Datos personales

Especialista en Teatro Venezolano

viernes, 8 de junio de 2012

Rafael Rodríguez "Rars"




Rafael Ángel Rodríguez Salas (RARS) nació en Guasdualito. Estado Apure, el 6 de enero de 1949. En la ciudad de Caracas, abandona su carrera de Ingeniería para dedicarse de lleno al teatro. Comienza barriendo el escenario, pero pronto figura como actor de El Nuevo Grupo en 1967 y más adelante como asistente de dirección de José Ignacio Cabrujas, Herman Lejter, Horacio Peterson, Antonio Briceño, Eduardo Mancera, Alberto "Chino" Rodríguez Barrera, entre otros. En el Ateneo de Caracas hace carrera bajo la égida de Carlos Giménez. Fundador en 1973 del Teatro de Arte Infantil y Juvenil (TAIJ). Productor, actor, dramaturgo, director teatral creador en toda su dimensión que incursionó en el mundo de la televisión. En 1981 se destaca como director y guionista de la miniserie La inimaginable imaginación (RCTV) y los micros de La Ventana Mágica para los Cuadernos Lagoven. El teatro infantil venezolano tiene en RARS un genial maestro. Premio TIN 1994. Su legado en el Teatro Universitario (TU) de la UCV es notable. Entre sus obras de teatro para adultos están: Los encapillados, El espejo de los muertos y Edith Piaf: la magia de la canción, ultima obra estrenada antes de morir el 7 de diciembre del año 2001, en la ciudad de Caracas.   



Se incluyen aquí las obras:
       - La isla de Los Soñín (Teatro infantil)
       - El espejo de los muertos (Teatro para adultos)



La Isla
de Los Soñín
1984
(Obra musical en dos actos para niños de 2 a 80 años)




Personajes
(Por orden de aparición. Todos deben cantar).

-LA LUNA: joven delgada, alta, dulce, coqueta y alegre princesa de dos caras. Tiene que saber caminar en zancos.

-EL SOL: joven celosamente fuerte y alto. Es un dios Inca. Tiene que saber caminar en zancos.

-INVENTÍN: científico tiernamente loco. Es un gnomo muy inquieto y nervioso.
-FELICIA LA TORTUGA: una joven curiosa y lenta. Interpreta la inocencia de una niña de 13 años.

-ASERRÍN: es el gnomo más viejo de los Soñín, es gruñón, sordo y con la         energía de un duende sin edad.

-SEMILLÍN: es un duende muy trabajador; su energía representa a los agricultores. Es muy pícaro.

-ZAPATÍN: puede ser interpretado por una o un joven. Gordito-a, es mellizo con Panadín. (La gordura la puede dar el traje).

-PANADÍN: es gemelo con Zapatín. (Estas características las dan el traje y el maquillaje).

-PILÍN: es una joven muy hermosa. Protagonista de los Soñín, tiene que tener unos 15 ó 17 años.

-ARLEQUÍN: el típico personaje de la comedia del arte. Bailarín, cantante, acróbata, etc.

-ESPECTADÍN: 1, 2 y 3. (El público).

-CAPITÁN GANCHO: el típico personaje de los cuentos de piratas. Voz profunda, grave, vulgar, indecente y delicado.

-TRONCO DE PATA: el típico personaje con pata de palo. (Es un tronco de árbol con raíces).   

-OJO DE TRAPO: pirata muy gordo.

-ORQUESTÍN: es el hombre orquesta tanto para los Soñín como para los piratas.


PRIMER ACTO

Escena I

(El Sol y la Luna iluminan la bóveda celeste. Una fanfarria mágica y encantadora, levanta el telón descubriendo a la izquierda y al fondo del escenario, una brillante y hermosa media La Luna, la cual está suspendida en el firmamento por millones de luceros titilantes. A la derecha el proscenio, un sol colosal genera energía como un guerrero celestial. Elevados en el cielo estrellado danzan como dos enamorados, iluminando la bóveda celeste y la faz de la tierra. Planeta azul que los acompaña en la danza de la vida).

La Luna: Había una vez, no hace poco y en un lejano mar, una isla extraordinariamente mágica.

El Sol: Tan mágica que no aparece en el Mapamundi sino en el Mapamundo.

La Luna: Es una isla desconocida por muchos y conocida por pocos, llamada...

Los dos: ¡La Isla de los Soñín!


Escena II

El primer mapa de la Isla de los Soñín y como partió la tortuga hacia el Triángulo de las Tortugas.

(La Luna, coqueta y ruborosa, se va ocultando porque El Sol va emergiendo como una inmensa esfera iluminando el oleaje que rodea el traje de La Isla de los Soñín sobre la blanca y suave arena, un personaje vuela, es Inventín Soñín, y como dice su amiga la Palmera: “Es un científico de primera, tiernamente loco, pero tiene mucho coco”.- Lo acompaña con mucha calma, su amiga del alma la tortuga Felicia. De ella opina su vecina la Sra. Osa: “Es deliciosamente curiosa, un poco lenta, muy atenta, pero siempre está contenta y lo que más me gusta de Felicia la tortuga es que no tiene ninguna arruga”. “los dos traen una cinta métrica gigante, una punta la sostiene con firmeza Felicia y con la otra mide Inventín, corriendo como un potro de un lado a otro. Cada medida es anotada en el vestido de Felicia. Inventín anota y mide, mide y anota en el caparazón de Felicia. Se oye el viento y el oleaje refrescando la playa).

La Luna: Adiós, mi rayo de Sol.

El Sol: Adiós, mi rayo de la Luna.

La Luna: (ocultándose) un día de sol radiante, el cartógrafo Inventín Soñín, recorrió y midió la isla en un telín. (Se oculta).

Inventín: De Norte a Sur cincuenta pies y de Oeste a Este sólo diez. Bien de arriba abajo he terminado con mi trabajo. Gracias, Felicia, por haberme permitido dibujar el mapa en tu vestido. Me has hecho un gran favor.

Felicia: Inventín, lo hice con amor... y te aseguro que tu linda cartografía la luciré de noche y de día. ¡Ay, en lo que me la vea mi modisto se va a quedar bizco! Solamente te voy a pedir un favor...

Inventín: Para mí será un honor (reverencia).

Felicia: Inventín, descríbeme la isla (mira hacia atrás) porque desde este ángulo sólo alcanzo a ver un triángulo.

Inventín: (Viendo su obra de arte) ¡Es increíblemente bella... Parece una estrella!

Felicia: ¿Y este triángulo?
               
(Una música siniestra, poco a poco nos muestra, el escalofrío que le va trepando, a Inventín, desde los pies hasta la coronilla, como si el triángulo fuera una horrible pesadilla).

Inventín: (Con los ojos desorbitados y los pelos de punta). Es el Triángulo de las Tortugas.

Felicia: ¿El Triángulo de las Tortugas?

Inventín: Sí, como nuestra isla no está a la vista ni en ninguna lista, lo puse como una pista, como una pequeña pista.

Felicia: ¡Ah!

Inventín: (Un poco misterioso). Del Triángulo de Las Tortugas te trajeron tus padres.

Felicia: ¿Mis padres?

Inventín: Sí.

Felicia: Eso quiere decir, que yo nací aquí (señala el Triángulo).

Inventín: Sí, allí.

Felicia: ¿Y cómo es el Triángulo?

Inventín: (Despistado) ¿El Triángulo? ¿Que triángulo?

Felicia: (Señala su hombro). Este Triángulo.

Inventín: (Efecto musical de tensión). lo único que de él se sabe, es que tiene tres lados iguales... y según doña Oruga “a los que van les salen arrugas y verrugas... y nunca más regresan del Triángulo de Las Tortugas”.

Felicia: ¿Por qué?

Inventín: No sé. Figúrate que el último que fue... ¿Quién fue?... ¿Quién fue?... ¡Ah, sí, un almirante, muy elegante, de apellido navegante. Partió el siglo pasado y hasta El Sol de hoy no ha regresado. (Dramático). Es el triángulo de irás y no volverás. Es el triángulo de las malas noticias. (La tortuga se queda pensativa)... ¿En qué piensas Felicia?

Felicia: ¿Inventín, hacia dónde queda el Triángulo?

Inventín: ¿Cuál triángulo? (Felicia se lo muestra). ¡Ah, si, según esta línea y este corte, queda hacia el Norte. Derechito derechito. Es como ir tieso, tieso, sin torcer el pescuezo.

Felicia: Gracias por tu información... Ahora, nadaré en esa dirección.

Inventín: ¿Qué? … Felicia, lo que vas a hacer es una locura.

Felicia: No, Inventín. Será una linda aventura.

Inventín: Felicia, el mar mareado es muy peligroso.

Felicia: Como dijo el señor Oso: ¡Con peligro o sin peligro, yo emigro! Y siguiendo su consejo, yo de la orilla me alejo. (Camina hacia el mar). Me despides de mi primo el Morrocoy porque ahora mismo me voy.
(Entra en las olas del mar. Inventín está muy preocupado.)

Inventín: La culpa de este viaje la tiene ese mapa.

Felicia: (Entre las olas que van y vienen). Inventín, me saludas a mi vecina la lapa.

(Una música muy triste invade la escena. Inventín sollozando despide a Felicia con un pañuelo rojo que le aparece en la mano por arte de magia).

Inventín: Felicia, ve despacio y no pierdas el paso.

Felicia: Adiós, amigo Inventín... ¡Despídeme de los Soñín!

Inventín: Recuerda: los tiburones tienen hambre.

Felicia: Jamás he tenido calambre. Adiós.

Inventín: Adiós, Felicia, adiós... Cuídate mucho.

Felicia: Inventín, y no te escucho... Adiós.

Inventín: Adiós, amiga Felicia. Ayúdate con la brisa. Adiós... Adiós

(Llora muy triste y acongojado. Inventín le va diciendo adiós con el pañuelo. La música, de una tristeza que desespera, acompaña a la viajera. La La Luna blanca y el tibio sol en la escena desde el cielo).

La Luna: (Dulcemente triste). Felicia comenzó a nadar hacia el mar mareado.

El Sol: (Opacado y melancólico). Y hasta El Sol de hoy no ha regresado.

La Luna: (Cambiando la escena). Pero este cuento aún no ha terminado.

El Sol: ¡Ahora es que ha comenzado: a la luz de la Luna!

La Luna: Y de los rayos del Sol, verán el mundo mágico de los Soñin.

Los dos: ¡Donde la alegría, no tiene fin!




Escena III
Las mil maravillas de la misteriosa Isla de los Soñín.

(En un abrir y cerrar de ojos, la escena cambia a su antojo. Saliendo de la nada, una isla encantada. La acción es avasallante, reluciente como un brillante. Donde el color, el movimiento y la alegría nos llevan a una isla de fantasía. La Luna y el Sol se deslizan por el tobogán del Arco Iris para cantar y bailar junto con los Soñin la maravilla de maravillas que es la Isla de los Soñín).

CANCIÓN 1
La Isla de los Soñin es un hermoso y mágico
jardín donde la brisa no tiene prisa y cuatro
mares la acarician. Son cuatro mares encantados
que la rodean por todos lados (Bis).

La Isla de los Soñin es un hermoso y mágico
jardín donde las flores dicen poesías y las
estrellas brillan de día. Un arco iris prodigioso
le da tesoros fabulosos (Bis).

La Isla de los Soñín (Bis).
Tiene montañas de caramelo Y una cascada que
cae del cielo. Un volcán en forma de aguacate
que bate, bate chocolate.”

Aquí soñamos en alegría
y trabajamos con armonía
nuestra vida es un resplandor
brillante, Brillante
Brillante como el amor.


Escena IV

“En el arte de los oficios hay un gran
principio: Hacer las cosas no basta;
Hay que hacerlas mejor que mejor y con
mucho amor”.

(Los Soñín han quedado en penumbras. Como pequeñas y activas sombras. Todos, sus voces afinan. El Sol y la Luna se iluminan).

La Luna: Soñín, isla de ilusión.

El Sol: Isla de la imaginación.

La Luna: Donde la verdad, verdad...

El Sol: ¡Los sueños se hacen realidad!

                       El arte de los oficios                        
CANCIÓN 2

Con el Sol marchamos ya
los Soñín a trabajar.
El arte de los oficios
Vamos a realizar
los Soñín ah ah oh.
los Soñín ah ah oh.
Aserrín: “Yo soy Aserrín Soñín”
Trabajo la carpintería
Clavitos, clavotes, clavo
y miles de muebles hago

Si labro la madera
me sale una escalera
Si serrucho las astillas
aparecen cuatro sillas.
Ah, ah, ah, ah.


Semillín: “Yo soy Semillín Soñín”
Trabajo la agricultura
seis meses voy labrando
y seis meses cosechando

Si abono una semilla
crecen diez patillas
Si riego las hortalizas
Me premian con su sonrisa
Ah, ah, ah, ah.

Cosechando vivo yo.

Sobre lo más alto de un cocotero opinó el pájaro carpintero: “Aserrín es un poco sordo y algo gruñón, pero con un inmenso corazón. Siempre lleva un caracol para oír la clave de sol, y aunque tiene barba y pelo blanco, no tiene edad, es flaco y muy franco.
De Semillín se expresó el señor fruto: “Siembra con gusto y recoge sin disgusto, es amigo de Aserrín y un gran bailarín. Hay momentos en que la sordera, de su amigo, lo desespera pero luego se le pasa, tomando té en su casa, porque Aserrín le pone a su taza uvas pasas.

Semillín: Buenos días, Aserrín:

Aserrín: Buenos días, Semillín …. ¿En qué te puedo ayudar?
(Se quita el caracol de la oreja).

Semillín: En algo que me va a gustar. quiero una carreta.

Aserrín: ¿Una careta? … y para que quieres una careta?

Semillín: Carreta... (Sube la voz) carreta de madera.

Aserrín: Que te duele la cadera? … y por qué no vas al doctor?

Semillín: Yo no tengo ningún dolor. (Sube la voz). Necesito una carreta de madera!

Aserrín: Una cosecha de peras … te felicito Semillín.

Semillín: Por favor, Aserrín. (Grita) Ponte el caracol:

Aserrín: Sí, es tiempo de sembrar col. También lechuga, zanahoria y repollo… Bueno, pero tú, sabés de eso más que yo.

Semillín: (Colocándole el caracol en la oreja) Aserrín:

Aserrín: (Canta y baila)
Aserrín los maderos de San Juan
Piden pan, no les dan
Piden queso, menos eso
Piden aquí … eso sí:

Dame esa mano. Mi oído es como un piano. Qué decías? … Qué querías?

Semillín: (Gritándole en el caracol) Quiero un carretón:

Aserrín: No seas tan gritón.

Semillín: (Bajando la voz en el caracol) Quiero que me construyas …

Aserrín: …. deja la bulla…. te oigo y te escucho muy bien. (se quita el caracol). Además, mis oídos oyen por cien:

Semillín: (Desesperado, pero con voz normal) Quiero un carro...

Aserrín: ¿Qué tienes catarro?… Cúrate lo más pronto que puedas.

Semillín: (Le coloca el caracol y le habla fuerte). ¡Quiero un carro con dos ruedas! ¡Un carro de madera! (El cuerpo de Aserrín retumba).

Aserrín: Si sigues levantando la voz, te va a dar un ataque de tos. No grites, no pites, no subas la voz. Deja la algarabía. Que es lo que querías (Semillín tiembla por los gruñidos de Aserrín).

Semillín: (Suave y tímidamente) Una linda carreta de madera.

Aserrín: ¿Ves? Sin gritar uno se entera. Te la haré con mucho esmero porque soy el mejor carpintero.


Escena V
(De la zapatería sale Zapatín Soñín. Va muy contento hacia la panadería).

Zapatín (Canta) Yo soy Zapatín Soñín
Trabajo la zapatería
calzo a todos los caminantes
con zapatos suaves y elegantes
los hago de cueros
para pisos, calles y senderos
y con un lustrado sencillo
les doy un toque de brillo
Do-Re-Do. Do-Re-Do.
Zapatero vivo yo.

Panadín: (Canta)
Soy Panadín Soñín
Con gran maestría
Trabajo la panadería
Hago panes y empanadas
con crema y dulces mieles
relleno tortas y pasteles
Horneo biscochuelos
calientes y buñuelos
Do-Re-Do. Do-Re-Do.
Oh, oh, oh oh.
Amasando vivo yo

Sobre Panadín y Zapatín dijo el puerco espín: “No son gemelos ni tampoco mellizos” y le respondió el señor Erizo: “Sí, pero se parecen mucho a los dientes del serrucho.”

(Los dos se cruzan pasándose de largo. Cada uno lleva un hermoso regalo).

Zapatín: Adiós Panadín.

Panadín: Adiós Zapatín.

(Sus movimientos son el reflejo que da un espejo: los dos piensan por un momento y en un dos por tres, voltean a la vez. Mientras van hablando, se van acercando).

Zapatín: (Ademán de sorpresa) ¡Panadín!

Panadín: (Igual) Zapatín: Estaba pensando en ti.

Zapatín: ¿Sí? … yo también pensaba en ti.

Los dos: (Asombrados) ¡Qué casualidad y qué coincidencia!

Zapatín: Iba a visitarte.

Panadín: Y yo iba a saludarte.

Los dos: (Sorprendidos) ¡Qué casualidad y que coincidencia!

Panadín: Quería pedirte un favor

Zapatín: y yo otro …

Los dos: Pero, por favor: (Estupefactos) Qué casualidad y qué coincidencia!

Zapatín: Yo quería encargarte pan, tortas y pasteles

Panadín: ¡Y yo te traía, tortas y pasteles!

Los dos: (Divertidamente asombrados) ¡Qué casualidad y qué coincidencia!

Zapatín: los zapatos los hice a tu medida.

Panadín: Te traje un mes de comida.

Los dos: (Graciosamente estupefactos) ¡Qué casualidad y qué coincidencia!

Zapatín: Toma tus zapatos.

Panadín: Agarro mis zapatos. Toma tu comida.

Zapatín: Agarro mi comida. Dentro de un rato me la como.

Panadín: El domingo me los pongo.

Zapatín: Qué rico olor!

Panadín: Qué lindo color!

Zapatín: Gracias Panadín.

Panadín: De nada Zapatín.

Zapatín: Ay, tengo que irme

Panadín: Y yo despedirme.

Los dos: Despedirme no quisiera (Asombrados, divertidos y estupefactos) ¡Qué casualidad y qué coincidencia!

Panadín: Pero, tengo que preparar un sabroso pudín.

Zapatín: Y yo terminar un hermoso botín.

(Se cruzan locos de contentos y se van a sus establecimientos).

Panadín: Adiós, Zapatín y que tengas buen provecho.

Zapatín: Adiós Panadín. Con los zapatos caminar derecho, por el suelo y por el techo, porque están bien hechos.

Los dos: Adiós… (Locamente asombrados) ¡Y qué casualidad y qué coincidencia!


Escena VI
(La bella y tierna Pilín costurera de los Soñin vive en un hermoso dedal construido de fino cristal).

Pilín: (Canta) Yo soy Pilín Soñín
Con gran dedicación
trabajo en la sastrería
con dedal, trabajo a aguja e hilo
coso trajes de gran estilo
Do-Re-Do. Do-Re-Do.
Cosiendo vivo yo.

Arlequín: (Canta) Yo soy Arlequín Soñín
Practico todas las artes
y alegría llevo a todas partes
mis versos los digo en rima
o los cuento en pantomima
Do-Re-Do. Do-Re-Do.
Del arte vivo yo.

Sobre una maravillosa rosa habló la inquieta mariposa: “Ahora. Comienza el dilema de amigo poema: “Sobre las flores, brillaron los colores anunciando la belleza, de una joven princesa. No es real... ni tal para cual, es Pilín Soñin. La costurera de los Soñín.

Arlequín, joven del arte, está en todas partes: Cantando, recitando y rimando la comedia del arte … Arlequín es punto y aparte!

Pilín: Quedó como nueva

Arlequín: ¿Qué?

Pilín: (Mostrando la chaqueta) Tu chaqueta, quedó como nueva.

Arlequín: (Viendo la chaqueta) Sí. El remiendo es de primera. Eres una gran costurera.

Pilín: (Sonrojada) gracias, Arlequín.

Arlequín: Dime una cosa, Pilín: Al coser, no tiene miedo de pincharte un dedo?

Pilín: Con aguja enhebrada, vigilo cada puntada y no tengo miedo de nada.

Arlequín: Yo me daría una pinchada.

Pilín: Una vez cosiendo un lindo blusón, a la aguja no le presté atención y en cada puntada hice tanto, pero tanto enredo, que me pinché la mano y un dedo … y esos pinchazos me han enseñado, que hay que coser con cuidado.

Arlequín: (Muy admirado y emocionado). Pilín, tu trabajo es increíble. (Viendo la chaqueta) hiciste un zurcido invisible!

Pilín: (Emocionada y halagada). Al coser con amor y dulzura, no se notan las costuras. Eso le dijo la aguja al dedal y siguió cosiendo tal cuál.

Arlequín: ¿qué deseas a cambio de tu costura?

Pilín: Una de tus partituras.

Arlequín: ¿Cuál en especial?

Pilín: Rosa de cristal.

Arlequín: Mañana muy temprano la tendrás en tus manos.


Escena VII
(Entra Inventín Soñin muy emocionado cantando y bailando. Corre de aquí para allá y de allá para acá. Leva en sus manos con mucha emoción, dos inmensos vasos de cartón).

Inventín: (Canta) Yo soy Inventín Soñín
Estudio con mucha paciencia
Descifro el esfuerzo
los misterio de la  ciencia
Do-Re-Do. Do-Re-Do.
Inventando vivo yo.

Todos se unen de las manos,
cantando como hermanos
Las hermosas y bellas melodías
de los oficios e todos los días.

Todos: (Cantan)
Este es nuestro modo
de hacer un poco de todo (Silbido)
Cantar, trabajar, jugar
Y nuestro sueños todos realizar!
(Todos Silban)

Inventín: (Eufórico) ¡Eureka, Eureka!
La invención se acerca! (Corre hacia ellos)
Pilín, Arlequín!... Estoy muy contento,
miren mi nuevo invento. (Muestra el vaso)

Pilín: ¿Un vaso?

Inventín: (Saca del vaso otro vaso de cartón unidos por nylon de color azul). Dos vasos comunicables, unidos por este cable. Lo llamo: el vasoléfono.

Arlequín y Pilín: El vaso ¿qué?

Inventín: El vasoléfono (Le entrega a Arlequín uno de los vasos). Toma el vaso-auricular. Cuando oigas el tono, es que alguien te quiere hablar. (Corre hacia un extremo hasta quedar templado el nylon).

Arlequín: ¿Un vaso hablador?

Inventín: Sí, señor.

Arlequín: No puede ser!

Inventín: Ya lo vas a ver… o mejor dicho, a oír. (Señalando el vaso). Esto dará que decir (Se pega el vaso a la Boca) Pii. Pii!

Arlequín: Hace Pii Pii!

Pilín: ¿Hace Pi Pi?

Inventín: No hace Pii Pii. Es el tono del vaso-léfono.

Los dos: ¡Ah!

Inventín: Me oyes.

Arlequín: Oh, yes.

Inventín: Di algo.

Arlequín: Algo.

Inventín: Bueno, algo es algo. Peor es nada.

Arlequín: No se oye nada.

Inventín: ¡Es ... cucha!

Arlequín: No, no es Cucha. Es Arlequín.

Inventín: Por fin. Estoy llama que llama a la llama, para que apague la llama y nadie me la llama.

Arlequín: Es que la llama se comió una rama, se puso la pijama y duerme feliz en la cama. Si quieres la despierto.

Inventín: No. Dígale que la espero en el desierto. Ahora salúdame a Pilín y hasta luego, Arlequín.

Arlequín: (Viendo el vaso y saludando a Pilín) te mandó saludo (Señala el vaso). Esto me deja mudo.

Inventín: Que les parece mi invento.

Los dos: Un portento.

Pilín: Se lo cambio por una nueva bata.

Inventín: De acuerdo, pero me le pones corbata.


Escena VIII
El juego de las adivinanzas jamás cansa.

(En la Carpintería “Aserrín Aserrín”).

Aserrín: Tu carreta mañana estará hecha.

Semillín: Aquí tienes parte de mi cosecha.
El resto… El resto te lo traigo mañana en un cesto.

Aserrín: (Sin el caracol) ¿¿Quién te dijo que estaba molesto?

Semillín: Mañana te doy unas hortalizas.

Aserrín: Qué quieres darme una paliza?

Semillín: Aserrín ponte el caracol (Aserrín lo hace) mañana cuando salga el Sol, te traigo maíz y arroz.

Aserrín: No levantes la voz (se quita el caracol).

Semillín: Es que eres un poco sordo.

Aserrín: No me gusta el sorgo. Entre las gramíneas prefiero el trigo.

Semillín: Me rindo ya no sigo.

Aserrín: Ay, me encanta el higo.

Semillín: (Pone cara de loco)

Arlequín: (Corre al centro de la plaza). ¡Ey, juguemos un juego!

Aserrín: (Con el caracol en la mano). ¡Fuego! Fuego. Toque la alarma.

Semillín: Calma!... Calma! No digo fuego sino juego.

Pilín: Yo quiero jugar.

Aserrín: (Con el caracol en el oído). Pefiero mirar. (Se quita el caracol).

Arlequín: Comienzo con un acertijo.

Aserrín: ¿Qué dijo?

Semillín: Acertijo (Le grita) adivinanza.

Aserrín: Voy a comenzar.

Pilín: Todos podemos adivinar?

Arlequín: Claro, incluso los Espectadín.

Todos: Los Espectadín!

(Entra un redoble y todos bajan y se confunden con Los Espectadín).
Todos: Atención: para seguir, todos tenemos que decir: ¡Abracadabrín! ¡Abracadabrín! Pata de cabrín.

Todos: ¡Abracadabrín! ¡Abracadabrín. Pata de cabrín.

Arlequín: Asombroso. Maravilloso. Repetimos de nuevo y comenzará el juego.

Todos: ¡Abracadabrín! Abracadabrín, pata de cabrín.

Arlequín: Chiquito, chiquito, como un ratón y guarda la casa como un león.

Todos: ¿Qué será? ¿Qué será?

Pilín: Atención este espectadín lo sabe.

Espectadín: ¡La llave!

Todos: (Aplauden) ¡Bravo!

Panadín: Con un gran grito. Digamos las palabras rapidito

Todos: Abracadabrín, Abracadabrín! Pata de cabrín!

Zapatín: Oro parece, plata no es … el que no lo adivine, bien tonto es.

Todos: ¿Qué será? ¿Qué será?

Espectadín 2: ¡El plátano!

Todos: (Aplauden) Viva, bravo, arriba.

Semillín: Atención, presten mucha atención. Todos de pie. Todos parados.

(Los espectadín se paran) y ahora el grito esperado.
Todos: ¡Abracadabrín! ¡Abracadabrín! Pata de cabrín.

Pilín: Blanco por dentro, verde por fuera si quieres que te lo diga espera.

Todos: ¿Qué será? ¿Qué será?

Espectadín 3: ¡¡La pera!

Todos: (Aplauden) a la era era la pera! Bravo.

Aserrín: Oigan! Escuchen! Dice el señor Viento que se sienten en sus asientos y que digan bien duro la palabra el conjuro.

Todos: Abracadabrín! Abracadabrín! Pata de cabrín.

Arlequín: En este juego, nadie se cansa. (A los Espectadín) Alguien se sabe una adivinanza?

(Los Soñín señalan teatralmente a los espectadines y esperan impacientes).

Espactadín 5: (Dice la adivinanza)

Todos: ¿Qué será? ¿Qué será?

(Los Soñín adivinan o no adivinan y el espactadín les dice el resultado y con aplausos es premiado. Si los espactadín no dicen la adivinanza a la siguiente escena se pasa).

Zapatín: (De pronto da un salto, pero bien alto, como accionado por un resorte, indicando el corte). Ey, Ey! Miren, miren hacia El Sol!

(Una música de fondo anuncia el ocaso y El Sol va bajando paso a paso: Todos miran el atardecer y la Luna comienza a aparecer. Mientras todo esto pasa, los Soñín lentamente vuelven a sus casas. La Luna despide al sol. Cantando y el Sol le dice adiós bailando).

“El Sol está que arde”
(Canción)

La Luna: (Canta): La Luna, lunita. Tiene razón. Me daré un gran chapuzón y mañana de mañanita saldré por otro rincón. Brillando de corazón.

La Luna: ¡Adiós, sol!

El Sol: Adiós, la Luna!

Los Soñín: Hasta mañana, sol...! Buenas noches, la Luna!

Arlequín: Dime la Luna bella, ¿es verdad que eres de queso?

La Luna: ¿Quién le dijo eso?

(Los Soñín con sueño se van durmiendo y Arlequín a la Luna le va sonriendo).

La Luna: Buenas noches! … y como todas las noches, los Soñín se van a dormir y yo los voy a cubrir con un manto de estrellas.

(Una música hermosamente encantada envuelve a la noche plateada).

Arlequín: (Respetuoso) No sé. Alguien de por aquí.

La Luna: ¿No sería el colibrí?

Arlequín: No, él no fue. Ah … ya me acordé! Ratoncín Quesín.

La Luna: ¿Ratoncín? … Con razón suspira cada vez que me mira.

Arlequín: (Desesperadamente simpático) ¿Eres o no eres como el gruyere?

La Luna: (Halagada y recogiendo su interés) Si lo quieres saber … sube por uno de mis hilos de plata.

(Una música encantada surge de la nada. La escena es fascinante y muy emocionante. Un hilo de plata sale de la Luna. Arlequín, lo toma y vuela hacia ella, como una pluma dejando tras de sí una estela).

Arlequín: (Entre respetuoso, emocionado e impaciente) Disculpe la lata, pero, es que la curiosidad me mata. (Le besa la mano).

La Luna: (Con una dulce sonrisa) ves... que no soy de queso.

Arlequín: (Encantado) Me imaginaba eso.

La Luna: (Tiernamente orgullosa). Estoy llena de valles, volcanes y montañas… (Enamorada) y los rayos del Sol me bañan.

Arlequín: (Inspirado) Eres la reina del universo.

La Luna: (Dulcemente halagada). Qué comediante tan galante (Cariñosa y emocionada). Déjame darte un beso (sonriente le besa la frente)

Arlequín: (Sorprendido y emocionado). Me ha besado. La Luna me ha besado y en la frente... cuando lo cuente … nadie me lo va a creer.

La Luna: En Soñín todo puede suceder.

Arlequín: (Inspirado y galante). Adiós la Luna bella, reina de las doncellas… (Nervioso) y ahora cómo me bajo.

(Arlequín hace lo ordenado y baja muy emocionado. La música de maravilla lo regresa a su villa).

Arlequín: (Bajando) Buenas noches, princesa la Luna.

La Luna: Que tengas dulces sueños en tu cuna.

Arlequín: (Aterriza con mucha prisa. Corre de contento como el viento. La estrella fugaz regresa a su hogar).¡Pilín! ¡Pilín! ¡Pilín!

Pilín: (Preocupada) ¿Dónde estabas, Arlequín?

Arlequín: En la Luna.

Pilín: (Sorprendida) ¿En la Luna?.

Arlequín: (Divertido y excitado) Sí, y la Luna no es de queso… pero me dio un beso.

Pilín: (Anhelante) ¿Y cómo es un beso de La Luna?
Arlequín: (Entusiasta y dubitativo, como si luchara por hallar las palabras justas). Es difícil de explicar. Es ¿cómo te diría?... Es como soñar sin estar soñando. Y no te estoy engañando.

(La linda escena de Pilín y Arlequín entre bastidores llega a su fin).


Escena IX
Cómo navegó el barco “El Tiburón” entre una tormenta y un tifón

(El escenario se ha transformado en el terrible mar mareado. Sobre una ola muy alta aparece un barco pirata. Es un barco fantasmal que navega muy mal. El mar mareado es interpretado por varios actores con telas de feos colores. Banderas muy agitadas llevan pintadas. Una un ciclón, otra un tifón.
Las demás; nubes llorando y nubes soplando. En la obscuridad vemos tiburones, pulpos enormes y mil cosas deformes.
Gigantescas olas, sin decir hola, golpean el costado de babor y terminan reventando a estribor. El barco “El Tiburón” está en el centro del tifón. Va al garete, solo e impotente.
El barco es tripulado por tres malvados: “El Capitán Gancho (tiene en la mano izquierda un gancho e “ropa”), Tronco de pata (tiene en la pierna derecha un tronco de árbol con raíces) y Ojo de trapo (lleva en un ojo un parcho que tiene dibujado un ojo bizco). Como hemos visto son vulgares “Piratas”. Están atemorizados, pasmados y muy asustados. El mar parece un caldero en ebullición a punto de desaparecer al barco “El Tiburón”
Un relámpago nos trae la noticia que la tortuga Felicia está amarrada al palo mayor por estos piratas de terror.)

Capitán Gancho: (Tiene como timón una rueda de velocípedo).
Izad la vela mayor! (Ojo de trapo levanta un velón encendido).
Bajad la vela menor (Tronco de pata baja una velita encendida). ¡Arrecia la tormenta! ¡Barco a velocidad lenta!

Tronco de pata: (Nervioso y lloroso) Capitán, vamos a zozobrar!

Capitán Gancho: (Dándose valor) Hay que maniobrar! Atad el cabo suelto, que el mar está revuelto!

Ojo de trapo: (Mostrando un pedazo de cabo) Capitán, esta tormenta no va a amainar, lo mejor será regresar!

Capitán Gancho: Marinero que se devuelve, el mar lo envuelve y jamás vuelve (Ojo de trapo amarra el cabo; gimiendo) amarren las provisiones y aseguren los cañones!

Tronco de pata: (Nervioso y desesperado). Este mar no se compone. Tres meses navegando, entre tormentas y ciclones. Hasta cuándo seguiremos buscando!

Ojo de trapo: (Dominando su miedo) Capitán, por qué no desiste? Esa isla no existe!

Tronco de pata: Capitán, no sea porfiado. Ese mapa está equivocado.

Ojo de trapo: (Casi desesperado) La tortuga no ha engañado.

Tronco de pata: (Implorante y decidido) Ovídese de la Isla de los Soñín.

Capitán Gancho: (Furioso) Es acaso esto un motín.

Los dos: (Muy decididos) Sí, mi capitán, queremos cambiar su plan!
Capitán Gancho: Juro por mi tío el tuerto! El que dé un paso es hombre muerto.
(Los amenaza con un pistolón) ¿siguen amotinados?

Los dos: Con ese pistolón nos ha calmado… y no queremos pelea.

Capitán Gancho: Bucaneros, contra viento y marea, seguiremos el rumbo … y al que no le guste, por la borda lo zumbo. Vuelvan a sus puestos y quédense quietos!

Los dos: (Temerosos y respetuosos) Sí, mi capitán.

Ojo de trapo: (A Tronco de pata) Por poco nos dan ¡Pam! ¡Pam!

Tronco de pata: Cállate granuja (Lo golpea)

Capitán Gancho: Y tú, pequeña tortuga. Si ese mapa es falso, te mandaré al cadalso… y no tengas ninguna duda, tomaremos sopa de tortuga.

(La tormenta se va calmando y el tifón se aleja volando).

Ojo de trapo: (Con catalejo que mira hacia abajo) Capitán la tormenta se aleja a estribor y el cielo se despeja a babor. (Alegre). El mar mareado se ha calmado.

Los tres: (Muy contentos) ¡Nos hemos salvado!

Ojo de trapo: Viva el Capitán.

Los dos: Viva! Viva, Viva!

Capitán Gancho: (Mandándose la parte) Tres hurras para la tripulación “El Tiburón”.

Los tres: ¡Hurra! ¡Hurra! ¡Hurra!
¡Corsarios o bucaneros, pero piratas… jamás!

(Canción)
Los tres: los océanos surcamos, por mares navegamos
con el grito de abordar! Gritando a pelear!
Dejando estelas de horror, sangre, fuego y terror
Y nuestro barco bien cargado, va con todo lo robado
al exterior. Que en el mástil ondea. Como insignia de pelea
Somos filibusteros, corsarios o bucaneros
pero piratas … ¡jamás!

Capitán Gancho: (Canta)- Soy el Capitán Gancho
Mi orgullo es ser
Rey del zafarrancho
En el mar soy conocido
Como el peor de los bandidos
Soy bucanero muy particular
Pero pirata… ¡ni hablar!

Ojo de trapo (Canta):
Ojo de trapo, el cruel
Me llaman por doquier
Pero les hago saber
Que mi ojo no da cuartel
Soy corsario y muy violento
pero pirata … ¡En ningún momento!

Tronco de pata (Canta): Me apodan los marineros
Tronco de pata, el embustero
Mi ambición es la riqueza
y esto lo digo con franqueza:
Soy filibustero y robo donde voy
Pero pirata… ¡no soy!

Los tres (Cantan): - Asolamos puertos, barcos y ciudades
Con espadas, con cañones y mil maldades.

Capitán Gancho (Canta): - Somos filibusteros.

Los dos: Sí.

Capitán Gancho: Todos corsarios.

Los dos: Sí.

Capitán Gancho: ¿O bucaneros?

Los dos: Sí.

Capitán Gancho: ¿Piratas?

Los tres: (Señalando un ojo, como diciendo por aquí) ¡Mi!

(Durante la canción la tortuga se desata)

Capitán Gancho: (Furioso y mandón) ¡Basta de cantar! ¡Hay que navegar! ¡Tronco de pata ve al puente! Ojo de trapo, ¡vigila la corriente! Yo revisaré el mapa. ¡Ey! … ¡la tortuga se escapa!

(La tortuga Felicia está a punto de saltar hacia las olas del mar. Los piratas corren y la atrapan, dándole Pan Pan).

Capitán Gancho: ¿A dónde ibas, tortuguita?

Felicia: (Muy triste y llorosa) A ver a mi abuelita.

Capitán Gancho: (Se mofa) A ver a mi abuelita. ¡Qué abuela ni que abuela!… ¡te querías escapar!

Felicia: No, yo sólo quería nadar.

Capitán Gancho: ¿Conque te la quieres dar de lista? (La amenaza)

Ojo de trapo: (Grita de alegría) ¡Tierra a la vista! ¡Tierra a babor!

Capitán Gancho: ¡Toquen el tambor! (Ojo de trapo lo toca) Proa al sur (Tronco de pata toma el timón) ¡popa al norte! Soltad el resorte. (Tronco de pata tira un resorte) Izad las velas.

Ojo de trapo: (Levanta la vela mayor). ¡El barco vuela!

Capitán Gancho: Ya estamos cerca, mis lobos de mar. ¡Cuidado con encallar! Vigilen la resaca. Preparen el ancla (Mirando por el catalejo) yo veo una colina, ¡navegar a bolina!

Los tres (Cantan): Nave navegando, nave navegando
Con los más malos de los malos
Nave navegando, nave navegando
Con los más malos de los malos
Nave navegando, nave navegando
nave navegando, nave navegando
los piratas vienen navegando
Y el telón va cayendo
Dentro de un momento.
Volveremos con este cuento.


Intermedio



SEGUNDO ACTO

(Tres timbres tocados con encanto, anuncian el segundo acto. La sala baja su iluminación y una fanfarria levanta el telón. Los Espectadín miran con atención, una noche de ilusión. La Luna sutilmente desaparece y El Sol poco a poco aparece, iluminando con su fuerza y energía, la poesía de un hermoso y nuevo día. Los pájaros cantan, Los Soñin despiertan. Todo es algarabía, todo es alegría, todos celebran el amanecer que ha pintado el Astro Rey).


Escena X
El Sol se despierta pintando

Todos: (Cantan): El Sol se despierta pintando
Con pinceles lumimosos
Y poco a poco va creando
Paisajes maravillosos (Bis)
El Sol es un gran pintor
Que pinta con luz y calor
Y plasma con alegría
En el lienzo del nuevo día (Bis)
Caminando muy de prisa
Y con cesta llena de hortalizas
Se acerca Semillín Soñín,
A la carpintería de Aserrín

Semillín: (Muy contento) ¡Lindo amanecer!

Aserrín: (Clavando un clavo) No, no va a llover.

Semillín: ¿Qué te parece la mañana?

Aserrín: Tienes razón, si llueve es mañana.

Semillín: Aserrín ponte el caracol en el oído.

Aserrín: Es cierto, desde antier no ha llovido.

Semillín: (Hablándole al oído) Aserrín, lindo amanecer.

Aserrín: Claro que te voy a atender. Pero deja de dar gritos, tu voz parece un pito. Dentro de un momento termino tu carreta. Y podrás meter frutas, verduras y maletas. Te la hice de pino, el cual es un árbol muy fino.

Semillín: Se ve elegante y muy resistente.

Aserrín: No señor… La hice sin ponerme los lentes. Uh! Ahora clavo este clavo y saco este otro clavo. Bien, ya he terminado.

Semillín: (Le entrega la cesta) Y aquí tienes lo acordado. (Admira la carreta).

(Taller “El dedal de cristal”. Pilín, la costurera sin igual, ha terminado la bata de larga corbata. Entre vueltas y piruetas llega Arlequín al taller de Pilín).

Arlequín: (Gran reverencia). ¡Buenos días, Pilín!

Pilín: ¡Bienvenido, Arlequín!

Arlequín: (Le entrega partitura). En tus manos el texto musical llamado “La rosa de cristal”

Pilín: (Asombrada y halagada). ¡Qué emoción: qué alegría! La cantaré de noche y de día.

(Entra Inventín muy contento con otro de sus inventos).

Inventín: ¡Eureka! ¡Eureka! en mi mente todo es posible. iInventé el yoyo invisible!

Arlequín: Mira, allí viene Inventín.

Inventín: Hola Pilín. ¿Qué tal, Arlequín? ¡Miren mi yoyo invisible!

Los dos: ¡Es increíble! (Miren el yoyo)

Pilín: (Señala la bata). Anoche terminé tu bata. (Se la da e Inventín le entrega el yoyo a Arlequín). ¿Qué te parece la corbata?

Inventín: (Viéndola entusiasmado). Esta corbata es de lujo. Tiene puntos y un gran dibujo.

(Se oye a lo lejos y entre las matas el grito de guerra de los piratas).

Los piratas (Lejos): Barahúnda, Barahúnda... ¡Que el miedo cunda! ¡Barahúnda, Barahúnda... Que el miedo cunda!

Pilín: ¿Quién hace tal alboroto?

Inventín: Parece que algo se ha roto.

Los piratas (Y más cerca) ¡Barahúnda, Barahúnda, que el terror cunda!

Semillín: ¿Quién grita en la ensenada?

Aserrín: Yo no oigo nada.

Los piratas: (Entran en escena sin ninguna pena) Barahúnda, que la isla se hunda.

Zapatín: ¿Qué es lo que está sonando?

Panadín: Me parece que está tronando.

Capitán Gancho: ¡Alto! Demos un salto! (Los tres saltan) ¡más alto! (Saltan de nuevo) ¡Y al asalto!


Escena XI
La gran batalla de los canallas.

(Los piratas se transforman en un conjunto de rock al estilo Kiss, demoníaco y extranjerizante. Se oyen disparos de arcabuces y pistolas. Los Soñín corren de un  lado a otro. No entienden lo que pasa y están muy asustados. Todos en conjunto se mueven en ritmo de rock pesado, muy estridente y rítmico. Los Soñín son conminados a bailar al unísono. Es una terrible e inmensa coreografía, no exenta de belleza y sugestión. La escena debe aludir a lo infernal de una batalla campal. Los Soñín, en un principio atónitos y desconcertados, progresivamente aterrorizados, al final de la canción son fácilmente dominados).

“Vivan los sanguinarios”
(Canción)

Capitán Gancho (Canta): Alcen las espadas, afilen los puñales, carguen las pistolas. Apunten los cañones. Saquen las garras. Arruguen la frente. Levanten las armas. Muestren los dientes.

Los piratas (Cantan): Si oponen resistencia
Perdemos la paciencia
Y peleamos con violencia
Sin pizca de clemencia
Nuestra sola presencia
Aleja la decencia
espanta la inocencia
Y anula la inteligencia
Como ven vivimos la existencia
Saqueando y robando a conciencia
Y oigan esta advertencia:
También decimos insolencias
Como fieros dinosaurios
Peleamos los corsarios
Y en esta terrible batalla
Ganamos los canallas
Vivan los corsarios
Vivan los sanguinarios
Vivan...

(Los cañones rugieron atronadoramente anunciándole a la isla y a su gente. La batalla ha terminado y los piratas han triunfado. La escena se congela por un momento y vemos un cuadro casi dantesco. Se oye una quena llorando pena).

El Sol: La terrible batalla llegó a su fin.

La Luna: Y los piratas dominaron a Los Soñín.

Capitán Gancho: (Soberbio y engreído, se descongela). Piratas, nunca, la Luna... Caballeros de fortuna (a los piratas) mis fieles bucaneros (Los piratas se descongelan). Busquen joyas y dinero.

Tronco de pata: (Los Soñín siguen congelados y muy asustados). ¿No oyeron al Capitán? Nos despertamos, nos descongelamos (Los Soñín se descongelan tímidamente). ¿El dinero o la vida?

Ojo de trapo: (Repitiendo al revés). La vida o el dinero.

Arlequín: (Inocentemente extrañado) ¿Dinero? ¿Qué es eso?

Tronco de pata: Pan con queso y nariz con hueso. (Burlándose) ha oído, capitán no sabe lo que es el dinero.

Capitán Gancho: Explícaselo, bucanero.

Tronco de pata: (Canta un rap) Monedas de oro, plata, níquel y cobre, que hacen a la gente rica o pobre.

Ojo de trapo: (Canta) Y tienen varios nombres: Peso, franco, plata...

Tronco de pata (Canta): Reis, lira, marco, doblón, escudo...

Arlequín: (Canta): Lo que dice me deja mudo

Tronco de pata: (Canta): moni, yita, ducado y el dólar el más buscado.

Ojo de trapo (Canta). Sol, reales, maravedís y el bolívar que vale así (Señala con el dedo dándole un valor ínfimo).

Arlequín: (Canta, tímido, angustiado y extrañado). No entiendo lo que vos decís.

Tronco de pata (Canta): Mira, alcatraz. Hay unas que valen más...

Ojo de trapo (Canta): Y otras que valen menos, lo que no es malo ni bueno.

Tronco de pata: (Canta): Pero, con todas se puede comprar o vender.

Zapatín: (Asustado e intrigado). ¿Comprar o vender?... ¿Qué significa eso?

Capitán Gancho: (Preocupado y desesperado). Su ignorancia me deja tieso (Canta). La venta y la compra a nadie asombra, porque es ponerle a las cosas precios, para comprarlas o venderlas en el comercio.

Arlequín Soñín: Del dinero o calidad la mitad de la mitad.
Escuchen bucaneros. Nosotros no usamos dinero. Lo que hacemos con amor y arte, lo cambiamos en cualquier parte.

Pilín: Cedemos una cosa por otra. Por ejemplo: Un vestido por una torta.

Aserrín: Damos una silla por una patilla.

Inventín: Aquí todo es un cambio.

Panadín: Vivimos del intercambio.

Capitán Gancho: O sea, ¿que no hay ni vendedores ni compradores?

Todos: No.

Ojo de trapo: (Extrañado). Lo que voy a decir sobra.... ¿Aquí nadie cobra?
Todos: No.

Capitán Gancho: Según mi escasa memoria ustedes viven en la prehistoria (Llora muy afligido). ¡Qué desgracia! … No hay dinero, mis queridos bucaneros.

Los tres: (Lloran afligidamente derrotados).

Capitán Gancho: ¿Dónde está la autoridad de esta pobre ciudad?

Semillín: (Seguro e inocentemente) No tenemos autoridad.

Los tres: (Sorprendidos y extrañados). ¡Ah!

Pilín: (Segura). Vivimos en comunidad...

Los tres: (Sorprendidamente extrañados) ¡Uh!

Zapatín: (Seguro y sugerente) y en fraternidad...

Los tres: (Extrañados y angustiados). ¡Eh!

Arlequín: (Seguro y entusiasmado). Por una verdadera felicidad.

Los tres: (Angustiados y asustados) ¡Oh!

Capitán Gancho: (Pausa y se iluminan). ¿No tienen gobierno?

Todos: No.

Capitán Gancho: (Sugerente, emocionado). ¡Ay, pero que tiernos!... ¿Ejércitos?

Todos: (Seguros). Tampoco.

Capitán Gancho: (Feliz). Los felicito. ¿Policías?

Todos: (Enfáticos). Menos.

Capitán Gancho: (Contentamente impactado). ¡Qué alegría!... ¡Qué alegría!... ¡Atención, mis bucaneros! Como no hay dinero, ni autoridad, hagamos un Consejo de Seguridad. (Se alejan de Los Soñín y hacen una reunión, secretamente ridícula). Acérquense, mis lobos de mar.

Ojo de trapo: (Señala a Los Soñín amenazándolos). Por limpios, los vamos a matar.

Capitán Gancho: (Tajante y dominando la situación) y ustedes, quédense como una masa inerte, o de lo contrario verán la muerte.

(Los piratas están en un costado, muy preocupados, pero atentos al maléfico plan de su terrible capitán. Los Soñín están paralizados, en posiciones incómodas, pero muy plásticas).


Escena XII

Zapatín: (En susurro). Amigos, estamos perdidos.

Felicia: (En susurro). Qué crueles son esos bandidos.

Inventín: (En voz baja). Felicia, ¿cómo te atraparon?

Felicia: (En voz baja). los malvados me engañaron. Prometieron llevarme al Triángulo de Las Tortugas y cuando subí a bordo, pusieron cara de pulgas y se hicieron los sordos. Estudiaron el mapa de mi caparazón y pusieron proa hacia esta dirección. (Llora compungida)

Inventín: (En voz baja, con cariño). ¡Por todas las flores, Felicia no llores! … La culpa es mía, por pintar...

Capitán Gancho: (Furioso y desencajado voltea hacia Los Soñín) ¡Silencio! ¡Dejen de cuchichear! (A los piratas). Entraré al grano. ¡Levanten la mano!

Ojo de trapo: (Tímidamente ignorante). ¿La derecha o la izquierda?

Capitán Gancho: Furioso por recordarle su defecto). La izquierda. ¿No ves que me falta la derecha? (Los tres se levantan en actitud nazi. El Capitán Gancho saca una bomba redonda con una larga mecha). Ahora prendo la mecha. (Lo hace. Habla en tono de ceremonia de magia negra). Juren por el corsario embustero... (Los dos piratas se van asustando por la mecha encendida) y por la sangre negra de los filibusteros, que lo que yo diga se les queda en la barriga... ¡y el que rompa el juramento, será hombre muerto!

Los dos piratas: (Miedosamente asustados por la mecha encendida de la bomba). Juramos y rejuramos!... Capitán, la vida es corta y estrecha. Por favor, apague la mecha.

Capitán Gancho: (Furiosamente indignado). ¡Cobardes y recobardes!  Esto... (Señala la bomba) es una imitación. (La lanza lejos y cuando cae explota).

Ojo de trapo: (Asustado y atragantado) ¿Y la explosión?

Capitán Gancho: (Asustado y estupefacto) Un error humano... así perdí la mano. (Desembarazándose de su error. Dando por terminado el asunto). Olviden la explosión y escuchen con atención.

(Los tres piratas se reúnen como ratas. Ratean, rabean, atisban y olisquean. El feroz capitán les desgrana el plan).

Panadín: (Susurra tímidamente). ¿De qué hablaran esos lobos?

Felicia: (En voz baja y muy segura). Ellos sólo hablan de robos.

Los tres: (los mandan a callar) ¡Schhh!

Capitán Gancho: Silencio o los descortamos.

Tronco de pata: ¡Cállense o los desgranamos!

Los tres: (Gesto de silencio). ¡Schhhh! (Vuelvan a la posición anterior). Roer, rascar, raspar y rajar!

Capitán Gancho: (Ríe como bestia sanguinaria). Pongamos en marcha... mi plan.

Los dos piratas:(Obedientemente siniestros). ¡Sí, mi capitán! (Se quedan quietos con caras de lobos hambrientos).

Capitán Gancho: (Con superioridad aterradora). ¡Por los mil infiernos, soplen los cuernos!

(Como truenos suenan los cuernos. los piratas que dan lata van lentamente hacia los inocentes).

Tronco de pata: (Deja el cuerno y con voz de mando) Suenan los cuernos.

Ojo de trapo: (Deja de soplar el cuerno) ¡Atención los tiernos!

Tronco de pata: (Ordenando). Abran bien los ojos.

Aserrín: (A Semillín). ¿Qué dijo el cojo?

Tronco de pata: (Con autoridad) Silencio... ¡Paren la oreja!

Aserrín: (Con decisión) Sí, señor. Yo tengo una queja.

Tronco de pata: ¡Cállate, sordito!

Aserrín: (Disgustado). No me diga lorito. Mi nombre es Aserrín.

Tronco de pata: (Interrumpiendo). Te puedes llamar Aserrín, pero, cállate que va a hablar el Capitán... digo el rey.

Arlequín: (Extrañado) ¿El rey?

Capitán Gancho: (Pedantemente teatral). Exactamente, mi querido señor. Tronco de pata será el gobernador. (Con autoridad) Y no hablo en balde. Ojo de trapo, te nombro alcalde y ahora que soy el rey, dictaré mi primera ley: “Se acabó el intercambio y la palabra cambio”.
Arlequín: (Respetuoso y sugerente). Nosotros vivimos bien con el trueque.

Ojo de trapo: (Regañándolo). Cállate, cara de tuqueque.

Tronco de pata: (Suficiente y alardeando). Ciudadanos, oigan con respeto al rey de los decretos.

Capitán Gancho: (Decretando irónicamente). Para que la  isla camine sobre ruedas, acuñaremos miles de monedas… y todo tendrá un precio, para que reine el gran comercio. (Con superioridad) Señor alcalde, Señor Gobernador (irónico) les exijo que les traten con amor.

(Sonrisa pícara y cruel).

Los dos piratas: Sí, mi capitán.

Capitán Gancho: (Encarándolos) ¡Majestad!

Los dos piratas: (Obedientes) ¡Si, Majestad!

Capitán Gancho: Hagan una reverencia.

Los dos piratas: ¡Sí, su excelencia!

(El Capitán Gancho, pirata sin ley, camina pavoneándose como un rey. Su mente imagina un palacio de oro que le dará muchos tesoros. Su sonrisa de codicia lo llena de avaricia. Sus pasos son marcados y sellados por las voces de sus crueles aliados. Los Soñín son conminados a moverse al unísono según la orden de la fuerza del tono).

Tronco de pata: (Autoritario, pedante y despectivo). Vamos enanos. ¡Preparen las manos! Levanten la frente y den un paso al frente! ¡Llegó la hora de trabajar!

Ojo de trapo: (Con autoridad y orden) y no nos hagan enojar. Comprar y vender es un gran deber.

Los dos piratas: ¡Barahúnda, Barahúnda, si no obedecen, les damos tunda!

Tronco de pata: Vamos, caminen.

Ojo de trapo: Caminen, vamos.

Tronco de pata: Se acabó el ocio. Escuchen a mi socio.

Ojo de trapo: (Atemorizándolos). ¡Si no cumplen con sus oficios, recuerden que torturar y matar son mis vicios!

Tronco de pata: Hágame caso, apuren el paso.

Ojo de trapo: El paso apuren. Caso Háganme.

(Amenazados por los corsarios todos salen del escenario. La escena se viste de música triste).

El Sol: (Desde el cielo, poéticamente sombrío). Los piratas cayeron en gavilla y se hicieron dueños de la villa. La isla sensible y viva, se tornó en quietud pasiva.

La Luna: (Melancólica). Ahora las canciones tienen una melodía… llena... llena de melancolía.

(Una caravana con cargamentos de trabajo camina cuesta arriba, cuesta abajo, obligados por el chasquido de látigos cortantes. Los Soñín van llevando cada uno su parte: vestidos, zapatos, tortas, sillas, inventos, partituras y patillas y en ellos se notan lazos de regalos para dárselos a los malos)

Tronco de pata: (Señalando espada). De prisa como la brisa, sino quiere que les corte el pescuezo.

Ojo de trapo: (Dando latigazo). Vamos, trabajen… o les romperé los huesos. (Latigazo).

Tronco de pata: Si no quieres sufrir…

Ojo de trapo: ¡Tienen que producir!

Tronco de pata: ¡A trabajar! (Latigazo)

Ojo de trapo: A laborar (Latigazo)

(Los Soñín salen por un lado muy apurados y entran por otro muy cansados, con monedas gigantes, billetes, regalos y grandes ramilletes).

Tronco de pata: (Dan latigazo). Trabajen todo el tiempo.

Ojo de trapo: (A Aserrín que se ha detenido a descansar) No  pierdan el tiempo. (Latigazo).

(Caminando sobre la arena los Soñín van cantando su pena).

“Trabajar sin descansar”

Los Soñín (Cantan): De domingo a  lunes
De lunes a domingo
Trabajar, trabajar
Sin poder ni jugar
Trabajar, trabajar
Sin poder descansar
Trabajar, trabajar
Sin la vida disfruta (Bis).

(Al final de la triste canción los Soñín han cargado el galeón. El Sol va desapareciendo y la Luna va saliendo).

Tronco de pata: (Ordena, dando latigazo). Basta de cantar!

Ojo de trapo: (Ídem). Dejen de trabajar!

Tronco de pata: (Como si hubiera trabajado mucho). Estoy muy cansado.

Ojo de trapo: (Secándose el sudor de su frente) Y yo muy sudado.

Tronco de pata: (Ordenando). Es hora de descansar.

Ojo de trapo: (Irónico). De dormir y soñar.

Tronco de pata: (Extrañado y con asco). ¿De soñar?

Ojo de trapo: (Un aparte con su cómplice). Sí, tengo muchas ansias de soñar con las ganancias. (Ríe pícaramente).

Tronco de pata: Ah! eso no es soñar, sino contar. (A los Soñín). Pero que es lo que pasa? (Da latigazo).

Ojo de trapo: (Latigazo). Les llegó el recreo. (Ríe).

Tronco de pata: (Ríe). Lo veo y no lo creo. Esto parece un cuento (Mirando hacia bastidores). El galeón está repleto.

Ojo de trapo: (Muy contento). Tenemos un barco lleno de mercadería.

Tronco de pata: Que parece una inmensa alcancía.

Ojo de trapo: Con dinero ganado de buena ley.

Tronco de pata: Por supuesto, mi tuerto.

Los dos: Viva El rey!

Tronco de pata: ¡Viva el Capitán!

Ojo de trapo: ¿Y los Soñín?

Tronco de pata: Soñando están.

Los dos: (Ríen y salen).

(Desde el cielo, La Luna plateada ha mirado la escena, triste y apenada).

La Luna: (Bajando, dándole paso al Sol) y así los piratas se adueñaron de la isla y la saquearon a conciencia.

(Por el este, opacado. El Sol aparece y La Luna, lenta y triste, desaparece).

El Sol: (Triste y con cierta rabia). A partir de entonces, los piratas filibusteros, corsarios, bucaneros o como quieran llamarlos, causaron terror y horror en la isla.


Escena XIII
La ley del rey

(Sin ton ni son entran los piratas tocando cuerno y tambor. los tocan sin ritmo y sin sabor. los Soñín despiertan sobresaltados, somnolientos y muy cansados. El Capitán Gancho viene en trono rodante, disfrazado de rey y en actitud súperpedante. A su costado van los otros malvados. Tronco de pata lleva en el pecho una banda de gobernador donde se ve una calavera de terror. Ojo de trapo tiene una alabarda con la cual ordena y manda).

Capitán Gancho: (Saca un bando). Ciudadanos de la Isla de los Soñín, fieles vasallos el Rey, que soy yo. Me tomo la libertad de leer este bando, ya que  los hombres a mi mando,  no saben leer. Después de esta aclaración, escuchen con atención: “Se prohíbe bailar, cantar y jugar por orden de la ley”.

Los dos piratas: (Orgullosos). ¡Que viva el rey!

Arlequín: (Protesta). ¡Ese mandato es injusto!

Tronco de pata: Cállate o te daré un susto.

Capitán Gancho: De ahora en adelante, sólo podrán reunirse con su sombra.

Pilín: Lo que dice me asombra.

Capitán Gancho: Toda compra se hará en el almacén. “El Disparo” donde todo es caro. Firmado y refrendado por el rey de los reyes de todas las islas y de los mares. Señor Alcalde, Señor Gobernador. Cumplan su tarea… Pongan a trabajar a la aldea.

Los dos piratas: (Orgullosamente maravillados). Muy buena idea, capitán.

Capitán Gancho: (Corrigiéndolos). ¡Majestad!

Los dos piratas: (Sumisos pícaramente). ¡Majestad!

Ojo de trapo: A trabajar haraganes. (Los amenaza con la alabarda).

Tronco de pata: (Da un latigazo). A producir haraganes! Que tres barcos están a punto de llegar y los tenemos que cargar con el fruto de vuestro trabajo.

Ojo de trapo: A laborar escarabajos. Trabajen de tal manera, que queden con la lengua afuera.

Tronco de pata: (Da latigazo). No pierdan el paso, que hoy no hay descanso. Vamos! (Al son del tambor todos marchan en fila y una música triste se adueña de la isla).

El Sol: (Con rabia contenida). los piratas, además de dar la lata, les daban a los Soñín poca plata.

(Entra Ojo de trapo tocando un cuerno. Los Soñín entran corriendo).

Tronco de pata: (Déspotamente). Dejen de trabajar y vengan a cobrar.

Ojo de trapo: (Autoritario). ¡Cuidado con el desorden! ¡Hagan la cola en perfecto orden!

Tronco de pata: (Pícaramente orgulloso). Arlequín, aquí tienes tu salario. (Le entrega una pequeña moneda).

Arlequín: (Viendo la moneda) ¿Y esto qué es?

Tronco de pata: Eso es (duda). Eso es un mes de salario.

Arlequín: (Sin entender) ¿Y qué hago con esto?

Tronco de pata: (Seguro) te compras un cuento. El siguiente, tomo su sueldo.

Aserrín: (Protestando). Claro que estoy cuerdo.

Tronco de pata: Su sueldo, su paga.

Aserrín: (Sin comprender) ¿Y qué quiere que haga?

Tronco de pata: Gastarlo. (Le grita) Es la remuneración de su trabajo.

Aserrín: Por favor no grite, hable más bajo.

Tronco de pata: (Regañándolo). Mire, su chanza me cansa.

Aserrín: (Haciéndose el loco).Muy bien, le haré una lanza, para que se puye la panza.

Tronco de pata: (Furioso lo amaga). Largo de aquí.

Ojo de trapo: (Voltea y camina hacia Tronco de pata). ¿Qué pasa ahí?

Tronco de pata: Nada. ¡El que sigue!

Aserrín: (A Arlequín). No le gustó lo que dije. (En voz baja). Ese cojo es un piojo.

(Entra en el almacén, el cual es un carromato con precios muy altos. Vemos artículos del hogar y todo lo que quiera comprar).

Capitán Gancho: (Toca campana del almacén). Llegó el atardecer, es hora de vender. ¡Alerta! ¡Alerta! Aquí todo está en oferta. Vengan a comprar. (A Arlequín) señor, ¿qué se va a llevar?

Arlequín: (Con la monedita en la mano). Me gustaría ese pentagrama.

Capitán Gancho: (Con mirada de codicia). Se lo vendo por un Dracma… que es la moneda que lleva en la mano.

Arlequín: (Sorprendido). Pero, esto es inhumano. Yo escribí esa composición.

Capitán Gancho: (Avivado y pícaro). ¡Ay qué emoción! Ahora le vale un millón. Hágame caso y pague a plazos. Firme aquí y también allí. (Arlequín lo hace). Ahora denme el dracma y tome su pentagrama. Soy el mejor vendedor, pero comprador soy mucho mejor. Vengan y vean la diferencia. Vendo sin referencia y no lo hacemos esperar. (A Aserrín) ¿Qué va a comprar?

Aserrín: Quisiera una silla, si es tan amable.

Capitán Gancho: (Ofertando la excelencia). ¿La quiere dura o confortable?

Aserrín: (Señala con admiración). Esa, que la hice con esmero.

Capitán Gancho: (Aprovechándose). Señor, esa le cuesta dinero.

Aserrín: (Reclamando sinceramente). Pero, si la hice con mi serrucho.

Capitán Gancho: (Haciéndose el sordo o el loco). Perdone pero no le escucho.

Aserrín: (Reclamando y subiendo la voz). Esa silla es producto de mi creación.

Capitán Gancho: (Haciéndose el sordo). Disculpe, pero no está en liquidación. Entonces, ¿la quiere o no la quiere?

Aserrín: (Resignado). Está bien, me la llevaré.

Capitán Gancho: (Contento y codicioso). Firme este pagaré.



Escena XIV
Los Soñín compraban sin descuentos y sus lamentos se iban al firmamento.

El Sol: (Dando paso al tiempo). Pasaban los días.

La Luna: (Ídem). Pasaban las noches.

El Sol: los meses corrieron.

La Luna: los años volaron.

El Sol: Barcos vacíos llegaban.

La Luna: Barcos cargados se iban.

El Sol: Los Soñín, comprando y trabajando.

La Luna: Trabajando y comprando.

El Sol: Y los piratas.

Los tres: (Contentos e irónicos). ¡Muy bien, gracias!

El Sol: …Disfrutando de las ganancias… hasta que un día

(Arlequín carga en el hombro una gigante nota musical, llega hasta “El dedal de cristal” para hablar con Pilín, la costurera de los Soñín).

Arlequín: (En voz baja y disimulando). Pilín, necesito hablar contigo.

Ojo de trapo: (Oye el murmullo). Dejen de hablar o los castigo.

Pilín: (En voz baja) ¿Dónde?

Arlequín: (En voz baja) Donde la Luna se esconde.

Pilín: (En voz baja) Cuenta conmigo.

Ojo de trapo: ¡Silencio les digo!

(El comediante Arlequín se aleja de Pilín. Detrás de una mata aparece Tronco de pata).

Tronco de pata: (Ordenando). Dejen de producir, llegó la hora de dormir.

Ojo de trapo: (Asustándolos). Más rápido que el viento, corran a sus aposentos.

Tronco de pata: (Dando latigazo). Vayan a descansar mañana hay que madrugar. (Da latigazo).

(Todos salen corriendo; los piratas se van corriendo. El día se oscurece y la Luna aparece).

El Sol: (A la Luna) comienza mi retirada, nos vemos en la alborada. Adiós amiga La Luna.

La Luna: Adiós amigo sol.

(Entra Tronco de pata con lanza y farol).

Tronco de pata: (Como dando la hora medio cantando) media noche, no se mueve ni un alma, todo está en calma. (Vemos la cara de Pilín en el aire por efecto de luz negra) ¿Algo oí? (Se voltea Pilín desaparece ladrando como un perrito). ¿Quién está allí?...

Pilín: (Ladra) ¡Guau! ¡Guau!

Tronco de pata: ¡Bah! Es un pobre perro. Media noche, un perro necio, rompió el silencio. (Bosteza). Aquí nadie se va a levantar, mejor me voy a soñar. (Va saliendo). Media noche y no se mueve ni un coche. No hay novedad en toda la ciudad. (A lo lejos) media noche.

(Una música suave y serena cambia la escena).

Pilín: (Aparece mágicamente, en voz baja) ¡Arlequín!... ¿Dónde estás, Arlequín?

Arlequín: (Aparece fantásticamente, en voz baja) Aquí estoy, Pilín.

Pilín: (En voz baja curiosa). ¿Para qué me has citado en este lugar?

Arlequín: (En voz baja). Para hablar de los lobos de mar. Esos piratas nos han quitado la libertad del sueño y hasta se creen nuestros dueños… ¡y eso no puede ser!

Pilín: (En voz baja y preocupada). Pero, qué podemos hacer? Son fuertes y terribles los bandidos y…

Arlequín: (Hace gesto de idea) y como no se me había ocurrido. Hablaremos con mi amiga la Luna.

Pilín: (Sorprendida) ¿Tu amiga, La Luna?

Arlequín: (Contento con la idea). Sí quizás, ella nos pueda ayudar.

Pilín: ¿Ayudar?

Arlequín: Sí, claro. La Luna es muy buena consejera. Vamos Pilín, que esperas.

Pilín: (Emocionada) ¡Vamos, Arlequín! (los dos corren hacia la Luna).

Arlequín: (Sube la voz con ternura) Amiga Luna, soy yo, Arlequín.

La Luna: ¿Qué quieres, Arlequín?

Arlequín: Pedirte un consejo.

La Luna: Te oigo muy lejos. Sube por uno de los hilos plateados.

Arlequín: Estoy acompañado.

La Luna: Ya lo sé. Suban los dos.

Arlequín: Vamos.



Escena XV
Como un bosque se hizo impenetrable

“Tomados de dos rayitos de la Luna
y rodeados de una música especial
son llevados a La Luna. Para Pilín
es un viaje muy especial”.

Arlequín: En un segundo estaremos en la Luna.

Pilín: (Encantada y sorprendida por el viaje). Mira la tierra, parece una gran laguna.

Arlequín: Desde aquí, todo se ve así.

Pilín: (Viendo hacia abajo). Nuestra isla ha desaparecido.

La Luna: Sean bienvenidos.

Arlequín: la Luna, lunita, necesitamos un consejo urgentemente.

Pilín: Esos piratas no parecen gente, están dementes.

Arlequín: (Preocupado). Nos utilizan y nos humillan.

Pilín: (Preocupada). Trabajamos sólo para ellos.

Arlequín: (Con gravedad) y no nos queda ni un destello.

Pilín: (Desesperada). Estamos atrapados y no encontramos salida.

Arlequín: (Desesperadamente poético) y como dijo el poeta… Esto no es vida. Esta es nuestra pobre historia.

La Luna: Arlequín, la sé de memoria. Desde aquí lo he visto todo.

Los dos: ¿Todo?

La Luna: Sí. Los atacaron sin piedad e impusieron una nueva autoridad.

Arlequín: La Luna, lunita, ¿qué nos aconseja, para salir de las horribles rejas?

La Luna: Han oído hablar del bosque encantado.

Los dos: No.

La Luna: (Como una cuenta cuentos): Allá en el horizonte perdido, hay un bosque escondido. Un día, no hace mucho, el hombre llegó con un serrucho e intentó acabar con el bosque y entre corte y corte comenzó a desforestarlo. En poco tiempo, estuvo a punto de acabarlo. Los ríos se secaron y los animales huyeron. Ante tal desgracia, los árboles acudieron al árbol más viejo y le pidieron consejo. Este les dijo: “Hijos, por cada árbol que tumbe al hombre, que nazcan diez, para que él se asombre. Y así lo hicieron. De inmediato miles nacieron y cada día eran más y más… y el hombre iba hacia atrás. Hasta que no hubo serrucho, hacha ni sable que entrara en el bosque impenetrable. El hombre dejó de talar y los árboles volvieron a reinar.

Arlequín: Es la historia más maravillosa que he oído. Ya sé como espantar a los bandidos.

Pilín: Tenemos que actuar, La Luna, no puedes bajar.

La Luna: Tomen mis hilos de plata… y cuídense de los piratas.

(Con sonidos agradables al oído van bajando con gran estilo tomados de dos hilos. Dos hilos de mucho sentido).

Arlequín: La Luna, eres tan sabia como el árbol viejo. Seguiremos tu consejo.

Pilín: (En voz baja). Arlequín, ¿qué piensas hacer?

Arlequín: (Bajando muy seguro) Ya lo vas a ver. Usaremos la imaginación. Escucha con mucha atención.

(Sobre el firmamento, los dos hablan en secreto. Pisan su tierra rodeada de agua. La música y los hilos plateados. Se elevan muy encantados. Los dos corren de casa en casa, defendiendo el maravilloso plan que acabará con el reinado del capitán).

La Luna: (Agitada y participativa). De puerta en puerta. De ventana en ventana y ayudado por el silencio de la noche. Pilín y Arlequín, fueron despertando a todos los Soñín. Los piratas, amparados en su poder y fama, dormían plácidamente en sus camas. Soñando al abordaje, soñando sueños salvajes, soñando con el botín de “La Isla de los Soñín”



Escena XVI

“Al fin se revelaron los Soñín.
La Luna encantada desaparece.
Y el Sol emocionado aparece.”

El Sol: (Gallardo como un gallo). Al día siguiente y como todos los días, los piratas abrieron los ojos y armaron su algarabía.

Capitán Gancho: (Saliendo). Vamos mi pandilla.

Ojo de trapo: (Ídem) Anoche tuve una pesadilla.

Tronco de pata: (Soñoliento). Es mejor soñar que despertar.

Capitán Gancho: Dejen el letargo y ocupen sus cargos! Toquen el cencerro y despierten a esos perros.

Tronco de pata: (Tocando cencerro). Se terminó el sueño. Llegaron sus dueños. Salgan alcornoques, no oyen el retoque…

Capitán Gancho: (Extrañado y con autoridad). ¡Les habla la Ley!

Ojo de trapo: ¡Escuchen al rey!

Capitán Gancho: Salgan caras de pasa.

Ojo de trapo: Que el bollo, no está para masa.

Capitán Gancho: (Después de un silencio). Vamos, ¿qué pasa? ¡Salgan de sus casas! (Saca un pistolón) ¡Salgan o disparo!

Ojo de trapo: Esto me huele raro.

Tronco de pata: (Tocando cencerro). El que no salga es un ratón!

Capitán Gancho: (Ordenando). ¡Preparen el cañón. Bucaneros y filibusteros, revisen todos los agujeros!

(Los piratas revisan casa por casa. El capitán los sigue con el cañón. La escena es una danza, llena de mucha preocupación).

Ojo de trapo: ¿Hay alguien allí? (Nadie responde corre a otra casa).

Tronco de pata: Salgan de ahí. (Nadie responde y corre a otro lado, tocando cencerro).

Ojo de trapo: ¡No se escondan!

Tronco de pata: ¡Vamos, respondan!

Ojo de trapo: (Amenazando con su alabarda). Si no salen a trabajar…

Tronco de pata: (Sacando espada). ¡Los vamos a matar!

(Una pausa llena el escenario, preocupando a los corsarios. Sola y triste está la ciudad y corren a participar la novedad).

Tronco de pata: (Preocupado). Capitán, se ha ido.

Capitán Gancho: Capitán, se ha ido. No te di la orden de vigilar.

Tronco de pata: (Asustado). Sí, pero me fui a soñar.

Capitán Gancho: (Furioso). Tronco de pata, metiste la pata y eso no lo hace ni un pirata… con que ¿te fuiste a dormir? (Apuntándolo con el pistolón).

Tronco de pata: (Se arrodilla). Capitán, yo no quiero morir. (Llora).

Capitán Gancho: (Furioso). ¡La sangre me arde!

Tronco de pata: (Lloroso). Haré toda la guardia de la tarde.

Capitán Gancho: (Indignado). Que guardia, ni que guardia. Revisaremos roda la isla. ¡Bucaneros, hagan fila! (Todos forman fila). Por cada Soñín, tendrán un florín.

Ojo de trapo: (Codicioso). Seremos ricos.

Capitán Gancho: (Furioso). Cierra el pico. Y ahora, nuestro grito de guerra para que tiemble la tierra.

Los piratas: (Gritan horrorosamente). ¡Barahúnda, barahúnda, que el miedo cunda! Barahúnda, barahúnda, que la isla se hunda. (Van saliendo), barahúnda. (El Sol, como soldado brilla por lo que ha pasado).

El Sol: (Radiante, misterioso y orgulloso). Los piratas caminaron hacia el este y los Soñín estaban en el oeste. Los piratas al norte corrieron y los Soñín al sur se fueron. Los piratas allanaron el centro, revisando las casas por dentro. Interrogaron a los árboles, animales y a la montaña helada… y todos como una roca, contestaron: “¡No sabemos nada!” Los piratas estaban desesperados y también muy cansados, al llegar la tarde…

Capitán Gancho: (Decepcionadamente bravo). Hemos buscado en balde.

Tronco de pata: (Preocupado y molesto). ¿Dónde se habrán metido?

Ojo de trapo: (Asegurando). Para mí, han huido.

Capitán Gancho: (Indignado y malicioso). No. Ellos están escondidos y para colmo se han unido. (Pensativo). ¿Dónde, dónde estarán?

Tronco de pata: Escuche mi Capitán. ¿No estarán bajo el mar?

Capitán Gancho: (Furioso y reflexivo) ¿Y quién los va a buscar? Si ni siquiera sabemos nadar. Además, no me gusta mojarme y mucho menos  bañarme.

Ojo de trapo: (Seguro y señalando el cielo). Capitán… ¿y si están escondidos en una nube?

Capitán Gancho: Puede ser. Pero, ¿quién se sube?

(Aparece La Luna, lunita anunciando la nochecita en el bosque encantado donde reina lo inesperado).

La Luna: La tarde cerró sus ojos…

Ojo de trapo: Llegó la noche, cojo.

Capitán Gancho: (Con autoridad). Vigilen a lo largo y a lo ancho.

Los dos piratas: Sí, Capitán Gancho.

Capitán Gancho: (Recogiendo ramas secas). Haré una ardiente fogata.

Ojo de trapo: (Un árbol cambia de lugar). Ey, alguien movió esa mata.

Tronco de pata: ¿Cuál mata?

Ojo de trapo: (Algo asustado). Esta. (Señala). Estaba allí y se vino para aquí.

Tronco de pata: Tu ojo te ha engañado.

Ojo de trapo: (Temeroso). Puede ser, pero la tengo a mi lado.

Tronco de pata: (Incrédulo). ¡Bah! Las plantas no se mueven, porque están bien plantadas.

Ojo de trapo: (Tranquilo). Eso es cierto.

Tronco de pata: Claro, tuerto.

Ojo de trapo: Olvídalo, no he dicho nada.

Capitán Gancho: (Recogiendo leña). Madre para la hoguera.

Tronco de pata: (Una mano aparece en el aire y le da un golpe en el hombro). Por qué me pegas, Ojo de trapo.

Ojo de trapo: (Seguro). Yo no te he pegado. Cara de sapo.

Tronco de pata: Si me has pegado”

Ojo de trapo: No siquiera te he tocado.

Capitán Gancho. Basta de ramas secas. Ahora echaré leña yesca y más tarde… el fuego arde…

Ojo de trapo: (Viendo correr un arbusto). ¡Ay, que susto! ¡Mira el arbusto!

Tronco de pata: (Asustado y no lo puede creer). Por los mil copos de nieve, esa mata se mueve.

Capitán Gancho: (Los mira). Qué les pasa a mis lobos del mar?

Los dos: (Temblando y muy asustados). A ese arbusto lo vimos volar.

Capitán Gancho: (los regaña). Dejen de imaginar y pónganse a vigilar. (Sopla la hoguera).

Arlequín y Aserrín: (Aparecen detrás de los piratas e imitan la voz de Ojo de trapo). Capitán Garabato, usted no quiebra ni un plato.

Capitán Gancho: (Voltea furioso). ¿Que dijiste tuerto?

Ojo de trapo: La boca no he abierto.

Capitán Gancho: (A Tronco de pata). Entonces, fuiste tú, lengua de escorpión.

Tronco de pata: (Asustado). Se lo juro no he dicho ni una oración.

Arlequín: (Con voz de ultratumba). Escuchen, piratas…

Capitán Gancho: (Nervioso e inquieto). Quién habla entre las matas.

Semillín: (Con voz de fantasma). ¡Un aparecido!

Capitán Gancho: (Pega un salto y cae en los brazos de los piratas). Ay! (Muy asustado). ¿Es alguien conocido?

Arlequín: (Voz tenebrosa). Escuchen, bandidos. Están perdidos.

Inventín: (Voz de misterio). Les ha llegado su fin.

Todos los Soñín: (Por arte de magia aparecen). Somos Los Soñín.

Arlequín: (Desafiante). Aunque no sabemos pelear, los retamos a jugar.

Pilín: (Muy segura)- Jugaremos al escondite.

Capitán Gancho: (Sin entender). ¿Qué dijiste?

Pilín: Nosotros nos escondemos…

Ojo de trapo: (Entendiendo, tontamente gracioso). Y nosotros los buscamos. Jefe, nada, perdemos.

Tronco de pata: (Emocionado como un niño). ¿Jugamos?

Capitán Gancho: (Disgustado). ¡No me gusta jugar, sino pelear! ¡A las armas! ¡A las armas!

(Los piratas sacan sus armas y cuando se disponen a atacar los Soñín desaparecen mágicamente asustando a los presentes).

Tronco de pata: (Sorprendido). Esto es increíble, se hicieron invisibles.

Capitán Gancho: (A los piratas). Pero, ¿por qué no han atacado?

Tronco de pata: (Sorprendido y asustado). Capitán se han esfumado.

Ojo de trapo: (Sorprendido). El lugar ha quedado desierto.

Los Soñín: (Mágicamente se hacen visibles). ¡Eso no es cierto! ¡Aquí estamos!

Los piratas: (Corren a atacarlos) ¡Y allá vamos!

Capitán Gancho: ¡Ataquen! ¡Disparen! (Asombrado). Volvieron a desaparecer… (Asustado). ¡Esto no puede ser! ¡Ay, que rabia!

Ojo de trapo: (Asustado). Esto es magia.

Tronco de pata: (Asustado y temblando). Yo diría…. ¡brujería!

Ojo de trapo: (Muy asustado). Capitán, volvamos al barco.

Capitán Gancho: (Imitándolo, burlonamente). Volvamos al barco.

Tronco de pata: (Temblando de miedo). Es lo mejor, capitán.

Capitán Gancho: (Burlándose). Es lo mejor, capitán (furioso). ¡Miedosos… y mil veces miedosos!

Los dos: (Temblando y llorosos). Es que estamos muy nerviosos.

Capitán Gancho: (Apuntándolos con el pistolón). ¡El que dé un paso atrás… es un esqueleto más! Ustedes parecen…

Los Soñín: (Apareciendo mágicamente). ¡Piratas!

Capitán Gancho: (Horrorizado). Esa palabra me mata.

Arlequín: ¡Capitán, suelte la espada!

Capitán Gancho: (Furioso). Jamás, sin ella no soy nada.

Semillín: (Jugando). Nos ven.

Los Soñín: (Desaparecen por arte de magia) ¡Y sí nos ven!

Tronco de pata: (Sorprendido). Si no lo veo, no lo creo. (Asustado). Este bosque está embrujado.

Ojo de trapo: (Asustado, tembloroso y lloroso). Yo estoy muy asustado. Aquí salen muertos.

Capitán Gancho: (Furioso). Cállate, tuerto! y escuchen mi plan. Los llama para reunión).

Los dos: (Los dos obedecen a disgusto). ¡Sí, mi capitán!

Capitán Gancho: (En voz baja) Tenemos que acabar con esta rebelión. (Gozoso y baboso). Atacaremos a traición.

Ojo de trapo: (Ríe). Ay, qué emoción.

Tronco de pata: (Disfrutando con maldad). Me encanta la traición. (Ríe).

Capitán Gancho: (Explicándoles). Nos haremos los locos.

Ojo de trapo: (Extrañado). ¿Tú entiendes?

Tronco de pata: (En La Luna). No, ¿y tú?

Ojo de trapo: (Ídem). Tampoco.

Capitán Gancho: (Haciéndose entender). Caminaremos como si no pasara nada… y luego haremos la redada.

Ojo de trapo: (Entiendo). Esa idea… es bien fea.

Capitán Gancho: Primero disimulen. Luego a pelear. Vamos.

Los dos: Vamos disimulando y después la pelea.

(Caminan hacia el bosque haciéndose los locos, Silban y miran, como si no pasara nada).

Capitán Gancho: (Silba) Todo está en calma. Guarden sus armas.

Los tres: (Guardan sus armas, silban y luego cantan ridículamente). ¡Los Soñín tienen miedo! ¡Los Soñín tienen miedo!.

Los Soñín: (Aparecen mágicamente). ¡Los piratas están asustados! ¡Los piratas están asustados!

Capitán Gancho: (Le brillan los ojos). ¡Llegó el gran momento! (Ordena). ¡Acaben con este cuento!

(Entra una música encantada de combate. Los Soñín desaparecen y el bosque gira alrededor de los piratas, a los que invade el miedo).

Tronco de pata: (Asustado y tembloroso). ¡Capitán… Capitán Gancho! ¡El bosque es un zafarrancho! ¡Yo me voy corriendo! (Corre).

Ojo de trapo: (Asustado) Y yo te voy siguiendo. (Corre).

Capitán Gancho: (Asustado y lloroso). Mis corsarios no me dejen solitario.

(El bosque desaparece y los piratas se detienen).

Ojo de trapo: ¡Ay, el bosque ha desaparecido!

Los Soñín: (Aparecen con aros gigantes de colores). ¡Piratas, están perdidos!

Tronco de pata: (Asustado). ¡Miren esos anillos!

Capitán Gancho: (Asustado). Corran mis pillos. Corran que estamos cercados.

(Entra música circense y Los Soñín atrapan a los pillos con grandes anillos).

Arlequín: (Feliz). Jugando al escondido. Atrapamos a los bandidos.

Pilín: (Victoriosa). ¡Se acabó la maldad!

Los piratas: (Asustados y llorosos). ¡Piedad! ¡Piedad!            

Panadín: Todo ha llegado a su fin.

Aserrín: Escuchen amigos Soñín y que hacemos con los filibusteros si aquí no hay rejas ni carceleros.

Arlequín: Caminen hacia su barco.

Capitán Gancho: (Triste y lloroso). Se acabaron los pesos y los marcos. (Llora).

Tronco de pata: (Llorando). Ay qué mala pata. ¡Nos quedamos sin plata!

Ojo de trapo: (Llorando). En la lona…

Capitán Gancho: y sin corona.

(Rodeados por los anillos van saliendo los pillos).

La Luna: (Contenta) Y desde ese día, en la Isla…

El Sol: (Alegre). volvió el intercambio y la alegría.

La Luna: Los Soñín, nuevamente, de su destino fueron sus dueños.

El Sol: Y reinó para siempre el idioma de los sueños.

La Luna: El amor y la paz.

Todos: ¡Y la riqueza de vivir!

(Entra la canción): “Sueña, sueña, Soñín”

Los Soñín son un sueño
Pero hecho realidad
Que todos llevamos dentro
Por toda la eternidad
Sueña Soñín que sueña
Sueña con la verdad
Sueña Soñín que sueña
Por la hermosa libertad
Todo lo que soñamos
Nace del corazón
Por eso siempre los sueños
Tienen la razón
Soñar y soñamos juntos
Una vida de amor
Sonriéndonos La Luna y El Sol
Brindando su calor, su calor
Soñín, Soñín, sueña conmigo Soñín (Bis)
Sueña sueños imposibles
Pero no dejes de soñar
Porque sólo soñando
La verdad has de alcanzar (Bis)
(Repetir coro)
Sueña, sueña Soñín que la vida es un jardín
donde los sueños que sueñas no van a tener fin.





El espejo
de los muertos
1980


Domingo de Gloria o tal vez un Miércoles o Viernes Santo de 1980.

Un reflejo de un pasado oscuro. Un presente que no existe porque ya se fue. Un reflejo de un futuro incierto. Una calma que vendrá petrificada y fría. Un reflejo que refleja a los vivos muertos o a los muertos vivos. Un reflejo que refleja reflejos y solamente esto.

La obra nació un día cualquiera de Semana Santa. Los apuntes y experiencias de varios años de trabajo en el TAIJ y en el Taller Libre de Autor de Río Chico inspirado y me ayudaron a crear El espejo de los muertos.
Rafael Rodríguez “RARS”.



(El espacio escénico circular o semi-circular. Las paredes se cierran o semi-cierran este espacio están tapizadas de espejos que reflejan a los espectadores. Una cama antigua de copete; un escaparate viejo y muy grande; una urna, un altar y una pared llena de cruces. Todo es penumbra. Canta un gallo. Lentamente se enciende un Cenital sobre el Hombre). 

Hombre: Aquí, allá o en cualquier parte, siempre es lo mismo. Yo recuerdo que mi maestro…un cura de mierda que tenía un llavero de cien llaves y una palmeta ancha en forma de cruz, nos explicaba la vida dejándonos caer las cien llaves sobre nuestras cabezas y dándonos un palmetazo en cada mano. Había que llorar porque si no el castigo se repetía. Después de llorar venia lo peor…nos encerraba en un oscuro lugar que el cura llamaba, el cuarto de los pecadores y nosotros el cuarto de las sombras de los muertos. Estaba atiborrado de imágenes en diferentes posiciones. En fondo de este terrible cuarto, sobre un altar, estaba el que, según el cura, nos iba verdaderamente a castigar, nunca nos dijo su nombre, pero siempre estaba allí, amenazándonos con una inmensa palmeta. No nos atrevíamos a movernos por miedo a que la sombra nos pegara o tal vez nos quedábamos estáticos por temor a que nos agarraran las otras sombras. De pie, quietos, temblorosos y llorosos, pasamos horas en el centro del cuarto, oyendo los gritos y voces o viendo los movimientos de las sombras, tratando de agarrarnos. Después de no sé cuánto tiempo, las cien llaves sonaban y la puerta se abría…para cerrase de nuevo. El cura caminaba lentamente hacia uno y el miedo nos cubría de más miedo, nos ponía sus manos sudorosa en los hombros y recorría suavemente nuestros cuerpos, hasta caer arrodillado delante de nosotros…en un asqueroso jadeo. Cuando su respiración volvía a la normalidad, se levantaba y nos acariciaba las mejillas con una sustancia babosa y en el momento menos esperado nos levantaba por las patillas gritando: “¿has visto al diablo, verdad?”… ¡Ay! si padre…"¿de qué color era?"…Rojo, padre…… “Recuerda, el diablo es rojo y todo lo que es rojo es el diablo. ¡Dí!”…El diablo es rojo y todo lo que es rojo es el diablo… “Ahora debes jurar ante mí y el Señor Todopoderoso que lo que has visto aquí u oído, nadie lo debe saber”…Ayy!…Lo juro, Padre…” “Aunque tus pecados se alejan, volverán si tus padres se enteran que existe el cuarto de los pecadores”…Y si tus padres se enteran, el diablo te perseguirá de día y noche hasta llevarte al fuego eterno. ¿Se lo vas a decir a tus padres?”…¡Ay! no Padre, nunca Padre… “Si lo que dices es verdad, dime ¿qué te dice el diablo?”…Ayy! (Llorando) Dice que si le cuento todo esto a mis padres o a alguien… ¡ay! me quemará con aceite caliente… “¿Te dijo eso?”…Ayy! Sí Padre. Me lo dijo, ¡se lo juro!… “Está bien. Salgamos de este oscuro cuarto a la vida dolor. Toma. (Le entrega pañuelo) Sécate las lágrimas y límpiate tus mejillas, mientras cierro la puerta para que no salgan las sombras de tus pecados”… Con el pañuelo lleno de moco y no sé que cosa, nos secábamos las lágrimas y las mejillas, impregnadas ahora de algo pegos toso. “Como penitencia tienes que rezar tres Ave María y dos Padre Nuestro, al acostarte y al levantarte”…Sí Padre… “Bien, vuelve a tu clase… y recuerda tu juramento”…Sí, si…  “Yo rezaré por tus pecados y que Dios te bendiga, hijo”…Nos alejábamos con temor y él se quedaba rezando delante de la puerta del cuarto de los muertos. Desde el primer día que mi maestro, el cura de mierda, me castigó, comprendí que aquí allá o en cualquier parte, la vida es como aquel cuarto de las sombras de los muertos… ¿Sabes quién era la sombra de la inmensa palmeta?

Mujer: No.

Hombre: Jesús de Nazaret, con su cruz al hombro. (Pausa). ¿Qué día es hoy?

Mujer: 31 de marzo. Comienza la Semana Santa... ¿Sabes cuántas semanas llevamos aquí?
Hombre: No. En este lugar me he perdido del tiempo.

Mujer: (Señala una pared) ¿Ves esas cruces? (El hombre las mira). Cada una significa una semana. Quinientas veinte cruces. Quinientas veinte semanas. Diez años de calvario.

Hombre: ¿Por qué no te vas?

Mujer: ¿.Adónde?

Hombre: No sé. Hay tantos lugares.

Mujer: ¿Sin ti?

Hombre: Sí, viajar es lo que tú necesitas. No hay nada como viajar. Se siente uno nuevo, diferente... conoces lugares, gente.

Mujer: ¿Sin ti?

Hombre: Quizás te gustaría conocer...las lagunas del Adriático o la Ciudad Luz.

Mujer: ¿Sola?

Hombre: Por supuesto que deberías conocer el puerto más pequeño del mundo.

Mujer: ¿Contigo?

Hombre: Nunca me voy a olvidar de ese puerto... su nombre es...no lo recuerdo en este momento, pero ese pequeño puerto queda cerca de Cherburgo, una ciudad de Francia.

Mujer: Te estoy preguntando que si voy a viajar sola, sin ti.

Hombre: (Camina hacia el proscenio y vemos que está atado a la mujer por una cadena). Sí, viajar es como comenzar una nueva vida... Londres, Roma, Paris, Lisboa, Machu-Pichu, Buenos Aires, las cataratas del Niágara, New York, Puerto Rico, Curazao, Aruba. ¡Ah!... y Disney World...

Mujer: Te hice una pregunta.

Hombre: Y te la estoy respondiendo... ¡Te puedes ir al carajo!

Mujer: Sí, ¿sin ti?

Hombre: Sí, sin mí.

Mujer: Está bien. Me voy. (Pausa. La mujer camina pero las cadenas la detienen). No puedo.

Hombre: Siempre es lo mismo. ¡No puedo, no puedo, no puedo!

Mujer: Tú tampoco puedes. Nunca has podido. Tienes varios años que no puedes hacer nada.

Hombre: ¡Eso es mentira! ...mentira, mentira... (Llora):

Mujer: No llores, no llores. Yo sé que la culpa la tiene tu maestro, pero es que tú también no estudias. Mira, yo te voy a explicar la lección.

Hombre: No quiero. (Llora).

Mujer: Claro que quieres. Deja de llorar y préstame atención.

Hombre: (Mostrando las manos). ¿Por qué me pegas?

Mujer: Porque no te sabías la lección. Pero, no te preocupes. Yo te la voy a enseñar.

Hombre: ¿Tú no le tienes miedo a la oscuridad?

Mujer: No.

Hombre: Y a las sombras.

Mujer: ¿Qué sombras?

Hombre: Las sombras.

Mujer: ¡Ah!...Los fantasmas.

Hombre: .Eso, eso.
Mujer: Los fantasmas no existen... ¿O es que acaso has visto uno?

Hombre: Casi, casi.

Mujer: ¿Cómo?

Hombre: Casi...es la hora de estudiar.

Mujer: Tienes razón. Dejemos el tema de las sombras de la oscuridad para otra ocasión y pasemos a enseñarte esta lección. Es muy fácil...no te comas las uñas. Préstame atención. Hace muchos, pero muchos años...

Hombre: ¿Cómo cuántos?

Mujer: Como cuatrocientos o quizás más. En este lugar ha bien dos corazones unidos por sus puntas. Entonces, de un punto no determinado. Ellos salieron en busca de riquezas.

Hombre: ¿Quiénes eran ellos?

Mujer: Nadie la sabe. Pero todo el mundo los conoce como “ellos”. Traían el arcabuz, la espada, espejos, baratijas, la cruz y un libro editado por Matusalén.

Hombre: ¿Matusalén?

Mujer: El abuelo de Noé, el que se salvó del diluvio en una barca llena de animales. Matusalén vivió 969 años.

Hombre: ¡Tantos!... ¿Y qué hizo durante tanto tiempo?

Mujer: Escribir el libro, ayudar a su nieto a construir la barca y seleccionar a los animales que poblarían de nuevo la tierra.

Hombre: ¡Ah!

Mujer: Bien, sigamos. Uno de “ellos” gritó: ¡Tierra! Y todos se orinaron a la vez y él Orín separó a los dos corazones. Desde ese día, este corazón se llama del norte y este otro del sur y este pedazo que nos e inundó se llama del centro. Por esta razón, los que están arriba, ósea los del norte, se hacen pupú en los de abajo. ¿Quiénes están abajo? 

Hombre: No sé.

Mujer: (Trans.) Claro que sabes, indio de mierda. (Le da latigazo) ¿Quién es tu amo? (Latigazo).

Hombre: ¡Ayy!...Ellos.

Mujer: Ellos no... ¡Yo! Límpiame las botas (El hombre las limpia) Siembra el cacao (El hombre lo hace). Recoge la siembra (Ídem). Tráeme oro (Trae oro). ¿Tienes mujer?

Hombre: Sí.

Mujer: ¿Hijas?

Hombre: Una.

Mujer: ¿Cuántos años tiene?

Hombre: Nueve lunas.

Mujer: Esta noche me la traes a la cama.

Hombre: No, amo. Ella no.

Mujer: Como osas decirme que no (Le da latigazo). Ahora me las traes a las dos o guindaré vuestras cabezas en las tres entradas principales de nuestra ciudad. (Latigazo).

Hombre: ¡Ayyy!... (Suenan tambor y quena). Traje a mi pequeña hija y a mí mujer. Me guindó de una viga. Y. amarró y le arrancó el guayuco a mi hija. Lloramos como nunca la habíamos hecho. Se levantó, nos miró y   volvió a tomar vino. Me arrojó un buche a la cara y riendo caminó lentamente hacia mi mujer. La abrazó, la manoseó, la besó...mi hija se levantó, tomó su puñal... mi mujer le arrancó la lengua y mi hija lo apuñaló no sé cuántas veces. Mientras moría nos levantamos con su sangré nuestras heridas. Su boca de sangraza quiso decir algo, pero la muerte se lo impidió. ¿Por qué nos había pasado esto?

Mujer: (Trans.) Porque así se escribió la historia de nuestros pueblos... con sangre.

Hombre: ¡Uyyy!
Mujer: Oye, ¿tú botas?

Hombre: ¿Qué?

Mujer: Sangre.

Hombre: Cuando me corto sí.

Mujer: Eso lo sé. Te pregunto si botas por el pipí.

Hombre: ¿Por dónde?

Mujer: Por el pipí.

Hombre: ¿Sangre?

Mujer: Sí, sangre.

Hombre: No.

Mujer: Yo sí. La semana pasada me salió. Creí que me estaba muriendo. Estaba sola En mi cuarto, no sabía qué hacer. Pensé que era un castigo de Dios, porque las monjas me decían que si tenía malos pensamientos el diablo me iba a hacer sangrar. Rece y volvió a rezar t la sangre continuaba saliendo. No me atreví a decírselo a mi mamá, porque iba a descubrir que estaba pensando cosas malas. Entonces, entró mi amiga Carmen Julia, que es tres años mayor que yo. Me contó que su novio la había besado en la boca.

Hombre: ¿En la boca?

Mujer: Sí, en la baca. Todos los novios se besan en la boca. “¿Qué té pasa?” Me preguntó... “Te veo preocupada”. Con vergüenza le conté lo que pasaba. Me dijo: “Abre las piernas para verte”...Las abrí y me miró muy pensativa. Suavemente me tocó y sentí algo extraño que me erizó todo el cuerpo. “No te preocupes, dijo, es el período de regla. Viene cuando una necesita novio”...Y hoy no boto sangre.

Hombre: ¿Tienes novio?
Mujer: No. Pero, estoy enamorada.

Hombre: ¿De quién?

Mujer: No te lo puedo decir. Es un secreto.

Hombre: Anda, dímelo.

Mujer: Te lo digo si me muestras tu pipí.

Hombre: Está bien. (Trata de sacárselo) Pero, ¿para qué me lo quieres ver?

Mujer: Para ver si necesitas novia.

Hombre: Te lo muestro si me muestra el tuyo.

Mujer: De acuerdo. (Pausa).

Hombre: Pero, ¡tú no tienes pipí!... ¿No será que se te cayó y por eso botabas sangre?

Mujer: No. Mi pipí siempre ha sido así.

Hombre: El mío también.

Mujer: Es un delito.

Hombre: Es una boquita. Déjame tocártela.

Mujer: Si te dejas tacar el dedito.

Hombre: Tócalo. (Los dos se tocan. El hombre saca la mano, se huele el dedo y pone cara de extrañado. Vuelve a meter la mano. Vuelve a oler y mete de nuevo la mano). ¿Viste? Se me movió.

Mujer: Y se puso duro. ¿Quito la mano?

Hombre: No, sigue. Me gusta lo que haces.

Mujer: (Trans.) Con que haciendo cochinadas los dos. ¿Quién les enseño eso?... Eres una sucia. Sal de mi casa. A tu mamá se lo voy a decir, para que te castigue por cochina... Y no vuelvas más por esta casa, ¡puta!...y tú...

Hombre: Mamá...

Mujer: Cállate. Eres un mal hijo.

Hombre: Mamá, ¿pero qué hice?

Mujer: ¿Todavía encima preguntas?... Ensuciarte las manos, ensuciarte el alma. Sólo los animales hacen lo que estaban haciendo. El diablo se los va llevar por asquerosos.

Hombre: Mamá, es ella, yo no....

Mujer: Ella y tú son unos depravados sexuales. Camina al escaparate.

Hombre: No, mamá. ¡Al escaparate no!

Mujer: (Lo abofetea). Camina, te dije...y cuándo tu papá sepa lo que has hecho, te va a dar una paliza que recordarás toda tu vida.

Hombre: Mamá, no se lo digas.

Mujer: Cállate y camina al escaparate. La próxima vez que te vea o sepa que has estado haciendo cochinadas, te voy a encerrar en él para siempre.

Hombre: Mamá, no me encierre en el escaparate. Te prometo que nunca más lo vuelvo a hacer. ¡No me encierres, mamá!

Mujer: Has transformado la casa en una cochinería y eso no te lo perdono nunca. ¡Métete en el escaparate! (Hombre se mete. La mujer le da una nalgada y lo encierra). ¡Con llorar no vas a lavar tus porquerías, corrompido!

Hombre: Mamá, no me dejes aquí. La tengo miedo a la oscuridad. Perdóname, mamá.

Mujer: Lo que has hecho no tienes perdón de Dios... Y ahorita mismo voy a hablar con la madre de esa depravada sexual, que seguramente es más puta que las gallinas. (La mujer camina hacia la puerta pero la cadena la detiene. Pausa. El hombre llora. La voz de Mujer se vuelve a transformar). Deja de llorar y sal del escaparate.

Hombre: No.

Mujer: No te quise ofender, ni herir. Pero debes reconocer que los dos no hemos hecho nada en estos diez años. Debemos cambiar la cruz de cada semana. Volvernos diferentes.

Hombre: Ya es tarde.

Mujer: No quiero morir como él.

Hombre: Está escrito, es inevitable. El murió por culpa de nosotros. Todos debemos pagar esa culpa.

Mujer: ¿Tú y yo también?

Hombre: Dije todos. (Pausa).

Mujer: Sal del escaparate.

Hombre: Te dije que no.

Mujer: No te comportes como un niño.

Hombre: Yo no soy un niño.

Mujer: Demuéstramelo.

Hombre: Algún día te voy a demostrar quién soy yo.

Mujer: ¿Cuándo? ¿Cuándo estemos muertos?... ¿Vas a salir o no?... Si no sales, yo entro.

Hombre: No entres. Te prohíbo que lo hagas.

Mujer: ¡Ay! ¡Qué hombre!... ¡Señores, voy a entrar en la jaula del hombre más hombre de los hombres! Si algo me llegara a suceder, cosa que dudo, no llamen a mi viudo, porqué el pobre hombre nunca supo ni mi nombre. A la una... a las dos...

Hombre: ¡No lo hagas!

Mujer: Dos y medio... y...

Hombre: ¡No!

Mujer: ¡Tres! (Entra). Qué oscuridad.

Hombre: ¿No te dije que no entraras?

Mujer: ¿Dónde estás?

Hombre: Lejos, muy cerca. Aquí ni tú ni nadie me podrá alcanzar. Te puedo ver, tocar, insultar e incluso matar.

Mujer: No digas tonterías y acércate, que no te veo nada.

Hombre: Yo sí. Estoy acostumbrado a la oscuridad. No camines en línea recta.

Mujer: ¡Ay, coño!... Me golpeé la cabeza.

Hombre: Te lo dije. Este lugar es un laberinto, donde es difícil encontrar la salida. Caminar en línea recta es fatal. Eso lo comprendí la primera vez que me encerraron aquí.

Mujer: ¿Por qué te gusta encerrarte en este sitio?

Hombre: Es una manera de recordar y escapar.

Mujer: ¿Escapar?... ¿De quién?

Hombre: De todo. Especialmente de ti.

Mujer: ¿De mí o de ti? (Pausa). Esa es la razón de tu encierro... quieres escapar de ti. ¿Qué tengo en esta mano?

Hombre: Una chancleta.

Mujer: ¿Y en la otra?

Hombre: Una correa.

Mujer: Veo que ves muy bien. Si no te acercas, con ellas te voy a pegar.

Hombre: Prueba. (La mujer le lanza la chancleta pero falla). Fallaste. (La mujer da varios correazos). Es inútil, en este lugar nunca podrás pegarme ni alcanzarme. ¿No lo entiendes? Aquí estoy a salvo de ti. Suelta la correa…eso es. Ahora, estira la mano.

Mujer: ¡Te agarré!

Hombre: ¿Quién agarró a quién?

Mujer: ¡Ayy!… Me haces daño.

Hombre: ¿Sí? No me digas.

Mujer: Suéltame.

Hombre: ¿No me querías tener cerca?

Mujer: ¡Ayy suéltame, bruto! (El hombre la empuja fuera del escaparate). Eres una bestia. (Aparece el hombre con zarcillos, sostén, pantaleta, medias con ligueros y zapatos de tacón alto. Tiene la cara grotescamente maquillada y trae un látigo en la mano).

Hombre: El imperio de Bizancio (latigazo) nacido de la división del Imperio Romano (latigazo) tras la invasión de los bárbaros (latigazo) conoció su época de máximo esplendor con el emperador Justiniano (). Pero, quien en realidad gobernaba era “su esposa”, la emperatriz Teodora logró dominar una sublevación palaciega (latigazo). Consiguió que el diácono Virgilio, dominado por ella, fuese elegido “Papa” (dos y tres latigazos). Y cuando Teodora murió el emperador Justiniano abandonó los asuntos del Estado por falta de apoyo o mejor dicho: “de dominio de su mujer” (latigazo) sino su esposa. De actriz escandalosa, de esposa infiel, de su prostituta… ¡a emperatriz! (latigazo).

Mujer: Golpéate, Teodora. Azótate. Siente el placer de estar con un hombre. Golpéate y huele el látigo. Piensa en los gusanos, en perros, en un recién nacido. No te detengas, sigue, no pares. Golpéate, golpéate y pon todos tus sentidos en el látigo. Golpéate y siente el placer del látigo. Teodora… ¡Cómete el látigo!

Hombre: No puedo, no puedo (cae de rodillas y llora. Voz trans.). Mamá ¿por qué me has encerrado?

Mujer: Porque lo que estabas haciendo es malo. No vuelvas a tocar este sucio látigo. Sécate las lágrimas. (El hombre se seca las lágrimas). ¿Ves? Ahora te ves más bella. Te pareces a mi cuando era joven.

Hombre: Mamá, no me vuelvas a encerrar.

Mujer: ¿Me prometes que no volverás a hacer esas porquerías?

Hombre: Te lo prometo, mamá.

Mujer: Júramelo.

Hombre: (Poniendo dos dedos en cruz) Lo juro, por Dios.

Mujer: Y por mí

Hombre: Y por ti, mamá. ¿Puedo ir a jugar?

Mujer: No. Ponte el traje.

Hombre: ¿Otra vez, mamá?

Mujer: Sí, hoy será diferente.

Hombre: No quiero.

Mujer: Hazlo por mí

Hombre: Es que no me gusta, mamá

Mujer: Complace a tu mamá.

Hombre: No, mamá.

Mujer: Eres un mal hijo. Obedece a tu madre. (Le pega con el látigo. El niño corre al escaparate). Ponte el traje. .

Hombre: Sí, mamá (comienza a vestirse).

Mujer: Debes comprender que lo hago por tu bien. Quiero que aprendas buenos modales y buenas costumbres. Mañana me lo agradecerás. Déjame ayudarte. Este traje era de tu abuela. Con él fui a la Iglesia y con él irás tú también. Limpia y pura como fuimos tu abuela y yo al altar. Te ves hermosamente hermosa. Pareces una virgen. Con este traje me recuerdas a la hija que siempre he deseado. Ven, te llevaré al altar. ¿Oyes la música?… Es el Ave María de Schubert. Observa cómo te mira la gente. Todos quieren estar contigo esta noche. No lo dicen, pero lo piensan. Yo sé que lo piensan. De mí pensaron igual. Todos querían romperme el himen, porque era como tú: la virgen más virgen de las vírgenes… ¿oyes?

Hombre: No.

Mujer: Gritan: “Viva la novia” “Viva la novia”. Hija, me siento orgullosa de llevarte al altar pura y casta. Te dije que hoy iba ser diferente. Mira, allí esta tu novio. Tan puro y casto como tú. Sus ojos te ven diferente a esos otros ojos, ciegos. Anda, y que Dios te Bendiga, hija. (El hombre se dirige a un pequeño altar. La música sube. Al llegar al altar se arrodilla). Hija, ¿aceptas a este hombre por esposo? (Pausa). Dí que sí... ¿Aceptas a este hombre por esposo?

Hombre: Sí. (Llora).

Mujer: Los declaro marido y mujer. Ven, hija. Lloras de felicidad, ¿verdad?

Hombre: No lo sé, mamá.

Mujer: Toma (le entrega el látigo). Ha llegado el momento. Tócalo. Te gusta, ¿verdad?

Hombre: Mamá, tú no me dijiste que eso era...
Mujer: Eso era antes. Ya estás casada, ahora lo puedes hacer. El señor y yo te damos permiso. Nadie puede decirte nada…Déjame quitarte el traje. Qué bella eres. Tu piel parece de ceda. Tus senos son firmes. Hoy de señorita, pasarás a ser toda una señora. No tengan miedo. Déjate llevar. No tiembles, relájate abre las puertas guardaré el traje para que lo use tu hija. Cómo pasa el tiempo, parece mentira…ayer eras una jovencita mimada, hoy una Mujer casada y yo pronto seré abuela de una niña. Como pasan los años por este traje y nunca envejece. Anda, comienza…comienza.

Hombre: No puedo, mamá. No puedo.

Mujer: (Trans.) Está bien, Teodora. Haz lo que quieras.

Hombre: ¿De verdad?

Mujer: Sí, hazlo,

Hombre: ¿Me das permiso?

Mujer: Ya te dije que sí.

Hombre: No vayas a mirar.

Mujer: No, no lo haré.

Hombre: La última vez no pude porque estabas viendo.

Mujer: Dejaste la puerta abierta.

Hombre: Entra. (La mujer está en el escaparate). Pásamela, con cuidado. No le hagas daño. (La mujer descubre una muñeca vestida de blanco). Te encerraré con llave, para estar más seguro. (Guarda la llave. Lleva la muñeca cargada como una novia; la sienta en el centro de la cama y la mira).

Mujer: (Trans.) Hijo, ¿dónde estás?

Hombre: Aquí en tu cuarto.

Mujer: ¿Qué estás haciendo?

Hombre: Jugando a ladrón y policía.

Mujer: ¿Viste la muñeca que me regaló tu padre?

Hombre: No.

Mujer: Está sobre la cama. ¿La ves?

Hombre: Sí, qué grande. Es… es casi de mi tamaño.

Mujer: Voy al mercado. ¿No quieres acompañarme?

Hombre: No, mamá. Quiero seguir jugando.

Mujer: Está bien. Pero no vayas a salir.

Hombre: No, mamá.

Mujer: La bendición, mamá

Hombre: Bendición, mamá.

Mujer: Dios te bendiga, hijo.

(El hombre se sube a la cama lentamente, le da un beso a la muñeca, la acuesta y se le monta encima. Canta un gallo).

Mujer: (Trans.) Cómo odio el canto de ese gallo. (Trans.). Hijo abre la puerta.

(El hombre se para rápidamente. Sienta la muñeca. Estira la cama. Le arregla un poco el vestido a la muñeca y abre la puerta del escaparate).

Mujer: (Entra con paquete o bolsa). ¿Para qué trancaste la puerta?

Hombre: Para… para que no entraran los ladrones y se robaran a la princesa.

Mujer: ¿Cuál princesa?

Hombre: Ella (Señala la muñeca).

Mujer: ¿Verdad que es linda?

Hombre: Sí. Mamá dime una cosa: ¿las muñecas sienten?

Mujer: Ninguna. Son simplemente un juguete o adorno. ¿Ves su cara?…Parece feliz sobre la cama. Pero no siente ni dice nada.

Hombre: ¿Puedo jugar con ella?

Mujer: Los niños no juegan con muñecas. ¿Hiciste las tareas?

Hombre: No.

Mujer: Sal del cuarto y ponte a hacerlas.

Hombre: Sí, mamá. (Camina hacia la puerta y se detiene). Mamá.

Mujer: ¿Qué?

Hombre: Ponme el vestido para jugar con la muñeca.

Mujer: Mas tarde. Después que hagas tus tareas. (El hombre sale). Tranca la puerta. (Ve salir al hombre y voltea muy lentamente a ver la muñeca). ¿Adivina lo que te compré?…No, no es un vestido…Sí, una muñeca de trapo. Tu hija. Es igual a ti, como tú eres igual a mí. Ay, está llorando, ¿será hambre?…No, si hace un momento le di su tetero. Ya sé, necesita que la mimen, que le hagan cariño. Todas las muñecas necesitamos de cariño y ternura, para dejar de ser muñecas inertes y frías. Estrecháremos la entre los brazos para darle calor. (Canta): Duérmete mi niña, que tengo que hacer, lavar los pañales, ponerme a coser. (Llora) No me mires así. Y menos tú, hija. Siempre te quise tener. (Llora). La culpa la tuvo tu padre. La primera noche se portó como una bestia. Me dejó en la cama bañada en sangre y sumida en un mar de lágrimas…Y se fue a emborracharse con sus amigos, para celebrar el canto del gallo. Quedé encinta. Mi iniciación constituyó una terrible decepción, una tortura. Nació él y el médico me prohibió tenerte. Eras tú o yo, ¿no lo entiendes?… Tienes razón, hija. Fui egoísta. Hoy tendrías seis años. Perdóname, hija. Perdóname.

Hombre: Mamá.

Mujer: ¿Qué?

Hombre: ¿Puedo entrar?

Mujer: Ya va que me estoy vistiendo. (Coloca la muñeca en el centro de la cama). Cómo me gustaría que fueras tú la que quiere entrar y no él. (Coloca la pequeña muñeca de trapo en el regazo de la muñeca). Pasa. (El hombre entra). ¿Ya hiciste las tareas?

Hombre: Sí, mamá. Ay, tiene una hermanita.

Mujer: Es su hija. Se la trajo la cigüeña.

Hombre: ¿Y dónde está la cigüeña, mamá?

Mujer: Se fue volando a llevar a otra niña.

Hombre: Mamá, ¿yo le puedo pedir un niño a la cigüeña?

Mujer: ¿No te ibas a poner el traje?

Hombre: Sí, mamá. ¿Cuál me pongo?

Mujer: Hoy es viernes. Ponte el de flores.

Voz: Teodora, ¿dónde estás? Sírvame la comida.

Mujer: No te pongas ninguno. Llegó tu padre (camina hacia el escaparate) y borracho como todos los viernes. (Entra en el escaparate).

(El hombre camina hacia la muñeca, la acuesta y mira hacia el escaparate. Se la monta con violencia. Canta el gallo).

Mujer: (Trans.) Cómo odio ese maldito gallo. ¿Lo escuchaste?

Hombre: Sí. (El hombre se para y camina hacia el escaparate).

Mujer: Cada vez que canta me dan ganas de torcerle el pescuezo.

Hombre: Es un pobre animal. No hace daño a nadie.

Mujer: Eso es lo que tú crees. Cada vez que estoy en lo mejor del sueño un canto me sobresaltada y ya no puedo volver a dormir. (El hombre abre la puerta).

Hombre: No te quejes tanto. Las gallinas todos los días están poniendo huevos.

Mujer: Es para lo único que sirve.

Hombre: ¿Y la plata? De la venta de los huevos obtenemos mucho dinero. Guarda la muñeca.

Mujer: ¿Cómo te fue?

Hombre: Como siempre. Divinamente bien.

Mujer: Me alegro. ¿Y ella?

Hombre: Gritaba y gemía de placer. Siete veces. La dejé exhausta.

Mujer: (Levanta la muñeca. La sostiene sobre los brazos. Le levanta el vestido y acerca su cara). Había olvidado tu color. (Canta el gallo). Canta tu victoria, gallo maldito. (Levanta la muñeca). Sobre muñeca como ésta, sin orejas, sin cuello, sin boca, sin vientre, sin corazones. Canta tu victoria, sin palabras de amor, sin besos, sin caricias ni voces. Canta tu victoria cuántas veces quieras, que nuestras bocas, senos, clítoris, vaginas, muslo y corazones, conocen el fracaso de tu victoria y la verdad de tu derrota. (Guarda la muñeca).

Hombre: Cállate.

Mujer: Siempre he estado en silencio. Tu brusquedad del primer día me calló para siempre. Yo nunca había tenido relaciones con un hombre.

Hombre: Alguien dijo: “Nadie sabe hacer, lo que nunca ha hecho”…Tú fuiste mi primera mujer. Tu sangre se mezcló con mi sangre y tu dolor se confundió con el mío.
Mujer: Hace unos años intenté explicarte lo que sentís y me llamaste…

Hombre: Puta.

Mujer: Sí desde ese día hace conocido a escondidas tantos hombres, que ya ni me acuerdo ni me interesa el número.

Hombre: ¡Mentira!

Mujer: Un hombre nuevo no es más que eso…un hombre más.

Hombre: Eso no es verdad. Dime que no es verdad.

Mujer: Lo hacen tan rápido que ni siquiera me entero.

Hombre: Me estás mintiendo.

Mujer: Ayer, cuando te fuiste a trabajar, tocó el timbre el cobrador del teléfono, un viejo de sesenta años. Lo recibí con los pechos al aire. Pensé que se iba a poner nervioso. Me miró y me dijo: “Hoy es una mañana calurosa”. Lamentablemente no puedo andar así   de usted. Puerta en puerta. “Lo hice pasar y sobre tu cama o nuestra cama, el cobrador resultó una maravilla.

Hombre: Todo lo que cuentas es una gran mentira. Lo dices para mortificarme y darme celos. Tú nunca me has engañado con nadie.

Mujer: Es tan cierto como las miles de veces que me has engañado durante estos diez años, entre burdeles, secretarias y jóvenes, para probar tu hombría. Y tú sabes muy bien que es verdad. Lo aceptas porque solamente yo puedo comprender tu problema y lo que más te duele es que estoy a punto de dejarte, por una Mujer. (PAUSA) Sí, Tú me llevaste a esto. Ya no eres mi escudo ni yo tu mampara. Enfrenta tu realidad, que yo enfrentaré la mía.

Hombre: ¡No! (Pausa. Transición). “Pasa, hijo. No tengas miedo. Te felicito, tus notas son excelentes, especialmente en conducta y catecismo. Mereces un premio. Vamos, entra. No te voy a castigar.” Padre, pero este es el cuarto de los… de los pecadores. “Tú comportamiento ha dejado este cuarto limpio de pecado.” (Trans.). Las cien llaves cerraron la puerta. Colocó la palmeta sobre el altar. Sacó el hostiario. “Este es tu premio. Yo sé que te gustan. El monaguillo me dijo que tú te las robas de la Sacristía.” Padre, yo no…” No importa, hijo. Es un pecadillo sin importancia. Toma, cuántas quieras. ¿No le has contado a nadie lo que ocurre en este cuarto?” No. Padre. “Toma el hostiario” Mientras comía me acarició la frente, el cuello. Me abrió los botones del pantalón y metió sus manos sudorosas. Quise correr, pero las piernas no me respondieron. Se arrodilló lentamente y me bajó los pantalones. Su barba hincaba mis piernas. De repente, volteó mi cuerpo tembloroso, se levantó la sotana y todo se hizo negro. “Cómete las hostias, cómetelas.” Se levantó con dificultad y corrió hacia el altar. Alzo la palmeta hacia Jesús de Nazaret y gritó: “Ahora estas libre de pecado. Tu purificación ha sido concebida por mí. Nadie puede saber que te he purificado. Si tu boca dice algo, serás excomulgado y pasarás a ser un pecador y vagarás por los siglos, sin conseguir la paz eterna.” Salí en silencio del cuarto de las sombras de los muertos.

Mujer: Ese cuarto se parece a este cuarto. Un cuarto donde el deshecho humano, camina sobre la tumba de las frustraciones.

Hombre: Dios, ¿dónde estás?

Mujer: Dios está en ti… y sólo tú puedes expulsar todos los deshechos que frustran tu verdad.

Hombre: ¿Yo? ¿O él? (Señala hacia algo que está cubierto con una sábana).

Mujer: Me había olvidado de él.

Hombre: Todos nos hemos olvidado.

Mujer: Es que hoy no huele mal.

Hombre: Ayer lo bañé con agua de olor. Le limpié sus heridas con alcohol y agua oxigenada y le puse naftalina. ¿Qué hora es?

Mujer: La hora de vestirse.

Hombre: O la hora de aparentar lo que somos.

Mujer: ¿Qué traje quieres?

Hombre: Cualquiera. Da lo mismo.

Mujer: (Saca un pantalón y un paltó negro. Una camisa blanca, una corbata negra y un vestido de novia negro). Toma y ponte el pantalón bien puesto. (El hombre la mira. Se pone la camisa. Se quita la cadena. Se pone el pantalón y luego la corbata y el paltó. Se pasa la mano por el cabello). ¿Quién más viene?

Hombre: Creo que más nadie.

Mujer: .Es triste, ¿no?

Hombre: No. Esto se sabía.

Mujer: ¿Tienes miedo?

Hombre: Algo. ¿Y tú?

Mujer: Mucho. Es la Primera vez que lo voy a ver. ¿Cómo es?

Hombre: Como una luz sin sol. Como una luz sin entre la vida y la conciencia, con  un destino común; nosotros.

Mujer: Súbeme el cierre. Busca lo que necesitamos. (El hombre busca un rosario que se lo da a la mujer. Un libro negro para él. Una vela para cada uno. Las prende. Se oye una música celestial). Bien, vamos. (Rodean la sábana y van descubriendo una urna negra. Se quitan las cadenas de los pies y cada uno se coloca una cadena que va unida a la urna. Colocan las velas sobre la urna).

Hombre: (Abre el libro) En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dios te salve, María. ¿Por qué lo hiciste?

Mujer: Era un ser deforme y mentalmente amorfo.

Hombre: Llena eres de gracia... ¿Cómo fue?

Mujer: No aceptaba ser como era y trató de chocarme. Lo golpeé con nuestra cadena, hasta verle saltar los sesos.

Hombre: El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres... ¿Qué sentiste?

Mujer: El orgasmo más grande de mi vida.

Hombre: Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. ¿Crees que has actuado conforme a la ley?

Mujer: Creo en Dios Padre, creador del Cielo y de la Tierra.

Hombre: Entonces, ¿qué haces aquí?

Mujer: Al verte muerto quise ocultar mi crimen y te lancé desde la azotea, con tan mala suerte que tu cuerpo se llevó al mío.

Hombre: ¿No sería que querías seguirme?

Mujer: Tal vez, no sé (Toma la vela y se la pone en la cara).

Hombre: (Trans.) Sí, sabes. Lo seguiste durante varios días del trabajo a su casa y de su casa al trabajo. Te vieron. Tú lo mataste.

Mujer: Yo nunca lo conocí. Ni siguiera lo había visto.

Hombre: Y por qué lo seguías a todas partes.
Mujer: Yo jamás lo seguí. ¿Cómo puedo seguir a alguien que no sé quién es?

Hombre: Él dijo varias veces en su trabajo y en una reunión muy importante, que alguien lo seguía. Nadie le creía. Pero, testigos afirman que tú lo seguías.

Mujer: Yo no era.

Hombre: Sí eras. Todos te han identificado. Tú todos los días lo seguías.

Mujer: Se lo juro. Nunca lo seguí. Y si lo hice fue por pura coincidencia, es como... caminar por las calles y seguir a alguien sin darse cuenta. ¿Usted me comprende?

Hombre: No complique las cosas para usted, dígame ¿quiénes eran sus cómplices y quién le dio la puñalada?

Mujer: ¿Qué puñalada?

Hombre: No sé haga la que no sabe. La puñalada que le clavaron en la espalda.

Mujer: No sé de qué me habla.

Hombre: Yo sí. Venga, acérquese a la urna. ¿Sabe quién es?
Mujer: No. No puede ser. No.

Hombre: Sí. Es usted. No respondió al interrogatorio y tuvimos que colocarla en esa                            urna. Aquí nadie la golpeó. La autopsia reveló muerte por ingerir una cantidad excesiva de pastillas para dormir.

Mujer: No, ésa no soy yo. Yo soy María de Silva. Nací en 1954, en Munich. Al año mis padres me trajeron a este país, porque ellos nacieron aquí. El número de mi documento de identidad es...

Hombre: Su identificación la conocemos perfectamente.

Mujer: Yo no puedo ser ella. Yo estoy viva.

Hombre: Esa urna dice todo lo contrario. Además su muerte no nos interesa. Sólo                            queremos saber quienes eran sus cómplices. Trate de recordar qué sucedió el viernes 4 de abril a las 5 de la tarde de 1983.

Mujer: Puñalada, cómplices, recordar, ¿recordar qué?...Yo estaba en mi casa. Mi marido lo puede atestiguar.

Hombre: Los muertos no atestiguan. Su marido está muerto.

Mujer: ¿Muerto?

Hombre: Muerto, velado y enterrado.

Mujer: Usted me está mintiendo. Ese viernes regresó a las seis de la tarde, cenó y se                        acostó a dormir. Al día siguiente se levantó como todos los días.

Hombre: Eso es imposible.

Mujer: Usted me confunde. Hace un momento hablé con él.

Hombre: Habló con su sombra y sólo los locos hablan con las sombras. ¿Quienes eran sus cómplices?

Mujer: El único cómplice que he tenido en mi vida ha sido él. (Trans.) Me duele la                        muela.

Hombre: Te he dicho mil veces que vayas al dentista.

Mujer: Dame una pastilla.

Hombre: Hace Un rato tomaste la última.

Mujer: Me duele la muela.

Hombre: Si quieres te doy una pastilla para dormir. El sueño quita todo tipo de dolor. (Saca un frasco). Estas pastillas son el mejor invento de este siglo. Te relajan, te tranquilizan y duermes profundo.

Mujer: No quiero dormir.

Hombre: Entonces, jódete con tu dolor de muela.

Mujer: Ay, como me late. Es un dolor agudo y penetrante. A veces me provoca clavarme una aguja. Mírame la muela. El hueco es cada día más grande. Mírame.

Hombre: Sabes muy bien que no me gusta mirarte las muelas.

Mujer: Yo lo sé. Pero siento un alivio cada vez que me las miras. (El hombre le mira la muela). ¿Cómo la ves?

Hombre: El hueco es grande, profundo y negro. Tienes que ver lo más rápido posible un dentista o perderás la muela.

Mujer: Tócamela con el dedo. (El hombre lo hace). ¿Qué sientes?

Hombre: La muela.

Mujer: ¿Y qué más?

Hombre: Tu saliva.

Mujer: ¿Nada más?

Hombre: La tienes partida.

Mujer: ¿Y no sientes el dolor?

Hombre: ¿Cómo voy a sentir tu dolor? (Saca el dedo y lo mira).

Mujer: Sintiéndolo. (Se mete el dedo). Yo lo siento, lo palpo y a veces el contacto de mi dedo me calma el dolor. Otras veces me produce más dolor y me provoca morir. Menos mal que existen las pastillas. ¡Ay!... cómo duele.

Hombre: Mete la cabeza en agua bien helada.

Mujer: ¿Eso lo quita?

Hombre: Parece que sí o por lo menos lo calma.

Mujer: Tráeme agua.

Hombre: ¿A quién le duele la muela, a ti o a mí?
Mujer: Cuándo viajes no te voy a ayudar. La otra vez volaste muy lejos. Estuviste a punto de morir. Regresaste porque yo te ayudé. (Saca una ponchera con agua. La coloca en el centro). Si te hubieras visto. Llorabas como un niño. Juraste que nunca más lo volverías a hacer. Al día siguiente volviste a viajar.

Hombre: Viajar es trascender. Alarga lo limitado. Las formas se difunden buscando                            sus verdaderas formas. Los colores te impregnan de armonía. Los sonidos se transforman en las palabras, y las palabras en música. Viajar hace más profundo el tiempo, el placer y llena el alma.

Mujer: ¿Cuál alma? ¿Tú tienes alma?... ¡Ay! Qué dolor.

Hombre: (Trans.) (La agarra por el pelo y la sumerge en la ponchera). Y te seguirá doliendo si no dices la verdad.(La saca). Lo hiciste, ¿sí o no?

Mujer: No.

Hombre: Eres terca como una mula. Pero, yo te voy a hacer hablar. (La sumerge y la saca).  ¿Qué pasó el 4 de abril?

Mujer: No sé.

Hombre: (La sumerge). Sí, sabes. En el puñal estaba tus huellas. Confiesa tu crimen. ¿Qué pasó el 4 de abril de 1983?

Mujer: Murió a las tres de la tarde.

Hombre: ¿Lo mataste? (Pausa. La sumerge y la saca). Di que lo mataste.

Mujer: Le di una puñalada por la espalda.

Hombre: ¿Quiénes eran tus cómplices?

Mujer: Su sombra y mi sombra. Su yo y mi yo.

Hombre: ¿Dónde y cuándo lo planearon?

Mujer: En la cama, después de la primera noche de bodas. Hace exactamente diez años.

Hombre: ¡Asesina!... ¡Asesina! (La sumerge y ella queda como muerta. Pausa). ¿Qué sientes?

Mujer: Nada. El dolor ahora es más fuerte. Casi el doble.

Hombre: Tómate esto. (Le da pastilla).

Mujer: ¿Qué es?

Hombre: Es la llave al paraíso. Con ella tu dolor te transportará más allá del sufrimiento y sentirás en realidad lo que es el dolor.

Mujer: ¿Tú no vas a tomar?

Hombre: Esta mañana me tomé la mía. (La mujer traga la pastilla y bebe agua de la ponchera). ¿Qué hay para comer?

Mujer: Huevo. ¡Ay! Cómo duele.

Hombre: ¿Nada más?

Mujer: Hay escasez de todo. Hasta los huevos escasean. Afortunadamente tenemos                        gallinas y ese maldito gallo. ¡Ay! Este dolor me va a volver loca. ¿Cuantos quieres?

Hombre: Dame cuatro.

Mujer: ¡Uhh! tienes hambre. ¿Cómo los quieres?

Hombre: Duros.

Mujer: Lo sabía. No sé porqué te lo pregunté. (Saca varios huevos; cuatro los tira en la ponchera). Conozco tu gusto. Pero esa maldita manía de preguntar lo qué sé, no me la puedo quitar. Quizás lo hago por hablar o por oírte hablar. No, yo creo que es para saber que no estoy sola. Yo como siempre comeré ¨tortilla¨. ¿Tú nunca le has abierto un agujerillo a un huevo, para chupar su interior?

Hombre: No.

Mujer: Yo sí. Es como...

Hombre: ¿Te puedes callar?

Mujer: Pero, ¿qué dije?

Hombre: Nada. Tú nunca dices nada. Hablas por nada, piensas por nada, actúas por                            nada. Te quejas por nada, lloras por nada y eres una mujer de nada.

Mujer: Para tu información hay quien piensa lo contrarió.

Hombre: ¿Gente?

Mujer: Hombre. Sí, como lo oyes. Hombres que me dicen que soy una mujer. Hombre que no entienden que hago con un hombre que no es un hombre. ¡Ay! Cómo duele... ¿Cuándo comienza el efecto?

Hombre: Aquí no hay hombres. Si los hubiera él no habría muerto.

Mujer: ¿Qué quieres decir?

Hombre: Qué a "él" lo matamos todos...con nuestra cobardía, con nuestro miedo, con nuestra indiferencia, con nuestra falta de bolas. ¿Hombres? Nómbrame uno y te doy un premio. (Pausa). Me duele la espalda. Debe ser tu peso o el peso de "él".

Mujer: ¿Quieres que te dé un masaje?

Hombre: Bueno.

Mujer: ¿Completo?

Hombre: No.

Mujer: Quítate la ropa.

Hombre: Para qué sólo me duele la espalda.

Mujer: No pensarás que te voy a dar un masaje en la espalda con paltó y camisa. (El hombre se quita el paltó. Intenta quitarse la camisa).No te quites la corbata. Me gusta sentir que te queda algo. Algo que te aprieta y no puedes desatar.

Hombre: También me quedan los pantalones.

Mujer: Eso no quiere decir nada. Las mujeres también llevamos pantalones y casi todas sabemos llevar muy bien. (El hombre afloja el nudo de la corbata). Acuéstate. Relájate. Abre las piernas. (La mujer se arrodilla entre las piernas del hombre y comienza a masajear). ¿Leíste el periódico?

Hombre: No.

Mujer: La putrefacción está a la arden del día. Todo apesta. Parece que es una epidemia que se propaga velozmente. Nadie se salva. Los médicos dicen que no hay acuna contra ese mal y que es peor que el cáncer. Las páginas internacionales anuncian la guerra para este año y las causas será el Hombre y Los doscientos y tantos millones desempleados. Relájate. Tienes la espalda dura y el cuello tenso. Esta mañana después que canto el gallo no quisiste oír mi sueño.

Hombre: Tenia hambre. El sueño de la noche me produce mucha hambre.

Mujer: ¿El sueño? ¿O el gallo?

Hombre: Los dos. Bueno, dime ¿qué soñaste?

Mujer: Un sueño muy extraño. Ahora no lo recuerdo muy bien, pero era horrible. ¿A ti no te pasa que sueñas cosas raras y luego no te acuerdas?

Hombre: Sí. Me ocurre con frecuencia.

Mujer: ¿Por qué será?
Hombre: Pregúntaselo a un psicólogo.

Mujer: Si uno durante la noche sueña, lo que sea, debería recordarlo al despertarse o durante el día. Es una cosa de lógica, ¿no?

Hombre: Los sueños no tienen lógica.

Mujer: Hay sueños que sí. Una vez soñé que mi padre había muerto y la única que faltaba en el funeral era yo. Al día siguiente me confirmaron la noticia. Otra vez soñé...
Hombre: Oye, me vas a contar todos tus sueños o el sueño que soñaste anoche, ah?

Mujer: Está bien. Déjame recordar... ¡Ajá! Comenzaré por el principio. ¿Recuerdas que anoche no podía dormir?

Hombre: Sí.

Mujer: (Trans.)  Cuéntame un cuento de esos que tú sabes contar.

Hombre: Tengo sueño, Déjame dormir.

Mujer: Y te dormiste. Y yo quedé sentada en la cama viendo pasar la noche. Como a eso de las cuatro de la mañana creo que me dormí, porque todo se volvió negro. De repente, me vi delante de la cama. Los dos dormíamos y tú roncabas, era como si me hubiera desprendido de mi cuerpo. Una luz brillante, como una aureola, lo rodeó, la luz atraía y ví dentro de mi cuerpo de este alguien estaba otro y dentro de este otro, otro, otro y otro y así sucesivamente. A medida que veía a las personas que vivían en mí, me fue entrando miedo. Quise despertar, pero no pude.- entonces me vi otra vez viéndome a mí misma y apareció de nuevo la luz y las personas que vivían en mí. La luz me envolvió y entré dentro de los seres que estaban dentro de mí. Todos eran diferentes: había una niña que lloraba y dentro de ella estaba una culebra con ojos de fuego. Dentro de la culebra había una vieja que reía y dentro de ella un anciano que gritaba y dentro del anciano un niño que gemía y dentro de él un que gruñía ferozmente y dentro de este animal estaba una Mujer pariendo y de sus entrañas salió una cucaracha que tenía la cara mía. Llena de sangre caminó hacía a mí y me saltó sobre lasa piernas. Quise quitarme la cucaracha ensangrentada de mi sexo y me ví transformada en un Hombre, grité y llore de felicidad. De repente se abrió la tierra y caí por un hueco que no tenía final y aparecieron cosas y más cosas. No sabía que eran pero me hacían gritar. Un sonido estridente. Detuvo mi caída y llegué a un sitio donde la oscuridad era clara y la claridad oscuridad. Comencé a temblar y el miedo se hizo presenta y grité con todas mis fuerzas y desperté mojada y llorando... y no quisiste escuchar mi sueño... (Pausa. Trans.).  ¿Qué sientes?

Hombre: Un alivio. Tiene unas manos de dioses.

Mujer: No te pregunto eso. (Se le monta encima). Si no ¿qué sientes con otros?

Hombre: Eso no te importa. (La empuja) Mi cuerpo es mi cuerpo y con él hago lo que me da la gana.

Mujer: No te pongas así. Te lo pregunté por curiosidad. ¿Sabes lo que pienso de nosotros?

Hombre: No me interesa.

Mujer: Somos dos neuróticos, frustrados, melancólicos, desolados. Dos debilidades que se hunden en brazos iguales, para surgir podridos. El olor que despedimos, ni nosotros mismos lo soportamos. Somos un sueño lleno de pesadillas, cada imagen nueva es más desagradable que la anterior. No hay dolor más grande que nuestro dolor. ¿Qué hacer? Me pregunto. Es duro caminar tan ajados y malolientes, cuándo se tienen las facultades que tenemos. Dios mío, ¿qué hemos hecho? (Trans.) Se me quitó el dolor de muela. Esa pastilla es una maravilla... ¿te sirvo los huevos?
Hombre: No. Déjalos que se pongan más duros.

Mujer: ¡Ah! ayer llamó tu mamá. Preguntó que como estábamos. Yo le dije que bien y como siempre me dijo: ¿Hasta cuándo van a seguir esperando? Me voy a morir y no voy a conocer a mi nieta.¨...cada vez que me pregunta eso, me provoca decirle: ¡es que su hijo es un maricón!

Hombre: Impotente.

Mujer: Perdón, señora: ¿impotente?... ¿Seguro?

Hombre: Seguro.

Mujer: Seguro está el cielo que no lo caga zamuro.

Hombre: Cada vez que dices un refrán, me sacas la piedra. Tus refranes no van arreglar nuestra situación.

Mujer: Este es el primero que digo en el día.

Hombre: Y espero que sea el último. Ayer me ibas volviendo loco a refranes.

Mujer: Está bien. Si eso te molesta no diré ninguno más. ¡Fó! Qué hediondez.

Hombre: Ayer cuándo le limpiaba las heridas se estaba hinchando, seguramente reventó.

Mujer: ¿Cuándo lo vamos a enterrar?

Hombre: Cuándo le den un sitio en el cementerio. Los de la funeraria dicen que esta semana sacan a uno para meterlo a él.

Mujer: ¿Y si no lo sacan?

Hombre: Se pudrirá aquí. Su olor se confundirá con el de nosotros.

Mujer: La fetidez es insoportable. Si no hacemos algo vemos a agarrar una infección.

Hombre: Si. Se está abriendo por varias partes. Acércate para que lo veas.

Mujer: No.
Hombre: Vamos, acércate. No seas miedosa.

Mujer: (Se acerca). Qué horrible está. Parece que va a reventar. Tú me dijiste que era como una luz sin sol.

Hombre: Es como una luz sin sol. Lo que ocurre es que no quieres aceptar la muerte. Ella...

Mujer: Es un horrible cadáver y sólo eso.

Hombre: Mira esa herida. Parece una llaga.

Mujer: ¡Ahhhgg! Le sale pus por todas partes. Mira le está saliendo sangre por la nariz.

Mujer: ¿Cómo puedes tocarlo?

Hombre: No le tengo asco. Viví tanto tiempo en él.

Mujer: Yo también viví en él, pero no podría tocarlo... Además su olor me produce náuseas. 

Hombre: No puedes tocarlo y te produce náuseas. Pero querías verlo

Mujer: No te niego. Era la curiosidad de saber cómo es. Mira como se abre esa herida. (Le dan ganas de vomitar). ¡Ahhhgg!... Qué olor. (Saca el desodorante de ambiente y desodoriza alrededor de la urna).

Hombre: Siendo un placer cuando revienta. Le están saliendo gusanos.

Mujer: Para ver. Como come.

Mujer: Toma. Al ritmo que van lo dejaran seco en unos días.

Hombre: ¿Ves esta herida?

Mujer: ¿Cuál?

Hombre: Esta. La más larga.

Mujer: Sí, es profunda.

Hombre: Se la hicieron los cabezas de huevo.

Mujer: ¿Los qué?

Hombre: Los calvos, los inteligentes. Esta otra se la hicieron los cazadores de brujas.

Mujer: Allí le falta un pedazo.

Hombre: Se lo arrancó un lobo.

Mujer: ¿Cuántas heridas tiene?

Hombre: No sé. El otro día quise contárselas, pero el olor me lo impidió. Si lo vieras por detrás... Casi se lo comieron.

Mujer: ¿Quiénes?

Hombre: Los caribes, las moscas, los zancudos, las cucarachas, los piojos, las garrapatas, las pulgas, los parásitos. Se unieron en grupos y le cayeron a traición.  De frente perecía estar bien, pero por detrás estaba comido.

Mujer: ¿No se defendió?

Hombre: No. Nadie lo defendió, ni nosotros... (Cierra la urna). Pásame la camisa y el paltó.

Mujer: ¿Te sirvo la comida?

Hombre: No. Se me quitó el hambre.

Mujer: (Le entrega la camisa y el paltó). ¿Piensas salir?

Hombre: Sí.

Mujer: ¿Adónde?

Hombre: A comprar el periódico.

Mujer: Ya te leí las noticias. ¿Para dónde vas?

Hombre: Tengo una cita.

Mujer: ¿Con quién?

Hombre: Tú sabes con quien.

Mujer: No quiero que vayas.

Hombre: ¿Por qué?

Mujer: Tú sabes porque. Todavía no hemos terminado.

Hombre: ¿Lo dices por él?... Quédate con tu muerto, yo no lo maté.

Mujer: No, no lo mataste, pero eres tan culpable como yo. (Viendo la urna).

Hombre: (El hombre sale corriendo y la cadena de la urna lo tira al suelo). Está bien, terminemos con esto.

Mujer: Yo sabía que no te irías.

Hombre: Regresé porque me dio la gana. (Canta el gallo).

Mujer: (Corre al proscenio). Canta, gallo maldito, que no despertarás la noche eterna. Esta noche es para siempre y tu canto en canto queda.

Hombre: (El hombre camina hacia al proscenio con una vela encendida). En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Estoy enfermo como nunca lo he estado.

Mujer: Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del Cielo y la Tierra.

Hombre: Vivo rodeado de fantasmas, de interrogantes, de enigmas que provienen unos, de lo más profundo de mi ser, otros han surgidos durante mi existencia.

Mujer: Y en Jesucristo, su único hijo, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.

Hombre: He mirado alrededor mío para descubrir el misterio. He penetrado dentro de mí, para encontrar las angustias de mis angustias. He visto espejos que reflejan mis frustraciones. Vi a los vivos muertos y a los muertos vivos. El hambre se tragó la boca. La carne se derritió. Los ojos saltaron. Los sesos se desprendieron. Ríos de sangre cubrieron mi cuerpo. ¡Dios te salve María! (Le da una puñalada por la espalda a la mujer. Ésta abre los ojos y mira la muerte sin comprender su presencia. El hombre, mientras la ve morir, retrocede enloquecido hacia la urna y la abraza). Las ranas no tienen pelo.  El gato se comió al ratón. Mamá, ponme el traje de novia. Pónmelo, mamá. Estás dormida o te duele la espalda. Sana, sana, culito de rana, tres peitos por la mañana, si no te curas hoy, te curaras mañana. Levántate, mamá levántate. (Canta el gallo, la luz comienza a bajar y la oscuridad se hace dueña del cuarto de los espejos). Mambrú de fue a la guerra, que dolor, que dolor, que pena... Mambrú se fue a la guerra y no sé cuándo vendrá... do re mi... do re fa...


RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS DE AUTOR. Cualquier reproducción o representación parcial o total, por medio literario, audiovisual o teatral sin autorización del autor o sucesorio, queda sometido a las penalidades que estipula la Ley de derecho intelectual.