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Especialista en Teatro Venezolano

martes, 17 de abril de 2012

José Jesús González




PLAZA
DE
TOROS

 
A Manuelito, allá en la “eternidad”
T.Q.M.





Personajes por orden de aparición:


ENMANUEL

NOVIA

MADRE

TIA

CURA

PRIMO

MONJA

NOVICIA

MONAGUILLO

AMIGA

AMANTE

PADRE



ENMANUELL: (Voz en Off) El dos es él número... felicidad, fatalidad, ambas... la verdad de la verdad, la mentira, los sueños, la realidad eterna, eterna a instantes y a instantes eterna... Ahora estoy aquí tan cercano a la vida como a la muerte, como un ángel, como algo pasajero que logró redimir a los desesperados y propuso esperanza al desamor... eso soy yo, algo etéreo que logró ser lo que quiso... una velocidad y un instante en silencio, la eternidad fundida en la juventud etílica y una eterna  soledad presente en los cuartos de un hogar roto por la mentira eterna de los recortes de prensa. Una sociedad corrupta, a imagen y semejanza de los dioses griegos en bacanales... una frontera de hechizos desesperados por una dama eterna... “madre”. Ni años, ni tiempo, ni música, nada, eso es la nada, ese vacío tan peligroso de esa mañana de abril que no recuerdo porque no fui al encuentro, lo leí en las páginas rojas como el capote, como esa estampita del ángel de la guarda que alguien o algo coloco en mi mano derecha... Esa es mi historia inentendible, indescifrable, violenta como la vida, la otra vida, la mía, la de ustedes, la de ambos; es teatro, pareciera... ¡Voy! Se me hace narración... ¡Voy!, no me griten... ¡Voy!, un momento, voy, voy, voy, voy... Ya no se desesperen, ¿nos les basta con mi vida?



ESCENA I


La escena se abre con telón arriba. Lentamente aparecen los pies descalzos de un joven vestido de negro, en sus manos lleva una capa roja y, a medida que la luz sube su tono, él va agitando el capote aceleradamente, cae al suelo. Oscuro total.

En escena, iluminado un plano con dispositivo de dos puertas de madera que se abren. Aparecen dos mujeres de disímiles edades. A su derecha una de aproximadamente 50 años con ropa interior negra, a su izquierda una joven hermosa de 20 años con ropa interior blanca;  abren sus puertas y se detienen a unos pasos de estas; seguidamente desde arriba les comienza a caer lluvia que recorre todo sus cuerpos. Las dos mujeres se iluminan cada una con un cenital mientras se oye el llanto lejano de la joven.

MADRE: Es el llanto eterno de la desesperanza.

NOVIA: Lo afirma usted.

MADRE: Lo dice la vida.

NOVIA: La de, él, que a momentos fue mía.

MADRE: ¿Por qué lloras?

NOVIA: Por el dolor, ¿es poco?
MADRE: Lo sé,  pero no  es comparable.  ¿Cómo está?

NOVIA: Igual... hermoso...  intacto.

MADRE: ¿Logras verlo?

NOVIA: SÍ, sí, provoca llevárselo a casa.

MADRE: A la mía.

NOVIA: Tal vez, no es prioridad.

MADRE:  ¿Ahora, cómo quedo yo?.

NOVIA: Sumergida en el dolor.

MADRE: No me lo recuerdes.

NOVIA: Tan pronto, tan pronto.

MADRE: No me lo recuerdes.

(Se oye a Emmanuel)

ENMANUEL: ... Madre... Madre.

NOVIA: Es él...  la llama.

MADRE: Siempre lo hará, el dolor será eterno.

NOVIA: Como una música prendada en el corazón.

ENMANUEL: ... Madre... Madre.

MADRE: ¡Es él otra vez!

NOVIA: Nos seguirá en la eternidad.

MADRE: Seguiremos en oración.

NOVIA: ¿De qué vale?

MADRE: Soy yo la que debería renegar. Fui yo quien debió tomar su lugar, soy la madre.

NOVIA: ...Sigamos.

MADRE: Alcánzame los salmos.

ENMANUEL: ... Madre... Madre.

MADRE: Está presente mi niño, siempre te tendré presente.

NOVIA: Dios mío. Tengo el dolor en las piernas.

MADRE: Y yo en el alma. (Música - oscuro)





ESCENA II

Se abre la luz, un atardecer. Aparecen en escena Enmanuel y su novia en bicicletas de reparto, en las cestas de las bicicletas llevan regalos.

NOVIA: (Sonriente) Tú... sí... tú.

ENMANUEL: ¿Yo?

NOVIA: Sí, eres un loquito.

ENMANUEL: Eso lo dijiste tú, está bien, soy un loco... loco de amor... loco, loco, loco...

NOVIA: Cállate que nos van a oír.

ENMANUEL: ¿A oír?, estamos muy lejos.  Ahora la loca eres tú. Está bien, somos un par de locos.

NOVIA: Traje todo, cierra los ojos.

ENMANUEL: Cerrados están.

NOVIA: Eres un tramposo.

ENMANUEl: Tramposa tú,  que me robas de amor.

NOVIA: ...Mentiroso.

ENMANUEL: ¿Mentirte yo?... ¿Me crees capaz?

NOVIA: ¡Ay! corderito, como si no te conociera.

ENMANUEL: Como nadie, lo sabes bien, me tienes atrapado.

NOVIA: ¿Atrapado?

ENMANUEL: Si y  lo sabes bien... ¿Me vas a dejar toda la tarde con los ojos cerrados?

NOVIA: Está bien, ábrelos ya.

ENMANUEL: Es una botella de vino.

NOVIA: Aquí están las copas, quiero brindar por...

ENMANUEL: …por estos 5 años de novios.

NOVIA: Aunque sea a escondidas.

ENMANUEL: La gente lo sabe.

NOVIA: Pero no lo aceptan.

ENMANUEL: Sólo a nosotros nos importa.

NOVIA: Importa a todos... y lo sabes, sabes porque nos miran, nos señalan, murmuran y nuestras familias....

ENMANUEL: Nuestras familias se acostumbrarán.

NOVIA: Pero son años de odio.

ENMANUEL: Eso se terminará, lo presiento. Silencio...
 Adivina,  adivinador, ¿qué tengo en mis manos?

NOVIA: No juegues,  esto es serio.

ENMANUEL: Estos años también los son, te toca cerrar los ojos. ¿Que tengo en mis manos?

NOVIA: Eres un copión.

ENMANUEL: Ciérralos, anda... no, así no, eres una tramposa...  Ya  puedes abrirlos.

NOVIA: ¿Qué es esto?

ENMANUEL: Si no lo abres no podrás saber qué contiene.

NOVIA: … ¡Mi paraguas!... ¿Cómo sabias que lo quería?

ENMANUEL: Soy tu brujo.

NOVIA: Es hermoso, ¿cómo  lo adivinaste?, si apenas ayer lo vi en la vidriera, ¿me estás persiguiendo?

ENMANUEL: Siempre estaré presente.

NOVIA: Es tan delicado.
ENMANUEL: Como tú, como tus manos, como tus labios, como tu cuerpo.

NOVIA: Enmanuel,  aquí no.

ENMANUEL: No vendrá nadie, esto está muy solo, siempre ha estado solo. Anda déjate besar, un poco, solo un poco.

NOVIA: Habrá tiempo Enmanuel, habrá tiempo.

ENMANUEL: No creo en el tiempo, mi niña, tú eres mi tiempo.





ESCENA III

Se desvanece la luz. Entra a escena la tía mientras la madre se encuentra rezando.

TÍA: ¡Ay me agarró...! Me tocó, es la segunda vez que lo hace, me toca, me amapucha, me sofoca, me dispara la tensión  con esas manos pecaminosa... ¡Dejaaaaaa!

MADRE: ¿Te toca? Crees tú que te toca,  son imaginaciones tuyas, aquí no hay más nadie.

TÍA: Sí, me toca...Él me toca... así poco a poco, luego más rápidito, por aquí, por allá por acullá.  ¡Ay! ese si es sinvergüenza... ¡deja! ... Hermana deberías de regañarlo.

MADRE: ¿Regañarlo yo? Déjate de inventar historias, lo que tú ves no existe.

TÍA: Deberías dejarte tocar también, tienes años que nadie te toca, ese hombre tuyo lo que hace es viajar por esos pueblos, ama al pueblo más que a ti.

MADRE: Deja de hablar pistoladas que estás muy vieja para la gracia.

TÍA: ¿Vieja para la gracia? Agradecida estoy por esa tocadita  tenebrosa, ese reencuentro con las carnes… esas carnes del pecado, de la lujuria, un acto de pecado, un despilfarro de pecado.

MADRE: ¡Pecadora!...  mentirosa, no pareces mi hermana ¿qué diría nuestra madre?, que en paz descanse.

TÍA: Que brille para ella la luz perpetua... amennnnn... ¡Ay, ay!, me tocó, lo ves, ¿ves que me toca, lo ves? Allí está, ¡deja...! estoy exhausta,  he recorrido todo el pueblo agarrada de la mano de mí  novio.  El novio de todas las del pueblo... porque tengo novio... ¡déjame tranquila!, mira... sí tengo novio  y es el cura, vamos a estar juntos en estas fiestas de Nuestra Señora de las Mercedes.

MADRE: Deja de blasfemar, que si te oyen, dirán que estás loca.

TÍA: ¿Loca yo? Locos ellos que no sueñan... locos los locos... locos los que se creen locos... loca tú... loco el cura que me pretende... loco Dios de crear esta hermosa humanidad. Qué más loco que el torero que enfrenta a su adversario en el ruedo, ¡Ole toro!... loca la vida, esa si es loca. ¡Ole toro!

MADRE: ¿Fuiste otra vez a la corrida? Odio esas fiestas patronales, sólo traen desgracias. Este pueblo no entiende de esas cosas, además quién dijo que en este pueblo friolento hallan buenos toros.

TÍA: De lejos se ve hermosa... esa plaza, ese ruedo, esos hombres con esos trajes de luces, y el capote rojo... me encanta el rojo, arde de pasión.

MADRE: Eres tú quien le mete esas ideas de ser torero a Enmanuel. Deja de inculcarle palabras, ideas erradas.

TÍA: ¿Palabras? (Ríe desesperadamente)…mis palabras son mías, mías son mis palabras, palabras, las palabras...

MADRE: Deja de correr que me pones mareada.

TÍA: Mareada estás  desde que naciste. Corre, corre, vamos al ruedo, vamos a gozar... tú no.






ESCENA IV

Todos los hombres se encuentran en escena tomando cervezas, con música festiva (preferiblemente ranchera) y jugando bolas criollas.


CURA: Te toca a tí.

ENMANUEL: ¿A mí? Fuiste él último.

CURA: Joder, que se me ha olvidao... los años, hijo, no perdonan.

ENMANUEL: Últimamente se le olvidan muchas cosas y usted sabe a qué me refiero.

CURA: Olvida esa locura, yo no pretendo realizar esa ceremonia. La hago y sus  padres me matan. Además están ocupados con las elecciones y no les quiero traer un enfrentamiento más.

ENMANUEL: No podrán hacer nada, ambos lo respetan  mucho. Es el único a quien respetan, tienen miedo a los designios de Dios.

CURA: ¿Le guardas resentimiento a tu padre?

ENMANUEL: Nada me haría más feliz que él me comprendiera, que se acercara un poco más, lo siento tan lejano, tan como si no existiera. Sólo para complacerme materialmente, para escucharle sus discusiones o para admirarlo como político... odio la política, siento que me ha robado toda la vida el amor de mi padre.

PRIMO: Bueno, bueno, acción, no voy a estar aquí todo el día. (Juegan bolas criollas). ¡Ay! Reverendo, que no se le pase mucho la mano, mire que hoy es la Fiesta de las Mercedes y le toca dar la misa.

CURA: Noo, mijo, si estoy igualito, aunque ando un poquitín mareado... ¿dónde estará ese monaguillo? lo mandé a comprar el vino y anda perdido... ¡ay, que no hable, que no hable porque si habla, ay, ay!

PRIMO: (Ríe) ¡Ay, cura!,  ¿a  usted como que le gusta mamar gallo? Mosca,  si sigue tomando así se lo van a llevar en brazos,  como la semana pasada. ¡Ay cura! si ese monaguillo hablara qué no se sabría en este pueblo.

CURA: Inventos, inventos.

ENMANUEL: Ayúdeme, prométame que lo hará, necesito que realice esa ceremonia a más tardar la próxima semana... aunque todo el mundo se oponga,  yo quiero a esa mujer.

CURA: Usted las quiere a todas, mijo.

ENMANUEL: Nada de eso.

(Entran la monja, la novicia y el monaguillo)

MONJA: (Al monaguillo) Nada de nada, usted no se acuerda que tenemos que arreglarlo todo para los oficios de esta tarde.

NOVICIA: Sí señor, para los oficios de esta tarde.

MONJA: (A la novicia) Ya deje de repetir lo que digo. (Tomando al  monaguillo  por la oreja) y usted, mijo, valla a buscarlo.

NOVICIA: Dispense usted, hermana... ¡Ay! hermana pobre orejita.

CURA: (A Enmanuel) Joder, me parece que me están persiguiendo y ya estoy muy grandecito para la gracia.

NOVICIA: Gracias a Dios que los feligreses no se dan cuenta que viene a empinar el codo.

MONJA: ¡Chito! cállese. ¿Qué es eso de codo?


ENMANUEL: Anda primo brinda algo, qué codo eres, no quiere aflojar ni para una cerveza.

PRIMO: Bueno, brindemos mañana, serán las elecciones de Alcalde y  tu padre seguro ganará... Vamos a brindar por eso.

ENMANUEL: Todo parece indicarlo, el poder, parece que nos llevará al desastre.

MONJA: (Al Cura) Usted tiene que irse, la misa lo espera, debe tomar café y prepararse muy bien para esta tarde,  acuérdese que son las fiestas patronales del pueblo... y deje de hablar de política, estoy  segura que  esto se arreglará.

EL CURA: Esto no lo arregla ni mandraque el mago.

PRIMO: (Al cura con malicia) ¿Otra cervecita?

EL CURA: Véngale, que para eso vinimos.

MONJA: No, Señor...  el Deber nos espera... lo esperamos en la iglesia.

EL CURA: El Beber, ¿qué hay más de beber?

MONJA: Dios mío, lo que tiene uno que ver. (Dirigiéndose al monaguillo) Aguante que vamos andando para la iglesia, aguante, hijo, aguante.





ESCENA V

Se detiene la acción mientras Enmanuel queda iluminado.

ENMANUEL: Verd... verdad... yo tengo las mías... un papagayo, un recuerdo, papá, mamá y esto: mi infancia.

PADRE: Enmanuel... Enmanuel.

ENMANUEL: Voy
PADRE: ¿Dónde andas?

ENMANUEL: Aquí papá, detrás de ti.

LA MADRE: Tenemos que irnos.

ENMANUEL: Voy, voy.

PADRE: El papagayo por fin se elevo.

ENMANUEL: ¿Dónde estás papá? ¿Dónde estás?

PADRE: Aquí. Aquí.

MADRE: ¿Dónde estás mi niño?

ENMANUEL: Fue la última vez que recuerdo verlo cercano a mí.

PADRE: Enmanuel.

ENMANUEL: Mítines, elecciones, política, política, política, Diossss... mi padre y el papagayo, cinco años, ¿dónde estás?... Padre. Padre.

CURA: Voy, que estaba en el baño, ¿no me van a dejar ni mear?

PRIMO: Apúrese que le toca a usted.

CURA: Joder,  me equivoqué otra vez.

PRIMO: Conchole, reverendo, usted es pura trácala.

CURA: No señor, lo juro por la Virgencita de las Mercedes. Dios mío... que se me ha olvidao la misa, ¡nos vemos! Mañana le damos  a otra partidita.

ESCENA  VI

Aparece la Novia con la Amiga.

NOVIA: Que no, ya te dije que no es nada mío.

AMIGA: Mentirosa, te vi cómo lo mirabas.

NOVIA: Miro así a todo el mundo.

AMIGA: Él no es todo el mundo, en los ojos se te ve que tiemblas...  se te van los tiempos... te pones gafita (Se ríen ambas).

NOVIA: Cállate, que de esos inventos se forman los líos y tú sabes que no nos convienen. Cuidado que nos ven.

AMIGA: Si nos ven aquí nos regañarán, este no es un lugar para unas niñas decentes.

NOVIA: (Se ríen) Te  pareces a mi tía... -este no es  un lugar para gente decente...- No te rías que se van a dar cuenta que estamos aquí.

AMIGA: ¿Qué  buscas?

NOVIA: Lo sabes bien.

AMIGA: Es mentira lo que dicen, no le hagas caso, son chismes. Habladurías de la gente.

NOVIA: Cuando el río suena es porque piedras trae.

AMIGA: Dicen que es la más  hermosa de todas, joven, delicada y que ni siquiera se le nota.

NOVIA: Seguro Enmanuel ya le puso el ojo.

ENMANUEL: Que siga la rumba que para mañana es tarde.

AMIGA: ¿No te vas a acercar a verlo? Ya se dio cuenta que estamos aquí. (Se va a vigilar la puerta)

NOVIA: Que se acerque él, somos unas damas.

Aparece la amante con un vestido rojo.

NOVIA: Es ella, mírala. Tiene razón la gente... es hermosa y viste siempre de rojo... Fue eso  lo que le atrajo de ella, el rojo es su color favorito.

ENMANUEL: No entiendo que hacen aquí, no es  un lugar apropiado para ustedes.

NOVIA: Necesitaba comprobar con mis propios ojos  lo que dice la gente del pueblo, murmuran tu relación con esa mujer.

ENMANUEL: Creo habértelo explicado, no tengo porque mentirte.

NOVIA: ¿Y qué haces todo este tiempo aquí?

ENMANUEL: Divertirme un rato, necesito un descanso, una diversión, no tengo nada oculto.

NOVIA: Sí que lo tienes... Sabes muy bien que ni a tu familia ni a mí nos gusta que estés en el ruedo, eso de un  momento a otro te perjudicará. Es es lo único que comparto con los tuyos, la adversion por los toros... no son de confiar, son como los malos amigos, les das de comer y te clavan la puñalada por la espalda, no confíes en ellos, son  irracionales.

ENMANUEL: No quiero discutir contigo y menos en este sitio, no es bueno que te vean por estos lados, sabes como es la gente habla por hablar. No te preocupes por mí, lo mío es trabajo y así lo será siempre.

NOVIA: Emmanuel, dedícate a tus estudios, es necesario que estés bien con tu familia.

ENMANUEL: ¿Y quién lo estará conmigo?





ESCENA VII

La escena es en la iglesia.

CURA: ¿Usted me está perjudicando?

TIA: ¿Yo?

CURA: Sí, usted.

TIA: Míreme a los ojos, reverendo, ¿tengo acaso yo cara de mentirosa? La que está perjudicando a mi sobrino es ésa muchachita, la casi hija de la monja... ésa que lo  pretende. ¿Y qué hace tanto encerrada en la sacristía con las monjas? ... ¿O es que pretende entrar en el convento?... Será que por fin Dios escucho mis oraciones. ¿Usted como que tiene algo entre manos con ellos?... ¡Ay! me tocó,  lo ve, me tocó de nuevo, él me toca, ¡deja!... Mira que estoy con mi protector el cura. Ayúdeme cura. Mire está cerca de usted, no se mueva, no se mueva.

CURA: Déjese de inventos, ellos tienen años de novios y merecen la felicidad...  Déjese de inventos,  aquí no hay nadie solo usted y yo.

TIA: ¡Aja! solo usted y yo, ¿ve que usted es el que me pretende?

CURA: Mejor es que se ponga a rezar y no se me acerque mucho, no quiero habladurías.

TIA: (Abrazándolo) ¡Ay, Dios mío! oigo unos ruidos horribles, mire es por aquí, ¡ay cura temo que me viole!  Él me dice en el oído, que me desea... ¿usted no me desea?

CURA: Déjese de cosas... usted esta enferma de la mente,  venga que  le impongo las manos en la cabeza.

TIA: En la cabeza... bueno, yo me quedo tranquilita, impóngamelas.

CURA: Diga conmigo: Dios redentor, apacigueme la cabeza...

TIA: ...Dios redentor, apacíguame de cabeza.

CURA: No,  la cabeza hija, la cabeza.

TIA: La cabeza.

CURA: Cúreme todo lo malo. Y que todas esas visiones se alejen de usted...

TIA: Que todas esas visiones se alejen de usted.

CURA: De mí no, hija, de usted.

TIA: ¡Ay! qué enredo, cura, lo siento.

CURA: ¿Qué siente hija?

TIA: Todo lo que me dice... ¿usted me pretende?

CURA: ¡Ay hija, así no puedo seguir!


TIA: Siga cura... ahonde... ahonde.

CURA: ¿Dónde hija?

TIA: En mi cabeza cura, ¿dónde más?




ESCENA VIII

Entra Enmanuel con su madre

MADRE: Esto es un pueblo, vivimos en un pueblo ¿y me dices que vas a ser torero?

ENMANUEL: Es mi sueño... viajar, conocer gente, enfrentarme en el ruedo... Que miles de personas vean lo que hago, que me saquen en  hombros...   triunfador.

MADRE: Es una locura, una extrema locura. No sé cómo te atreves  a llevar la muerte en tus manos...  sigue el ejemplo de tu padre, será  un vencedor en las contiendas de mañana seguro ganará.

ENMANUEL: Mi vida es esto, madre, jamás podría ser como él, nunca nos hemos comprendido. Llevo años tratando de hablar con él, durmiéndome tarde a  ver si logro entenderlo y nunca logro encontrarlo.

MADRE: No soportaré la idea de verte con ese animal en el ruedo... Me parece que mañana ya no te vería, que no te tendría en mis manos... Veintidós años Enmanuel y no callaría nunca en decírtelo... ¿qué haré yo sin ti?

ENMANUEL: Todos somos animales, la vida esta llena de enfrentamientos, mi deseo es vencer.

MADRE: Esa mujer te va a llevar a la perdición, es ella quien desea tu muerte.

ENMANUEL: Qué está diciendo. Ella  habla como usted, odia la plaza de toros. Llevo años de relaciones con ella y ¿usted me dice eso?

MADRE: No es hija de cualquiera, es hija del hombre que tu padre detesta, no te conviene seguir con ella, son años de odio.

ENMANUEL: Usted sabe que ella es una mujer respetuosa,  de su casa, vive sola con su padre, su tía es una religiosa  ¿ese es el pecado?... No entiendo su posición,  ¿importa más el qué dirán, que la felicidad de un hijo?

MADRE: Cállate, que no oiga tu padre, porque te destroza la cara, él no la quiere y es su última palabra.

ENMANUEL: Si no la acepta pues me casaré con ella a escondidas.

MADRE: Eres igual a tu padre de caprichoso, sangre de su sangre, no puedo hacer nada por ti, eres adulto, sin embargo aún dependes de nosotros.

ENMANUEL: Pues seré famoso y la mantendré como a una reina, como lo que es... y a ti no te faltará nada. No entiendo qué haces con mi padre si nunca está pendiente de ti. Tiene años que ni te mira, solo llega a dormir. ¿Por qué aguantas tanto de él? ¿Es el amor para ti eso?

MADRE: El amor pasa hijo, lo que queda es el compromiso... los años.

ENMANUEL: Si es así entonces prefiero no amar con tus costumbres.

MADRE: Acércate más a tu padre.

ENMANUEL: Su tiempo no soy  yo, el pueblo es su prioridad y parece ser que no estoy incluido en él

MADRE: Eres injusto hijo.

ENMANUEL: ¿Acaso el no lo ha sido conmigo?





ESCENA IX

En la sacristía.


MONJA: Conste que todo lo hago por ti, ese muchacho no me convence, demasiado violento y arriesgado para ti, además su familia es insoportable... que Dios me perdone.

NOVICIA: Que Dios la perdone.

NOVIA: Lo sé tía, desde que murió mamá tú te has dedicado a mí. Eres como ella, siempre  te lo  agradeceré.

AMIGA: ¿Cuánto es que tiene de talle?

NOVICIA: 42.

MONJA: Sí, pero...si mi hermano, tu padre, se entera de  todo esto, se va a enojar... no me lo va a perdonar, nunca.

NOVICIA: No se lo va a  perdonar

MONJA: (A la novicia) Ya cállese y no vuelvas a repetir lo que digo, vaya y busque en la sacristía las hostias para la misa de hoy.

NOVICIA: Sí, madre, sí, como usted diga.

AMIGA: El vestido quedará hermoso... ¡Ay! Yo ya me veo como la madrina. (A la novia) Ya no te muevas que tu tía no podrá tomarte bien las medidas.

MONJA: Su madre, es de abolengo, de buena familia, pero terca y rezongona, es una muy buena colaboradora con la iglesia y hasta le alcahuetea al cura su mala bebida,  es más,  los sábados en la mañana hasta le trae consomé... (Tomando las medidas) De manga es 60.

AMIGA: Se le nota en los ojos, es una cuaima, cuida al hijo más que a su alma.

NOVIA: Es su único hijo, y la comprendo, yo haría lo mismo.

AMIGA: Pero si impide tu relación con Enmanuel.

NOVIA: Ella no sabe el amor que le tengo, si lo supiera, seguro que jamas se hubiese metido entre ambos.

MONJA: Puede más el poder hija, el dinero, la silla, la silla... Ese es el problema en este pueblo y que Dios me perdone.

NOVICIA: Perdone, madre, pero estoy nerviosísima, desaparecieron.

MONJA: ¿Qué hija?

NOVICIA: Las hostias, hermana, las hostias

MONJA: ¿Y a dónde fueron?... usted es la culpable, le dije que las cuidara.
NOVICIA: Se lo juro, hermana, las cuidé.

MONJA: ¿Y entonces?

NOVICIA: El monaguillo nuevo... se las comió. (Corren adentro desesperadas)

AMIGA: (A la Monja) ¿Cuánto era de busto, hermana?

MONJA: (Desde dentro) Dos bultos, hija, ese es el problema que eran dos bultos.





ESCENA X

Entran el Padre y Enmanuel.

PADRE: ¿Por qué me rechazas?

ENMANUEL: Es cuestión de piel, padre, no lo puedo evitar, es algo que sale del alma. Me parece mentira, debo estar soñando que estoy aquí  contigo, hablando... soñando… eso  es, un sueño.

PADRE: Ven acércate, no me temas, es mi culpa, lo sé, me he separado de todos, toma el capote... así se hace una verónica, acércate, dame las banderillas

ENMANUEL: ¿Para qué?

PADRE: Dámelas.

ENMANUEL: Me vas hacer daño.

PADRE: Eres mi hijo.

ENMANUEL: Acércate, un poco más.

PADRE: Toma la plaza, eres un triunfador.

ENMANUEL: Tengo miedo, toda la vida te he tenido miedo.

PADRE: Tienes que ser el mejor.

ENMANUEL: Es lo que quiero ser.

PADRE: Yo soy el toro, enfréntame.

ENMANUEL: No puedo.

PADRE: Tienes que poder, eres mi hijo, eres mi reflejo.

ENMANUEL: No quiero serlo, me basta con ser yo mismo.

PADRE: Ven, mírame a los ojos.

ENMANUEL: No puedo.

PADRE: Mírame a los ojos... Defiéndete. Vamos

ENMANUEL: No puedo.

PADRE: Aquí soy el toro, el mejor de este pueblo, de esta ganadería... mira la cuadrilla, los picadores, todos están aquí.

ENMANUEL: Vete de aquí, no eres quien quiero aquí.

PADRE: Vamos, dime todo lo que quieres decirme.

ENMANUEL: Te necesito cerca de mí.

PADRE: Eso es  lo que quiero hacer.

ENMANUEL: No quiero enfrentamientos.

PADRE: Abrázame.

ENMANUEL: Me harás daño.

MADRE: Hijo, hijo.

PADRE: Estoy aquí, cerca de ti.

ENMANUEL: Madre, madre.

MADRE: Aquí estoy, mi niño ¿qué quieres?

ENMANUEL: Amor.

PADRE: Dame las banderillas

ENMANUEL: No puedo... Madre, madre.

MADRE: Estoy aquí, mi niño.

PADRE: Acércate con la muleta por la costilla.

ENMANUEL: Estás loco.

MADRE: Estoy aquí.

ENMANUEL: Lo sé, siempre estarás.

MADRE: Estaré aquí siempre, velando tus sueños a la espera de verte cerca.

ENMANUEL: ¿Tengo las manos frías? Tengo miedo, mamá.

MADRE: ¿A qué hijo?

ENMANUEL: A  él.
PADRE: Es un sueño, hijo.

ENMANUEL: Tú no estás.

PADRE: Lo sé, abrázame.

ENMANUEL: ¿Es un juego?

PADRE: Es la vida.





ESCENA XI


La escena se sitúa en una Corrida de Toros.

PRIMO: ¡Hoy es la corrida! ¡Hoy es la corrida!, habrá sorpresas... todos deben asistir, un nuevo torero se estrena en el pueblo.

NOVICIA: Ay, ay, me pica
,
MONJA: ¿Dónde hermana?

NOVICIA: Ahí... abajo, ay, hermana que picazón.

MONJA: Silencio, hermana, tenemos que ser prudentes en esta fiesta, no podemos permitir que nos descubran. Si lo hacen estamos perdidas.... ¿Trajo usted la cámara?

NOVICIA: Por supuesto, hermana, por supuesto, todo está fríamente calculado.


MONJA: Si no es por las buenas pues, será por las malas pero él tendrá que dejar esos vicios pues, el obispo se enterará de esto. Tenga lista la cámara, hermana, que va empezar la corrida y segura pronto llegará el cura... (La novicia se queja) Aguante, hija, aguante, es sólo una avispita.

NOVICIA: ¡Ay me pica hermana! me pica.

MONJA: Rásquese, hija, rásquese.

(APARTE)

MADRE: Esto es inaudito, lo que tiene uno que hacer por los hijos. Seguro estarán aquí. No soporto la idea de que Enmanuel esté de amores con esa jovencita, no es conveniente para ninguna de las dos familias. Su padre no soportará que él le haga ese desaire. Es evidente que lo tiene  comiendo en su mano, pareciera que lo embrujó...ésa,   no se lo merece.

TIA: Qué sabe usted de amor, aguantadora de hombre, tóquese la cabeza, cacho parejo es lo que lleva, no puede ser que la visión de la buena mujer sea aguantar sumisa a las sinvergüensuras de un hombre.

MADRE: Chito, chito, no hable así, que por uno de esos es que usted se encuentra así... desequilibrada.

TIA: ¿Yo? El mío me dejó pero el cura me pretende.

MADRE: Silencio, silencio.

(APARTE)

NOVIA: Lo amo, tú sabes que lo amo.

AMIGA: Lo sé, si se te sale por los poros.

NOVIA: Esto es un calvario ocultar lo nuestro, tener que vernos a escondidas, y más aun con  estas pugnas entre nuestras familias... Si su padre gana las elecciones peor aun, nos alejarán, estoy segura que  me apartaran de él.  Mi padre quiere repetir el mandato,  él no dejara su cargo así por así, él quiere el poder, todos quieren el poder, ese es el problema, poder, poder...

(APARTE)

CURA: Joder, que creo que la gente no me ha descubierto, necesito oxigenarme un trago solamente, solamente un trago, olé, olé, así, así, matador, matador, ¿si todos están aquí? hasta las muchachitas, que Dios me las guarde... ¡Ay! allí están esas monjas, cuidado que me ven, chito monaguillo, chito, ocúltese.

MONJA: ¿Lo ve?

NOVICIA: Aún no, pero oigo su voz.

MONJA: Alerta, hermana, alerta. Creo que está allí.

NOVICIA: ¡Ay! Dios mío, ese sangrero me da pánico.

NOVIA: ¿Estás segura de que ella no vino a la corrida?

AMIGA: A esa mujer no la he visto ni en pintura.

Aparece una mujer hermosa que recorre la escena misteriosa.

PRIMO: (Borracho) Noticias nuevas, noticias nuevas,  las elecciones serán esta semana, el pueblo está dividido, nadie cree en nadie, y todos se creen entre sí. Última hora, nos morimos de hambre, la violencia está en las calles y todos quieren el poder. Última hora, última hora, Emmanuel, Emmanuel se estrenará hoy como torero en la plaza de toros del pueblo.

MADRE: Es él, te lo dije, se va a lanzar en el ruedo. No lo creí capaz.

TIA: Él lo quiso así, nadie obliga a nadie.

MADRE: Será su final, no quiero verlo.

AMIGA: Tenías razón, la mujercita  ésa se atrevió a venir.

NOVIA: Que ni se atreva a mirarla. Dios mío, temo por su vida.

TIA: Debemos acompañarlo, es nuestro deber... ¿y su padre?

MADRE: No está. Hace tiempo que no aparece.

TIA: ¡Allí está! ¡Allí está el toro! ¡Allí está!

Todos se detienen. Aparece el padre. Todos se voltean de espaldas y se colocan lentes oscuros.

PADRE: Todo parece indicar que estamos en un momento de reflexión, de cambios, de reflexión y de cambios que nos llevarán a pasos agigantados por el camino de una nueva democracia, de una democracia donde el respeto, el orden y el buen manejo de las leyes sean la prioridad. En mi mandato no habrá delincuencia… (Todos se agitan gritando “¡Ole!”) No habrá injusticia (Gritan: “¡Ole!”) No habrá ansias de poder (Gritan: “¡Ole!”) No habrá corrupción (Gritan: “¡Ole! ¡Ole!”) Esta nueva sociedad se reivindicará con los pobres, con los indefensos, con los desposeídos... (Todos se agitan gritando vítores hasta el paroxismo. El Padre tapa sus oídos con tapones de algodón)

Aparece Enmanuel. Todos van y lo alzan en brazos y lo van paseando con júbilo y a paso de procesión.

ENMANUEL: (Desde arriba) Basta papá, déjate de mentiras, he esperado tanto por este momento, de estar frente a ti, de tenerte cerca. Sabes, papá, recuerdo poco un abrazo tuyo, una palabra de aliento, un consejo. Envidio tanto a mis amigos y, según tú, eres el salvador de todos. Pero, ¿quién me salva a mí?, dime papá, dime.

PADRE: (Desde abajo) ¿Qué quieres que te diga? Que no acepto tu relación con esa muchacha. Te lo he dicho ya, no tengo tiempo de escucharte. Para mí la prioridad está en la calle y esa muchacha no reúne las condiciones para entrar en nuestra familia, es hija de mi competencia en esta contienda, coño.  No pudiste fijarte en otra sino en ella. Debo irme, hijo, el poder me espera, el deber me espera.

(Todos lanzan a Enmanuel que se tira al ruedo dejándose caer)

MADRE: ¡Dios mío, es él!

TIA: No lo mires, hermana.

NOVIA: Diosssssssss

AMIGA: No es nada .

PRIMO: ¡Lo cogió el toro! ¡Primoooooo!

CURA: ¡Virgen de  las Mercedes! ¡Cómo permites esto!

MONJA: No reniegue usted.

NOVICIA: No, no, no reniegue.

AMANTE: ¡Enmanuel...!
ESCENA XI

Se oscurece la escena mientras se observa  a cuatro mujeres ceñidas de negro.

NOVIA: No sé cómo empezar (Pausa) Pregunto, pregunto y cada vez me alejo de una respuesta, de mi realidad, de la tuya... ¡Qué frió! Congela mis manos... que ironía, mis manos, las que deseabas hasta más no poder... ¡Qué frió! Hace un frió terrible. Recordarte, qué corto mis recuerdos, todo fue tan corto, se dice que todo lo verdadero dura poco, pero me hubiese gustado vivir en una eterna mentira  a pasos, a momentos, a susurros, pero en mentira; ahora mi entorno esta en silencio, silencio, silencio ya no aguanto más este silencio, no hay nada mejor que tu voz, que tu ruido, ruido, ruido, ruido, ¡hagan ruido!, ¡hagan ruido! Ahora la paz me aburre, descontrola mi espíritu.


AMANTE: Todo en silencio, me aterró siempre el silencio... no dormía por este silencio... qué soledad, y este frió que me tiene al borde. Prefiero recordarte con tu risa, con tu locura,  con tus mentiras, mis mentiras. ¿Sabes? Las disfrutaba a horrores, sabía que eras un mentiroso, pero esas mentiras me elevaban, me hacían ser más importante. Sentía las miradas de todos: -la amante-, si fui tu amante, la mejor amante de este mundo. Algo debiste sentir por mí, no eras hombre de acercarte a una mujer sin un por qué. Ahora he quedado sola, tu calor no es el mismo que el de otros hombres... llegar a este pueblo fue encontrar en ti un poquito  de humanidad... soy tu meretriz, coño, lo seguiré siendo por siempre.

MADRE: ¿Sigues allí?  No te escondas, mi niño, debes comer. Los niños cuando no comen, no tienen fuerza para jugar. Come, mi niño, come. Ven que te doy de comer... ¡Diosssssss, no creo merecerlo!, esta herida no se cerrará nunca. Jamás pensé tenerlo tan frío en mis manos. ¿Qué debo hacer para descongelarlas?...  No me resigno a la idea   de que ya no esté; yo que he estado contigo siempre, de Semana Santas a Navidades, de Rosarios enteros a horas santas de rezos y liturgias. Debo estar loca para renegar de ti, pero la muerte injusta me asfixia y descontrola mis creencias... Debo rezar, sí, eso es lo que debo hacer...  sino la locura se apoderara de mí como ya lo hizo con mi hermana. Diossssssss, ¿qué debo hacer?... ¿Seguir rezando? Silencio, silencio,  es mejor estar en silencio.


PADRE: Fue tanto lo que te quise, que no te supe querer.





ESCENA XII


NOVIA: No hay necesidad de que me ocultes lo que sé, lo que se ve; al fin y al cabo ninguna  de las dos lo tiene, se nos escapo de las manos.

AMANTE: Prefiero no hablar de eso,  no acostumbro hacerlo con las mujeres de mis clientes.

NOVIA: Se te escapó de la boca, tus clientes... prostituta.

AMANTE: Si lo soy, para mí es un trabajo, me acuesto con uno, con otro y no pregunto, no responden, ¿qué quieres que te diga? Que lo amé, sí,  lo amé, se quedó aquí en mi alma, en mis recuerdos. Sobran ya las palabras.

NOVIA: No hables más, él esta presente como nunca, quédate callada, es lo mejor.

AMANTE: Él te amaba.
NOVIA: Pero estuvo contigo.

AMANTE: Es distinto, jamás pasó una noche conmigo, en cambio contigo hubiese pasado su vida entera.

NOVIA: Mientes... mentirosa. Dices eso sólo para consolarme, no quiero lástima y menos de una como tú.

AMANTE: Lo que sentía por ti jamás lo hubiese sentido conmigo.

NOVIA: Cállate, es  inútil que te hagas la víctima, sabías que era mío y lo dejaste compartir…

AMANTE: Tú lo has dicho, la cama.

NOVIA: Acaso, no te hablaba en las noches.

AMANTE: Sí, hablaba de ti, pasaba horas después de hacerme el amor, hablando de una futura vida contigo.

NOVIA: No te creo, falsa, eres como todas, ¿sabías que se casaría la semana próxima conmigo?

AMANTE: Sí.

NOVIA: ¿Y no te importó?

AMANTE: Me hubiese pasado toda una vida vendada de ojos sin aceptar la verdad, tú verdad.

NOVIA: Y ahora qué, ¿te quedarás?

AMANTE: No, seguiré recorriendo pueblos. Cómo siempre lo he hecho. Me iré de este pueblo que me dio mucho, pero que me quitó tanto en tan poco tiempo... sigo pensando que debe haber algo más allá de una simple cama. ¿Y tú? ¿Qué harás?

NOVIA: No lo sé, estar aquí sentada con mis recuerdos, quizá esperar a  que pase la vida, asomarme a la ventana y dejar que la vida responda a mis preguntas.

AMANTE: La vida es sabia te las responderá. Adiós, es mejor que recoja mis cosas, no tengo mas  nada que buscar aquí solo el frío y un recuerdo que me transformó y que nunca dejará de ser tuyo... siempre te perteneció.

ENMANUEL: Silencio, silencio, es mejor que todo quede en silencio... Tiempo, tiempo, tiempo... ¿y cómo quedo yo en el tiempo?




ESCENA XIII

Entrando la Tía.

TIA: Virgen redentora, espejo de justicia, trono de sabiduría ¿aún están aquí?... ¿Dónde están las mujeres del pueblo?... Mujeres, mujeres, tengo el miedo en mis manos, quisiera  encerrarme y ver otro día,  tóquenme el vientre, he estado toda mi vida seca, sin retoños, ahora  se fue mi niño el que más yo quería... ¿Donde están cabronas de hombres? No supieron apreciarlo, bendito sea Dios, ¿dónde están? El poder pudo más que el amor... ¿Donde están? Salgan de esas ventanas, el llanto no recobrará lo pasado... ¿Quién dijo que la partida cerrará las cicatrices? Tiempo, necesito tiempo, el es el  único que  podrá curar esta herida.

MADRE: (A la Novia) ¿Qué  hace usted  aquí?

NOVIA: Vine a traerle flores, ya me iba, señora.

MADRE: Lograste lo que querías, lo indujiste al ruedo, ¿estás satisfecha?

NOVIA: Usted sabe que eso no es así, no hay culpable, el destino lo quiso así.

MADRE: ¿Lloras?

NOVIA: Por el dolor... ¿Le parece poco?

MADRE: Lo sé...  pero no es comparable.  ¿Cómo está?

NOVIA: Igual, hermoso,  intacto.

MADRE: ¿Logras verlo?

NOVIA: SÍ, sí... provoca llevárselo a casa.

MADRE: A la mía.

NOVIA: Tal vez, no es la prioridad.

MADRE: ¿Y  ahora... cómo quedo yo?

NOVIA: ... Sumergida en el dolor.

MADRE: No me lo recuerdes.

NOVIA: Tan pronto, tan pronto.

MADRE: No me lo recuerdes.

ENMANUEL: Madre. Madre.

NOVIA: Es él, la llama.

MADRE: Siempre lo hará, el dolor será eterno.

NOVIA: Como una música prendada en el corazón.

ENMANUEL: Madre... Madre...

MADRE: ¡Es él otra vez!

NOVIA: Nos seguirá en la eternidad.

MADRE: Seguiremos en oración.

NOVIA: ¿De qué vale?

MADRE: Soy yo la que debería renegar. Fui yo quien debió tomar su lugar, soy la madre.

NOVIA: Está bien... sigamos.

MADRE: Alcánzame los salmos.

ENMANUEL: Madre... Madre.

MADRE: Está presente mi niño, siempre te tendré presente.

NOVIA: Dios mío. Tengo el dolor en las piernas.

MADRE: Y yo en el alma. (Música)


EMMANUEL: (Voz en Off) Dolor, discúlpenme tanto dolor. No fue mi intención. Qué faena tan dura. ¿Y qué hago yo aquí? ¡Emmanuel, levántate, levántate! La vida sigue, dejen el llanto, que el que debería estar triste soy yo porque perdí esta faena. Sin embargo estoy aquí, más vivo que nunca. ¡Luces! ¡Música! ¡Estoy más vivo que nunca!

Oscuro final



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