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Especialista en Teatro Venezolano

viernes, 6 de julio de 2012

Eduardo Calcaño



HISTORIA DEL CHIVO,
EL MONO Y LOS TIGRES DE LA MONTAÑA

Personajes:
EL MARIDO
LA MUJER
EL MONO
EL CHIVO
LA CORRIENTE
TÍO TIGRE
PAPÁ TIGRE
MAMÁ TIGRA
TIGRITO
CORO DE LOS TIGRES
LOS PÁJAROS DEL BOSQUE
LAS TRES GUACAMAYAS
LOS DOS AGUAITACAMINOS
LOS DOS CARRAOS



CUADRO PRIMERO
LA CASA
Paredes escaladas. Viguetones. Puerta al foro, que se abre sobre el campo. Al foro, izquierda, el fogón apagado. En la pared, colgadas, una cazuela, una vieja escopeta, una hacha, alguna ristra de ajos… Es todo: lo demás es miseria. A la derecha de la puerta, sobre una mesa rústica, un gran pan de casabe, que estará en perspectiva, apoyado en la pared, cual una luna, a la vista del público.
Cerca de la barandilla, en primer término, derecha, el Chivo, masticando unas yerbas que cuelgan de su boca. De vez en cuando se escucha su grito: ¡Meé…! A su vez, el Mono corre por la barandilla, enroscando su rabo y chillando, o bien, a lomos del Chivo, le busca insectos en su  pelambre.
La Mujer barre la casa y canta una canción tonta, que repite hasta fastidiar.
MUJER.- (Cantando entre dientes)
        Se acabó mi vaca…
        ¡Pobre vaca mía!
(Se apoya en el palo de la escoba y repite)
Se acabó mi vaca…
        ¡Pobre vaca mía!
MARIDO.- (Entra por la puerta del foro, cantando, con un haz de leña, que deja sobre el fogón).
        Mariquita,
        componte, componte,
        que hoy baja Bazán,
con la leña, del monte.
(Baila mientras canta)
        Sábado, la corta,
domingo, la quema,
y aquí está Bazán
con los haces de leña.
MUJER.- ¿Qué te pasa, marido, que vienes tan contento?
MARIDO.- Mi compadre, ¿sabes?, que viene a cenar.
MUJER.- ¡A cenar!
MARIDO.-Sí. Me ha ofrecido llegar al atardecer y pasar la noche con nosotros.
MUJER.- ¡Con nosotros!...
MARIDO.- Sí, mujer; ¿por qué pones esa cara? Bajará mañana, temprano, en el burro, con la carga de flores al mercado.
MUJER.- Y… ¿qué le has dicho?
MARIDO.- Que lo esperábamos.
MUJER.- ¿Eso has dicho?
MARIDO.- Sí.
MUJER.- Pero, ¿te has vuelto loco?
MARIDO.- ¿Por qué?
MUJER.- ¿No sabes que no tenemos ni un bocado?
MARIDO.- ¡Vamos, mujer! Lo poco que hay servirá para los tres.
MUJER.- Es que no hay sino una torta de casabe; eso solo no es cena para nadie.
MARIDO.- Habrá café.
MUJER.- Sí, pero es poco.
MARIDO.- Tienes razón. ¿Qué haremos?
MUJER.- ¿Qué haremos? Pues buscar algo más, puesto que no hay remedio.
MARIDO.- Pero, ¿qué?
MUJER.- Por ahora, lo único que se me ocurre es componer ese chivo que nos come todo: los manteles, las sábanas y la poquita ropa que tenemos.
MARIDO.- Está bien.
MUJER.- Y ¿ese mono? ¿Para qué sirve el mono? No hace más que comer y saltar todo el día. Haré con él un buen guisado y el compadre se chupará los dedos.
MARIDO.- Está mejor. Me duele mucho beneficiar al chivo, que no hace tanto daño como dices. El mono ya lo sabes que es regalo del mismo compadre, pero… ¡Bueno!
MUJER.- ¡Bueno!
MARIDO.- Vete a la acequia a buscar un poco de agua para ponerla en la candela, mientras voy al corral a afilar mi cuchillo.
(El mono grita inquieto y el chivo embiste y deja oír su “Meé…”. Salen;  la mujer por el foro y el hombre por la derecha. El mono se asoma a la puerta del foro a espiar a la mujer. Regresa el hombre con un gran cuchillo en las manos y sale también por la puerta del foro. Al verlo el mono grita y salta, sentándose finalmente sobre el chivo).
MONO.- (Al oído del chivo). ¡Escucha! Tenemos que salvar nuestras pieles. Hay que huir.
CHIVO.- ¡Meé…! Tienes razón. Tienes muchísima razón. Y ¿a dónde iremos?
MONO.- A la aventura… El mundo es grande. Lo conozco.
CHIVO.- Todo es preferible a quedar aquí y que nos degüellen como a dos pobres inocentes… ¡Meeee…!
MONO.- (Saltando) ¡Huyamos!
CHIVO.- ¡Sí! ¡Huyamos! (Se mueven hacia el foro).
MONO.- Aguarda. Nos llevaremos el saco de cocuiza que guarda el ama debajo de la cama. Me servirá de silla para montar sobre tus lomos y, alguna vez, para almacén de víveres.
CHIVO.- Ve a buscarlo. Espero. (Sale el mono por la izquierda, y regresa trayendo entre sus manos el saco de cocuiza). ¡Meeeé…!
MONO.- (Saltando) ¿Vamos?
CHIVO.- ¡Vamos!
(El mono monta sobre el chivo y salen disparados por el foro).

(M Ú S I C A)

(Regresa la Mujer con la escoba y un tobo de agua, y el Marido con su gran cuchillo amolado, mirando por todos lados).
MARIDO.- ¿Y el chivo? ¿Y el mono?
MUJER.- Habrán ido al corral. Búscalos bien.
MARIDO.- (Acercándose a la puerta del foro). ¡Jujú! ¡Allá van a escape!
MUJER.- ¡Alcánzalos!
MARIDO.- Van lejos.
MUJER.- Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Qué daremos de comer al compadre? ¡Tú tienes la culpa! ¡Por consentidor! ¡Toma! (Le pega con la escoba). ¡Por parejero! ¡Toma! ¡Por…! ¡Toma!
MARIDO.- (Gritando). ¡Yo no, mujer yo no…! ¡Ay! ¡Ay!
(El marido cae sobre la barandilla, dejando colgar hacia fuera su cuchillo. La mujer lo golpea con más fuerza).
MUJER.- ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma!


(C O R T I N A)



CUADRO SEGUNDO
EL BOSQUE
Bosque espeso, de ramas bajas. Los troncos simulan extrañas figuras. Un arroyo caudaloso corre al fondo. A la izquierda, semioculto entre hojas, el blanco esqueleto de un tigre.
En los troncos de los árboles, por aberturas, asoman, intermitentes, las cabezas de los espíritus de la madera, que cantan:
ESPÍRITUS.-
        Chuao, Chuao,
en el bosque has dao.
Chuio, chuio,
que estás perdío.
(El tambor de la selva resuena a lo lejos. Entra el Chivo con el Mono a cuestas).
CHIVO.- Apéate, amigo; estoy cansado; hemos corrido medio mundo.
MONO.- (Apeándose) ¡Qué poco lo conoces! La tierra es grande, amigo.

ESPÍRITUS.- (Asomándose).
        Chua, chuao,
        en el bosque has dao.
        Chuiu, chuiu,
que ya estás perdío.
CHIVO.- (Temblando de miedo). ¡Meé…! ¿Has oído?
MONO.- (Inquieto). Sí. Son los espíritus de la selva.
CHIVO.- Tengo miedo, hermano.
MONO.- Con él, nada conseguiremos.
CHIVO.- (Asustado, gritando). ¡Meé…! ¿Qué es aquello? (Embistiendo hacia el sitio en donde está el esqueleto).
MONO.- Aguarda. Voy a ver. (Se agarra a una larga fibra que cuelga de las copas de los árboles y se desplaza por el aire, deteniéndose junto al esqueleto). ¡Acércate! ¡Es un esqueleto!
CHIVO.- (Medroso). ¿Un esqueleto?
MONO.- ¡Sí!: un esqueleto de tigre.
CHIVO.- (Acercándose sigiloso). ¡Meé…! ¡Me da miedo!
MONO.- ¡No seas tonto! Lo meteremos en el saco y servirá de provisión, si llega a apretarnos en hambre. ¡Ayúdame!
CHIVO.- Bueno. Pero antes beberé un poco de agua. La sed me agobia.
MONO.- A mí también. Beberemos y descansaremos antes de seguir la marcha. El sol me pica en las espaldas. (Se rasca, llorando. El Chivo se acerca al arroyo y se inclina a beber. El espíritu de la corriente, un personaje blanco de largos cabellos desteñidos y revueltos, largos dedos, como fibras pálidas y vistiendo tules imprecisos que arrastran las aguas, asoma en medio del caudal, agarra al chivo por las barbas y lo sacude con fuerza).
CORRIENTE.- ¿Qué quieres tú, chivo barbudo, que acercas tu boca a mis aguas?
CHIVO.- ¡Meé…! ¡Meé…! ¡Que me dejes beber; la sed me ahoga!
CORRIENTE.- (Riendo a carcajadas). ¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡Bebe! ¡Bebe cuanto gustes! ¡Ja, ja, ja! Para eso corro por este bosque. (El Chivo bebe. El mono, a su vez, se acerca al arroyo, se inclina a beber y súbitamente se retira, gritando).
MONO.- ¡Chi! ¡Chi! ¡Chi! ¡Uum! ¡Uum!
CORRIENTE.- ¿Qué te pasa a ti, mono insensato? ¿Por qué gritas?
MONO.- Iba a beber. Pero que escondes en tus aguas a uno de mis hermanos, que me hace señas para que lo saque…
CORRIENTE.- No temas. Ven aquí. (Tiende una mano al mono; éste se acerca. La corriente lo agarra fuertemente, el mono grita).
MONO.- ¡Uum! ¡Uum!
CORRIENTE.- ¡Ten cuidado! No te inclines demasiado, que si llegas a tocarme te arrastraré con todas mis fuerzas. Bebe confiado. (El mono bebe y quiere escapar luego). ¡Quieto! ¿No comprendes que es tu imagen que se refleja en mis aguas? Ahora, vete. (El mono se refugia al lado del chivo).
MONO.- ¡Huyamos!
CHIVO.- ¡Sí huyamos antes de que nos arrastre la corriente!
CORRIENTE.- (Riendo). ¡No temáis! ¡Ja, ja, ja! Podéis dormir tranquilos a mi orilla. Sólo me burlo de los tontos. ¡Ja, ja, ja! (Desaparece en medio del arroyo. Su risa se pierde en el fondo del agua).
(Va oscureciendo. Los luceros y los cocuyos se asoman entre las ramas).
CHIVO.- No me fío. Es un espíritu engañoso.
MONO.- Sí; vámonos.
CHIVO.- Pero, ¿a dónde?
MONO.- En busca de un refugio. Ya apuntan las estrellas y esta noche no hay luna. No podemos dormir a la intemperie.
CHIVO.- Tienes razón. Pero, ¿dónde lo encontraremos?
MONO.- Quien busca encuentra. Yo podría subirme a un árbol, huyendo de las fieras; pero tú, ¿cómo subirías?
CHIVO.- Tienes razón. Solamente una cueva podría servirme de refugio.
MONO.- No es mala tu idea. Durmiendo a la intemperie, en lo alto de un árbol, si llegara a llover, mi pelambre se pegaría a mis huesos. Me moriría de frío.
CHIVO.- Pues busquemos…
MONO.- Sí, busquemos la cueva. (Salta a los lomos del chivo).
CHIVO.- ¡Ah, nos olvidamos de algo! (Devolviéndose)
MONO.- ¿De qué?
CHIVO.- ¡Del esqueleto!
MONO.- ¡Es verdad! ¡Mi esqueleto de tigre! Presiento que ha servirnos pronto. (Se acerca a recogerlo). ¡Todo es útil en este mundo de aventuras!
(Redobla el tambor. Los espíritus de los árboles asoman de nuevo sus cabezas).
ESPÍRITUS.- (Cantando).
        Chuao, chuao,
en el bosque has dao.
Chuio, chuio,
que ya estás perdío.

C O T I N A




CUADRO TERCERO
LA CUEVA
Cueva oscura. Piedras irregulares le dan formas. Al foro, abertura que da al exterior. Por ella se ve la selva en el medio tono azul de la noche de teatro. La cueva tiene tres salientes que sirven de lechos. En el grande, de la izquierda, duerme Tío Tigre, vistiendo pijama a rayas amarillas y negras, roncando a más no poder. A la derecha habrá otros dos salientes de piedra, que servirán de camas al chivo y al mono en su oportunidad. A lo lejos cantan los sapos y las ranas.
MONO.- (Entrando en la cueva). ¡Una caverna! ¡Y es grande! (Llamando al chivo). ¡Chsssss! ¡Entra!
CHIVO.- (A la entrada de la cueva). ¡Me da miedo!
MONO.- ¡Tonto! Entra. Está sola. Aquí podremos dormir tranquilos. (El chivo entra con cautela. Tío Tigre lanza un gran ronquido).
CHIVO.- (Temblando de miedo). ¡Meé…! ¡E…! ¿Escuchaste?
MONO.- (Agazapado). ¡Síi…!
(Otro ronquido de Tío Tigre).
CHIVO.- ¡Otra vez! ¡Meeee!...
MONO.- Parece…
CHIVO.- ¡Un tigre! ¡Mee…! (Huyen hacia la boca de la cueva).
TIGRE.- (Despertando). ¡Ahhhhh…! ¿Quién anda ahí? (Pausa) ¡Entre el que sea! ¡No temo! Sé hacerme respetar y no hago daño a nadie. ¡Adelante! (Incorporándose).
CHIVO Y MONO.- ¡No! ¡No!
TIGRE.- ¡Entre, he dicho!
(El chivo y el mono entran cautelosos, escondiéndose el uno detrás del otro).
TIGRE.- ¡Uuuuuuuum! ¡Anjá! ¿Quiénes sois? Hablad. (Pausa) Tened confianza. Soy un pobre tigre, con muchos años encima. He perdido la vista y me encuentro, como veis, en esta cama de hojas al abrigo de la intemperie… ¡Decid! ¿Quiénes sois?
MONO.- Soy el Mono y mi compañero el Chivo. Venimos de un largo viaje y querríamos pasar aquí la noche…
CHIVO.- Si no estorbamos… ¡Meeee!...
TIGRE.- ¡Uuumjú! ¿Conque Tío Mono y Tío Chivo? Bienvenidos. Mi casa es pobre, pero podréis dormir en ella. Allí cerca, a la derecha, encontraréis dos camas. Son cómodas, con colchón de hojas de raíces.
MONO.- (Acercándose a los salientes de roca). Sí, sí; aquí están.
TIGRE.- Pues descansad a pierna suelta. Yo dormiré más tranquilo sabiendo que tengo dos buenos compañeros, que podrían socorrerme en caso de peligro.
CHIVO.- (Susurrando al Mono) ¿Qué te parece, Tío Mono?
MONO.- (Ídem). Que es un buen animal este Tío Tigre y que estaremos seguros en su compañía.
TIGRE.- (Ídem). Pues aceptamos.  (Al tigre, acercándose). Aceptamos, Tío Tigre. Muchas gracias.
TIGRE.- Pues acomodaos en las camas. Hay una más chiquita; esa será la del mono. La más grande servirá al chivo de reposo.
MONO Y CHIVO.- ¡Gracias! ¡Gracias!...
(Se acomodan todos en sus lechos. Música suave hacia el fondo. Progresivamente va escuchándose un coro de rugidos amenazadores cada vez más fuerte, acercándose a la boca de la cueva).
CHIVO.- (Despertando sobresaltado. Al mono). ¡Meé…! ¿Has oído?
MONO.- (Medio tono). ¡Síi…!
CHIVO.- ¡Son tigres! ¡Estamos perdidos! ¿Qué piensas!
MONO.- Que hay que tomar medidas. Despertemos a Tío Tigre. Espera. (Rugidos más fuertes. Acercándose al tigre, sacudiéndolo). ¡Eh…! ¡Tío Tigre, despierte!
TIGRE.- ¿Uuuuumm?
MONO.- Díganos qué es eso que escuchamos… (El chivo se acercado a la boca de la cueva y regresa espantado).
TIGRE.- ¡Ummuuu! (Malhumorado). ¡Me habéis partido el sueño! ¡Uuuummm! (Escuchando. Incorporándose). ¡Ah! No se alarmen; son mis compañeros, los tigres jóvenes, que regresan con sus presas de la cacería.  
MONO.- (Al chivo) ¿Qué te parece, amigo chivo? (Medio tono) ¡Que es un peligro! ¡Que esa manada de tigres podría devorarnos fácilmente!
MONO.- Estamos de acuerdo y tenemos que defendernos. Espera. (Se acerca de nuevo al tigre) ¡Tío Tigre! ¡Mi amigo el Chivo y yo somos animales de muy mal genio! ¡No nos gusta que se nos moleste! ¡Brrr…! ¿Cómo se atreve a turbar nuestro sueño? Es bueno que les haga saber a sus compañeros que no toleramos molestias de nadie. ¡Brrr…! (Acercándose al chivo. Aparte) ¿Qué te parece?
CHIVO.- Que está bien…
MONO.- (En voz alta, con intención, para que oiga Tío Tigre). Amigo, Chivo: como no vayamos a tener que hacer con estos tigres como con los pumas que matamos anoche. ¡Qué animales imprudentes! Hasta mañana, amigo.
CHIVO.- Hasta mañana.
(El chivo y el mono se acuestan de nuevo).
TIGRE.- (Levantándose. Andando a tientas). ¡Uuuumm! Son dos valientes. Podrían acabar conmigo, si me descuido. Diré a mis compañeros que se retiren. (Se acerca a la boca de la cueva).
MONO.- (Incorporándose). Ha salido…
CHIVO.- Chsssss!... ¡Escucha! ¡Está hablando!
TIGRE.- (Llamando). ¡Hermanos! ¡Hermanos! (Varios tigres se asoman a la boca de la cueva, con sus ojos iluminados). Venid acá. Poned en mis manos las presas, el fruto de vuestra cacería. Tengo huéspedes de muy mal genio, poderosos, que podrían acabar con todos nosotros si los molestamos.
PAPÁ TIGRE.- ¿Huéspedes?
TIGRE.- Sí, huéspedes. No preguntéis más; dame las presas y alejaos.
MAMÁ TIGRA.- Aquí las tenéis: un venadito, dos conejos, una lapa…
TIGRITO.- (Asomándose). Dos tortolitas…
TIGRE.- ¡Pronto! ¡Dádmelas! Y escapad. ¡Podrían mataros!
(Todos se alejan, Tío Tigre entra arrastrando la cacería, y la deja en un rincón, se acuesta en su cama. Ronca de nuevo).
MONO.- ¿Has oído? Ese rincón está lleno de cacería. El tigre duerme. Metamos en el saco esos conejos y esos venaditos para llevárselos a nuestros amos: así salvaremos nuestras pieles y los llenaremos a ellos de contento. ¡Vamos!
CHIVO.- ¿Y tu esqueleto de tigre?
MONO.- Lo dejaremos fuera. Ya no nos servirá de nada. ¡Manos a la obra! (Dejan el esqueleto sobre un saliente y meten dentro del saco los animales muertos).
CHIVO.- ¡Bien!
MONO.- Y ahora esperemos que amanezca para escapar.
(El chivo y el mono se tienden de nuevo en sus lechos).
(Nuevos ronquidos de tigres… En la boca de la cueva aparecen Papá Tigre, Mamá Tigra, el Tigrito y cuatro tigres más).
MAMÁ TIGRA.- ¡Debe ser algún animal gigantesco el que ha entrado en la cueva!
PAPÁ TIGRE.- ¡Hay que averiguarlo!
MAMÁ TIGRA.- ¡Hay que pensar qué haremos!
PAPÁ TIGRE.- ¡Un voluntario! ¡Un voluntario para que entre en la cueva e identifique al enemigo!
TIGRES.- (Meneando las cabezas). ¡Yo, no! ¡Yo, no! ¡Yo, no!
TIGRITO.- Iré yo. Soy pequeño y me perderé en la oscuridad sin ser visto.
PAPÁ TIGRE.- Ve pues, y dinos quién es nuestro enemigo.
TIGRITO.- Vuelvo enseguida. Probaré a todos, que aunque pequeño, soy valiente. (Todos se alejan. El tigrito entra en la cueva, sigiloso). Esta vez me he pasado de valiente. Iré poco a poco. Seguramente duerme y podré contemplarlo a mi gusto… (Se encuentra de pronto frente al esqueleto y da un grito): ¡Uuuummm! ¡Hí! ¡El viejo tigre! (Contemplando el esqueleto entre temblores). ¡Han matado al viejo tigre! ¡Sí! ¡Son sus huevos! ¡Ah…! (Huye hacia la boca de la cueva y grita): ¡Vengan! ¡Vengan! (Los tigres se van acercando). ¡Mataron al abuelo ciego! ¡Mataron al abuelo ciego!
TIGRES.- (Moviéndose en todas direcciones). ¡Huyamos! ¡Huyamos! ¡Mataron al abuelo ciego! ¡Huyamos! (Huyen en gran confusión, pasan y vuelven a pasar corriendo ante la boca de la cueva). ¡Mataron al abuelo ciego! (Hasta que sus gritos se pierden en la distancia).
MONO.- (Acercándose al chivo). Hermano, Chivo, ahora nosotros. Vamos a casa de nuestros amos. La hora de la aventura ha terminado.
(El chivo y el mono recogen  a prisa el saco y salen por el foro. Tío Tigre ronca más fuerte que nunca).


C O R T I N A




CUADRO CUARTO
EL BOSQUE
El mismo decorado del segundo cuadro. Esta vez lleno de luz de amanecer. Cantan los pajarillos y las flores silvestres coronan los tallos.
Entran tres guacharacas corriendo, con las alas entreabiertas.
GUACHARACAS.- (Al centro). ¡Por aquí van! ¡Por aquí van! (Entran los tigres, en carrera).
TIGRES.- ¡Corramos! ¡Corramos!
TIGRITO.- (Desprendiéndose escapado y montándose en la barandilla). ¡Por aquí! ¡Por aquí!
(Todos dan vueltas a la escena).
GUACHARACAS.- ¡Por aquí van! ¡Por aquí van!
(Entran dos aguaitacaminos, volando).
AGUAITACAMINOS.- ¡Aquí están cundíos! ¡Aquí están cundíos!
TIGRE.- ¡Corramos! ¡Corramos!
GUACHARACAS.- ¡Por aquí van! ¡Por aquí van!
(Todos a la vez. En confusión).
MAMÁ TIGRA.- Estamos cansados.
PAPÁ TIGRE.- Bebamos un poco de agua.
(Los tigres se inclinan a beber sobre el arroyo. El espíritu de la corriente asoma y agarra a un tigre por las chivas).
CORRIENTE.- ¡Te agarré! ¡Te agarré! ¡Te agarré!
GUACHARACAS.- ¡Por aquí van! ¡Por aquí van!
(Aparecen dos carraos entre los árboles).
CARRAOS.- ¡Ya están agarraos! ¡Ya están agarraos!
PAPÁ TIGRE.- (Asustado). ¡Corramos! ¡Corramos! ¡Estamos cogidos!
GUACHARACAS.- ¡Por aquí van! ¡Por aquí van!
TIGRITO.- (Saliendo y entrando de nuevo). ¡Nos siguen! ¡Vienen de frente!
PAPÁ TIGRE.- ¡Vienen de frente! ¡Vienen de frente! ¡Huyamos por aquí!
TIGRES.- ¡Sí, huyamos! ¡Huyamos!
(Se lanzan todos al arroyo y la corriente los arrastra. Los pájaros redoblan sus gritos y van saliendo en confusión).
CARRAOS.- ¡Ya están agarraos! ¡Ya están agarraos!
GUACHARACAS.- ¡Por aquí van! ¡Por aquí van!
(Entran el Mono y el Chivo riendo).
MONO Y CHIVO.- ¡Ji, ji, ji, ji! ¡Meé…! ¡Meé…!
CHIVO.- ¡Estamos salvados!
MONO.- ¡Nunca volverán a molestarnos!
(Entra el Marido).
MARIDO.- (Viendo al Chivo y al Mono). ¡Guá!  (Llamando). ¡Ven, mujer! ¡Aquí están, nuestro Chivo y nuestro Mono! ¡Ven!  (Se acerca a la lateral y la trae por la mano).
MUJER.- (Abrazando al Mono). ¡Mi Mono! ¡Mi Mono querido!
MARIDO.- (Abrazando al Chivo). ¡Mi Chivo! ¡Mi pobre Chivato! (El Mono levanta el saco lleno de cacería). ¡Y mira lo que traen! ¡Ahora sí que vamos a cenar!
(Todos se toman de las manos y cantan y bailan. Los espíritus de los árboles se asoman entre los troncos y cantan también).
TODOS.- (Cantando).
        Mariquita,
Componte, componte,
Que hoy baja Bazán,
Con la leña del monte.

Sábado, la corta;
Domingo, la quema,
Y aquí está Bazán,
Con los haces de leña.


TELÓN