESCENA I

(Plataforma de Dukesa Olaf. Cuenta un dinero. A su lado Cama)


DUKESA.- 323… 391… ¡Niña! Qué poco movimiento en tu trabajo. Esto es una miseria. ¡Yo sacrificándome día a día y tú de ociosa por estas calles sin ofrecer tu mercancía en calidad de venta al comprador! ¡Si me han dicho que la regalas! Ovejita: presiento que mañana saldrás más temprano con rumbo al sacrificio.

CAMA.- Sólo desastres, malas fortunas, iguales a las mía, deja el amargo paso por la vida… (Canta) Sííííí.

DUKESA.- Deja de enrollarte como una serpiente. Mañana sales más temprano. ¡Saldrás!

CAMA.- (Desplazándose detrás de la Dukesa. Canta) Sííííí. Más temprano… mañana comienzo más temprano… aparecerá como el sol… como la luuuuuna… más temprano…

(Dukesa continúa contando el dinero)
(Cama la mira con furia y se va acercando lentamente. Intenta ahorcarla pero Dukesa la sorprende. Cama retrocede asustada)

DUKESA.- (Riendo a carcajadas despectivamente) ¡Retírate pieza de cualquier inquilino!



ESCENA II


MR. PIPÍ.- Querida me gustaría algo de música.

SRA. PIPÍ.- Suénate los huesos.

MR. PIPÍ.- ¡Uyyy… no… no… no, querida! Música linda… clara, con instrumentos… síí… de la que inspira… inspira. ¿Es esa la palabra? Sí. De esa que llena el corazón…

SRA. PIPÍ.- ¡Escucha el aparato de radio!!!

SR. PIPÍ.- Aparato sexual radial… digo… aparato… sí… de radio… sea… sea.

(Suena la música. Mr. Pipí comienza a tararear. Sra. Pipí lo observa crispado. Él se asusta y calla. Se apaga la luz. Abajo el conserje asiente con la cabeza. Canta. Mientras lo hace se escuchan comentarios de los otros personajes sobre el particular)


CANCIÓN DE ETANISLAO

ETANISLAO.-
La vida la he pasado trabajando
ni un segundo ni un minuto
me han visto descansar
soy decente, hombre honrado
y el pan lo gano
sudando con mi frente.

DUKESA.- Idem.

COMPARSA.-
La vida la has pasado trabajando
Ni un segundo ni un minuto
te han visto descansar.
Eres decente, hombre honrado
y el pan lo ganas sudando con tu
frente.

(El Conserje Etanislao hace gestos de agradecimiento mientras todos cantan. Pero cuando han terminado le gritan y se burlan de él. Se sorprende, se enerva, tira la escoba y se va furioso)



ESCENA III

(Plataforma de Iocasta, Santana y Asdrúbal)


SANTANA.- Oye tía, ¿qué ruido es ese?

IOCASTA.- Está comprobado que en este edificio ya no tiene cabida la gente decente y de buenos hábitos y costumbres. ¡Qué escándalo! ¡Llama a Asdrúbal! (Más ruido)

SANTANA.- (Llama) ¡Asdrúbal! ¡Asdrúbal!

ASDRÚBAL.- (Está disgustado) Santana ¿no es posible un minuto de paz en esta casa?

IOCASTA.- Fui yo quien la mandó. ¿Dónde estabas tú?

ASDRÚBAL.- En el mismo sitio donde he estado las otras cinco veces que me has llamado en menos de dos horas. Estudiaba en mi habitación.

IOCASTA.- ¡Silencio, Asdrúbal! Yo puedo llamarte cuantas veces quiera.

ASDRÚBAL.- Exacto… cuantas veces quieras…

IOCASTA.- La verdad es que no tienes para mí ninguna consideración, ni respeto.

ASDRÚBAL.- Ni tú conmigo.

SANTANA.- ¡Asdrúbal!

DUKESA.- ¡Asdrúbal!



DUKESA.- (Gritando fuera de escena)
¡Yajujuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Auxilio!...
¡Socorro!... ¡Yajujujuiiiiiiiiii!

ASDRÚBAL.- ¿Oyes esos gritos?
                        (Asomándose)
                        ¿Quién grita?

DUKESA.- (Idem) ¡Auxilioooooooooooo!

IOCASTA.- ¿Qué sucede?

DUKESA.- ¡Socooooooooorrrrrrrrrrro!

SR. NADANADA.- (Retorciéndose en el suelo) ¡Silencio! ¡Silencio!

DUKESA.- ¡Yajujuiiiiiiiii!

SRA. PIPÍ.- Ya no me queda la menor duda de que esa mujer es escandalosa y exhibicionista como sólo ella puede serlo.

MR. PIPÍ.- Tienes toda la razón querida esposa mía. (Con voz suave) Pero ella todavía puede hacer lo que ya no puedes tú.

SRA. PIPÍ.- ¿QUUUUUUEEEEE?

SR. PIPÍ.- Nada. Yo nada he dicho. No he abierto la boca.

DUKESA.- ¡Socorro! Señor policía… ¡Socorro! (A medida que grita es seguida por toda la compañía hasta el centro del escenario) Es terrible… que cosa tan horrible… no vi en mi vida nada igual… se lo juro… jamás vi nada igual.

SR. NADANADA.- ¡Basta, Silencio! No quiero más voces. ¡Basta!

DUKESA.- ¡Ay! Qué momento de angustia y desesperación (Toma pose para narrar): “Historia de una débil mujer”. (Se desenfrena nuevamente) Imagínense ustedes que me voy a comer un rábano, y en lo que lo muerdo ha salido de adentro del mismo un… un… hombre… alto y fuerte. (Grave) Me tomó suavemente de la mano y entonces me dice…

EL HOMBRE DEL RÁBANO.- Siéntate… te quiero hacer varias preguntas.

DUKESA.- ¿Quién es usted?

EL HOMBRE DEL RÁBANO.- ¡Perdónnnnnnnnnnnnnnnn!

DUKESA.- ¿Yo?... Bueno, mis vecinos dicen que soy algo similar a la opinión pública. ¿Y qué? No veo por qué debo informarle de esto.

EL HOMBRE DEL RÁBANO.- ¡Perdónnnnnnnnnnnnnnnn!

DUKESA.- No importa. (Lo observa) Me puede decir qué hacía usted dentro de un rábano. Sepa que su conducta es muy extraña.

EL HOMBRE DEL RÁBANO.- Yo descansaba de todo esto.

DUKESA.- ¿De mí?

EL HOMBRE DEL RÁBANO.- Sí. De lo malo y de lo bueno. Descansaba de usted.

DUKESA.- Le garantizo que no le entiendo y que tampoco me doy por aludida en lo que a su descanso se refiere. (Tono sospechoso) Además descansaba dentro de un rábano rojo y bien nutrido el cual yo había comprado con mi dinero… El rábano me pertenece.
(Estirando la mano abierta)
Págueme el alquiler que corresponde por el tiempo que se alojó en él.

EL HOMBRE DEL RÁBANO.- Pagar. ¿Pagar? ¿Pagar?... ¿Qué es eso?

DUKESA.- (Canta ofendida)
Qué absurdo es usted señorito.
Retírese inmediatamente
o grito…………………… (Bis)

EL HOMBRE DEL RÁBANO.- Debe hacerlo, si puede y debe.

DUKESA.- Ah, ¿sí? ¿Se burla usted de mí? Escuche: (Aulla) ¡Policííííííía…!

EL HOMBRE DEL RÁBANO.- No vendrá.

DUKESA.- Claro que sí. Nunca a tiempo es la pura verdad. (Aulla) ¡Policcíííííííaaaaaa!

ASDRÚBAL.- (Saliendo del fondo) ¿Qué le pasa, qué le sucede? Señora… (Dukesa cae desmayada en los brazos de Asdrúbal) Señora.

SARA.- ¡Qué horror! ¡Qué vergüenza!... Muy bonito Dukesa, muy bonito respetable Asdrúbal… Son Uds. Una pareja muy discreta.

ASDRÚBAL.- ¡Sara! nosotros no… ella se desmayó… pero yo no… nosotros no…

SARA.- ¡Ay!... ¡Auxilio! ¡socorro! Traigan una ambulancia.

ETANISLAO.- ¿Alguien puede decirme a qué se debe este escándalo?

ASDRÚBAL.- No sé. Oigo gritos, salí y encontré a la señora. Le pregunté qué le pasaba y cuando me iba a responder se desmayó y se colgó de mi cuello de la manera que ustedes ven.

ETANISLAO.- (Separándolos y sentando a Dukesa a empellones) Vamos, diga qué le sucede.

DUKESA.- Que ese señor… ese hombre que está allí, atenta contra la seguridad personal de esta distinguida dama…

SARA.- ¿Un hombre?

ASDRÚBAL.- ¿Qué hombre?

ETANISLAO.- ¿Dónde está ese hombre?

CAMA.- (Desaforada) ¡Yuuuuuuupiiiii! ¿Dónde está ese hombre para que atente contra mi seguridad?... 1… 2… 3… … mil hombres… ¿dónde? ¿Qué hombre? ¡Yuuuuuupiiiiiiii! (Todos la miran atónitos y ella se da cuenta) Ejem… uhm… este… ¿Dónde está ese hombre que atenta contra su seguridad, Ah?

(Se retira cantando como si nada hubiera pasado)

SARA.- ¡Qué bárbara!

DUKESA.- (Llora desconsoladamente) Soy una pobre mujer indefensa. ¿Qué puedo hacer para mejorar mi situación?

(Los curiosos empiezan a desalojar fastidiados y diciéndole cosas)

SRA. PIPÍ.- Coma, señora… es una delicia… sáciese hasta la temeridad… coma de todo, monada, y verá qué bien la va a pasar. En síntesis ¡coma!

IOCASTA.- Crea… tenga mucha fe. Crea…

SRA. PIPÍ.- … Le decía, en síntesis… ¡coma!

(Etanislao ríe escandaloso)

DUKESA.- ¡Ay! Ya no puedo más. O duermo o descanso o me desplomo aquí nuevamente como cae de las manos una fina copa de cristal. No, ya no puedo más.

MR. PIPÍ.- “Jugosa carnosidad”… vamos a hacer cositas. ¿Quieres? Anda, mi amorcito.

SRA. PIPÍ.- ¿Qué estás diciendo viejo castrado?

MR. PIPÍ.- Nada, absolutamente nada.

SANTANA.- Señora, ame a Dios como a sí misma.

SRA. PIPÍ.- Coma y ya está. No veo por qué complicar las cosas.

IOCASTA.- Señora Dukesa, la materia no es más que una mortificación de Dios.

SR. NADANADA.- Todos mienten… todo en esta vida es mentira… Nada existe… todo es vacío e ilusión… no existe la materia, no el cuerpo… no el alma… nada… nada…

SANTANA.- (A Nadanada) la primera causa sin principio ni fin lo hizo todo y él es infinitamente justo.

IOCASTA.- Crea… tenga fe… (Suplicante) Crea. (Llorando hacia Nadanada) Crea… tenga fe (Suplicante) Crea.

SR. NADANADA.- ¡¡No!... no… no… no… no estoy loco… NO LO ESTOY… yo… nada tengo… yo estoy bien… yo nada tengo… ¿NADA NADA? ¡Nada!

ASDRÚBAL.- (Para sí) Fe. Devoción, creencia… ¡Cuántas atrocidades se han cometido escudándose en tu nombre!

IOCASTA Y SANTANA.- Eso es falso, Asdrúbal.

IOCASTA.- Tú sabes que no es así.

SR. NADANADA.- (Como evocando se incorpora) Recemos… oremos… hijos míos para que la paz del señor y el sitio de los justos sea con vosotros. (Un murmullo de rezos invade la sala)

SR. NADANADA.- ¡Silencio! ¡SILENCIO! ¿No saben que hay seres que en este momento mueren de frío y de hambre? Vamos… ¡a trabajar! ¡a trabajar! (Cesan los murmullos. Todos lo miran atónitos) Trabajar, ¿no entienden?

DUKESA.- ¿Silencio? No, lo siento mucho (Se coloca un antifaz) Se debe gozar, vamos a gozar, a gozar…

MR. PIPÍ.- Sí… Sí… (Se le acerca a la Sra. Pipí) Sí… Sí… no…no… no… no… no.



ESCENA IV

(Suena la música. El centro del escenario comienza a llenarse con la Comparsa que baila. De las plataformas lanzan papelillos, bombas y serpentinas. Dukesa está en el climax del fenesí. Grita. Gesticula. Saluda)


CANCIÓN DE LOS APETITOS

El mundo está en nuestras manos
el mundo nos pertenece.
¿Cómo podemos quejarnos
cuando hacemos lo que nos parece? (Bis)

SRA. PIPÍ.- ¡Papas y tomates y frijoles y hallacas!

CORO.-
Para nosotros
matar ya no es castigado.
En esta vida
ya es un hábito robar.
Entre nosotros
se acostumbra el ultrajar
y de nosotros ¡quién lo pudiera
creer!

MR. PIPÍ.- Unas piernas y unos brazos y unos ojos y unas tetotas (Sra. Pipí se le acerca, él la mira) ¡y aquel grasero!

(Indignación ruidosa. La canción se repite mientras desalojan lentamente, caóticamente, borrachos. La fiesta debe ser un verdadero fin de mundo)

DUKESA.- ¿Para qué sirve el hombre?

SRA. PIPÍ.- ¡El hombre!

SR. NADANADA.- ¿Para qué?

IOCASTA.- ¿Para qué sirve el hombre?

(Extraña música. La atmósfera que sigue a esta escena da la sensación de pesadilla en la cual los personajes navegan su borrachera. Diferentes velocidades en los movimientos. Voces dispersas e incoherentes. Santana procura por Mr. Pipí. Sra. Pipí trata de enseñar a bailar a Iocasta. Etanislao se arrastra lentamente por el piso, como tratando de encontrarse a sí mismo. Confusión lenta y fantasmal. De pronto cualquiera de los personajes se transforma en un perseguidor simulando llevar un fusil apuntando – pánico- otros personajes sufren la misma transformación, perseguidores, perseguidos. Caos y violencia. Nadie queda vivo. Ni siquiera los músicos).

(Silencio y oscuridad total por unos segundos. Se ilumina nuevamente el escenario que está totalmente deshabitado. Los instrumentos musicales emiten una sola nota sincopada e intermitente. La luz disminuye hasta la semipenumbra. La compañía dividida en dos grupos llena el escenario. El primer grupo dirá a manera de letanía: “Sobre-vivir”. El segundo grupo responderá: “Matar, mentir, robar, ultrajar”. Todo esto en contrapunto. Hasta alcanzar un clímax angustiado que se cortará violentamente con un grito desgarrador. Los instrumentos siguen repitiendo la misma nota mientras los personajes ocupan nuevamente sus puestos y va subiendo la luz)


CANCIÓN DE CAMA

Síííííí… sí mañana comienzo más temprano,
apareceré como el sol, como la luna… sííí
sííííííí… ésta es mi vida, mi destino… síííí.


CAMA.- La vida es el espectáculo más variado de todas las cosas que puedan existir. Cada noche y cada día una nueva aventura, cada paso una caída pero siempre adelante. Cama hoy se encuentra feliz. Cama a su vida le ha encontrado solución. ¿Saben ustedes qué haré? Pues bien: Diré que soy menopáusica y viviré de la contribución.

DUKESA.- (Entrando) ¡Muy bonita solución!

CAMA.- ¡Ah, no! ¿Cuál es entonces?

SRA. PIPÍ.- Coma, niña…

CAMA.- ¡Cama!

SRA. PIPÍ.- ¡Niña! coma…

CAMA.- ¡………….. C!!!!!!!

SRA. PIPÍ.- ¡Que comas! Que te llenes hasta el tope… ¡Perdón! Quise decir que…

SANTANA.- Cree Cama… la solución es tener fe en…

SR. NADANADA.- Nada… yo nada tengo… sáquenme de aquí…

SRA. PIPÍ.- Quise decir que…

SR. NADANADA.- ¡Sáquenme de aquí!

SRA. PIPÍ.- Quise… decir… que…

(Todos comienzan a bailar aisladamente a tiempo que se escuchan risas y llantos. Cama huye desesperada. Conserje a escena)

ETANISLAO.- Ya estoy obstinado de la misma historia. Si me dicen que no están dispuestos a pagarme el sueldo que merezco voy a derrumbar todo esto a escobazos y me quedo para ver cómo lo recogen después… Etanislao no soporta este suplicio por tan poco dinero… ahm… dinero (Barre nerviosamente)… Después dicen que el diablo es malo. Nada de eso. Es que sabe arreglársela mejor que el mismo Dios… (Barre) No hago más que limpiar lo que otros ensucian y después ¿qué?... nada… lógicamente nada… después lógicamente después… nada… Absolutamente nada… (Barre) La vieja del tercer piso cree que voy a soportar los berridos de su feto durante toda la noche, pero se equivoca si está segura de ello. ¿Quién la manda a parir, si no es capaz de taparle la boca con estopa en cuanto ese monstruo comienza a llorar? ¡Ah!... ¡qué va! Yo no me quedo con esa. Y además…

(Aparece Cama e improvisa una escena fresca y tierna en la cual ambos bailan finalmente un tango. Aparecen personajes que le reclaman deberes a Etanislao. Llega un momento en el que todos están en escena e improvisan la calle del principio, mas con las situaciones y temas de las calles normales.
El escenario es transitado igual que al comienzo de la obra. Sube la luz y la música. Sara, Isaac e Ibrahim se dispersan en el grupo)

SARA.- (Buscando llama) ¡Ibrahim! ¡Ibrahim!

IBRAHIM.- ¡Aquí, Sara! ¡Aquí estoy!

SR. NADANADA.- ¿Ibrahim? ¿Sara? ¿Por qué? (Se queda como una marioneta)

ISAAC.- ¿Por qué no los encuentro? (Idem)

IBRAHIM.- (A Sara) ¿Por qué no lo buscamos? (Idem)

DUKESA.- ¿De qué nos alegramos? (Idem)

ASDRÚBAL.- ¿Por qué al hombre lo embarga la tristeza? (Idem)

CAMA.- ¿Por qué me domina la pereza?

ETANISLAO.- ¿Por qué trabajo tanto y me pagan tan poco?

IOCASTA Y SANTANA.- ¿De qué vale la vida terrenal? (Idem)

MR. PIPÍ.- ¡Quién pudiera fornicar! (Idem)

SARA.- ¿Por qué nos sentimos solitarios?

ETANISLAO.- De enero a diciembre, de lunes a domingo, del primero al qué sé yo…

(Todos se desploman ruidosamente y se incorporan con lentitud como marionetas grotescas)

VOZ.-
¡Mano arriba!
¡Codo arriba!
¡Cuerpo arriba!
¡Y cae!

CORO.- De enero a diciembre, de lunes a domingo, del primero al qué sé yo…

COMPARSA.- (Contrapunto in crescendo)
¿Por qué?...

(Sigue el estribillo que sube a tonos angustiosos. Todo el elenco en escena se mueve con las marionetas… Sube el estribillo y actúan como muñecos de cuerda… El estribillo irrumpe en un clímax angustiado: Un centavo… Dos centavos… Veinte centavos… Un bolívar… Cuatro bolívares… Un dólar… ¡Vida!

SARA.- Señores, la luz se reduce.

IBRAHIM.- La voz disminuye.

ISAAC.- Nuestro silencio se hace presente.

LOS TRECE PERSONAJES.- Vimazoluleka ha finalizado.

(Sube el tono angustiado del estribillo. Toda la compañía llena el escenario agrediéndose unos a otros. Del estribillo sólo queda el contrapunto: “¿Por qué?”. La luz baja en medio de los gritos y las exclamaciones…)


TOQUE DE SILENCIO – SIN SALUDO.


TELÓN




RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS DE AUTOR. Cualquier reproducción o representación parcial o total, por medio literario, audiovisual o teatral sin autorización del autor o sucesorio, queda sometido a las penalidades que estipula la Ley de derecho intelectual.